Ocurre en ocasiones que, en un panorama musical superpoblado de jóvenes artistas, de repente surge algo diferente, que brilla de una manera distinta y que resulta imposible comparar con el resto. Alba Reche (Elche, 1997) es esa aguja en el pajar de la música. La conocimos hace tres años en OT y, semana a semana, su talento, su naturalidad y su manera de ver el mundo la pusieron en el punto de mira de mucha gente que, hasta ese momento, no habíamos prestado atención a unos formatos que, pensábamos, fomentaban más el producto que el artista. Nos equivocamos, aceptémoslo.

Con Quimera, su primer disco, se metió en el bolsillo a ese público joven que ya le seguía la pista, pero también a muchos de sus padres, que descubrieron que con esa forma de arrastrar las palabras dejando que le raspen la garganta Alba no cantaba por cantar, sino por contar. Esa es una de las claves de su éxito. A Quimera le sucedió hace solo tres meses un segundo álbum, La pequeña semilla, que entró directo al número uno de descargas y que incluso la convirtió en trending topic mundial. Y todo sin haber renunciado a hacer lo que le da la gana, dando rienda suelta a su creatividad y siendo fiel a su manera de entender el arte y la vida.

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Pablo Sarabia

Los méritos de esta chica van más allá de sus canciones, y por eso en el número de verano de Esquire que hemos querido dedicar a la mujer, Alba Reche tenía que estar. No solo por ser una de las artistas más destacadas del momento, sino por ser una de las voces más escuchadas en temas de feminismo por una generación que puede convertirse en clave para que las cosas cambien, de verdad y para siempre. Porque lo hace con conocimiento de causa, sin querer sentar cátedra pero con la seguridad que da el llevar años leyendo, conversando y estudiando sobre el tema. Escuchar y aprender del discurso de esta joven de 23 años es un lujo que la sociedad no debería perderse. Aunque, como siempre, habrá a quien le escueza. Buena señal.

Puede haber alguien que esté leyendo esto y no te conozca. Si te tuvieras que presentar con una de tus canciones, ¿cuál elegirías?
Seguramente le pondría Pido tregua. Su sonido y la forma explícita de hablar sobre lo que ocurre es un buen reflejo de cómo me siento ahora. En cualquier caso, dentro de la ambigüedad que puedan tener algunas de mis canciones, creo que quien escucha mi música entiende gran parte de lo que soy y de mi perspectiva vital.

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Con La pequeña semilla, ¿tuviste el famoso 'miedo del segundo disco'?
La verdad es que el miedo por el segundo disco se me empezó a plantear cuando ya estaba terminado. Cuando empiezo un proyecto siempre me lo tomo como el primero y último a la vez. Es mi forma de no perder perspectiva en la música.

Dentro de tu manera de ver la vida está muy presente el feminismo. ¿En qué momento de la tuya empezaste a interesarte?
Te das cuenta de que necesitas defenderte en el momento en el que empiezan a oprimirte. En la universidad, con 17 años, es cuando empecé a formarme, a leer, a escuchar discursos y a participar en un colectivo feminista en el que aprendí muchísimo de mis compañeras.

En casa, ¿qué tipo de educación recibiste en este sentido?
En casa somos tres mujeres y un hombre que siempre nos ha admirado, nos ha comprendido y ha sido muy responsable. He crecido con unos valores muy buenos y acordes también al tiempo. Hay cosas que con 15 años mi madre no sabía o no entendía, como que yo fuera a manifestaciones, pero ahora es la primera que participa. Son una construcción y un aprendizaje que hemos hecho juntas, y a mí eso me gusta.

¿Crees que la tuya es la primera generación que tiene cierta responsabilidad en educar a sus mayores y no al revés?
Me gusta pensar que es una educación mutua y circular. Creo que infantilizamos el pensamiento de las personas mayores, no sé si ‘infantilizar’ es la palabra, pero si les dejásemos hablar aprenderíamos, porque ellas han empezado a vivir esto mucho antes que nosotras. Lo que yo aprendí de la generación de mis padres me enseñó lo que me gusta de ellos, y también lo que no.

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Pablo Sarabia
Vestido de Givenchy.
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Pablo Sarabia
Body de Louis Vuitton y jeans de Stella McCartney.

El hecho de que el término esté cada vez más extendido creo que hace que muchas veces se hable de feminismo sin cierto criterio. Esta ‘normalización’, ¿no crees que puede hacer que esté perdiendo importancia en lugar de ganándola?
Es que una cosa es convivir con el feminismo y entenderlo y otra cosa es estudiarlo, igual que sucede en cualquier otro ámbito. Pero no porque esté normalizado todo el mundo tenemos que saber de ello, todo el rato y conocerlo todo. No tienes por qué. Pero quiero pensar que es algo tan importante que hará que todos nos informemos cada vez más y seamos capaces de entender cosas nuevas, porque esto será lo que nos haga avanzar. A mí, todo lo que aporte a la definición que yo entiendo de feminismo me parece bien.

“¿Feminazis? cuando averigüen qué ‘holocausto’ hemos cometido, que me lo cuenten. Creo que se han equivocado de bando”

¿Por qué crees que este movimiento le sigue dando miedo a mucha gente?
Es que el feminismo es un concepto que no tiene por qué ser cómodo, yo lo entiendo. Porque supone un cambio muy grande y los cambios sociales nunca van a ser cómodos para algunos. Entiendo que se tenga miedo, pero tenemos que pedir la oportunidad de poder llevarlo a cabo, a gritos y también a través de acciones.

¿Qué se te pasa por la cabeza cuando escuchas la palabra ‘feminazi’?
Cuando averigüen qué ‘holocausto’ hemos cometido, que me lo cuenten, porque yo aún no me he dado cuenta. Que yo sepa, a las que nos están maltratando, violando y asesinando constantemente, verbal y físicamente, es a nosotras. Creo que se han equivocado de bando.

¿Y qué piensas cuando partidos que no son precisamente abanderados de la lucha por la igualdad tienen la cantidad de votos que tienen?
Al principio me enfadaba mucho. Ahora me pone muy triste. No logro entender ese resurgimiento de la extrema derecha que claramente está en contra de nosotras, en contra de las personas LGTBI y en contra de la igualdad. Puedo entender que haya gente que vote por economía, pero para mí lo moral y lo estructural que tú eres está por encima de cualquier otra cosa.

¿Y cuando representantes de partidos que sí lo son empiezan a hacerse virales por discursos en los que emplean términos como ‘niño’, ‘niña’, ‘niñe’...? ¿Está preparada la sociedad para asimilar esto?
No se trata de estar preparados o no, sino de empezar a escuchar y pararnos a pensar por qué lo están diciendo. A lo mejor es que hay personas, padres o madres, que están escuchando a sus hijos, ‘hijes’ en este caso, y saben que no se sienten ni chicos ni chicas y no quieren obligarles a decidirlo ya. Simplemente se está intentando dar altavoz a esas personas de género no binario. No entiendo el problema. ¿Por qué me va a parecer mal si es su identidad, no la mía? ¿Por qué voy a tener que seguir oprimiéndoles yo? Si tanto te cuesta escuchar o decir una palabra más o una palabra reversionada para que otra persona se sienta más cómoda, creo que eso está hablando más de ti que del otro.


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Pablo Sarabia
Gorro de Dior.

¿Es la música uno de los gremios que más están avanzado?
Creo que todas las dinámicas y las plataformas artísticas tienen como misión comunicar, y esto te obliga a preguntarte de qué quieres hablar. A lo mejor lo que te pide el cuerpo es un mensaje banal y esto es totalmente legítimo y lícito. Puedes decir: “Qué bien estoy porque estoy al sol”, pero también puedes pensar: “Qué bien estoy porque estoy al sol, pero podría estar peor esta noche volviendo a casa”. Creo que sí hay algo que viene intrínseco en las personas que nos dedicamos al mundo artístico, que es cuestionarnos este tipo de cosas. A mí sí me preocupa qué mensaje voy a dar, tanto en las canciones como en entrevistas como esta.

Terminemos por el principio. El feminismo nació para igualar los derechos de hombres y mujeres ante la ley, en especial en cuanto al derecho al voto. Ahora, en 2021, ¿dónde está el foco?
Creo que en todo lo que se refiere a las personas trans. Es algo que no debería estar abierto a debate, pero lo está. Ahora mismo es su momento, porque hay gente que está en contra. Y también está muy presente el tema de la abolición de la prostitución y la pornografía. Creo que son las dos cosas más calientes ahora mismo.

¿A qué mujeres admiras?
A cualquiera. Es admirable todas las luchas que hemos tenido que hacer. Y esto me lleva al concepto de ‘sororidad’. Sororidad es lo mejor que nos ha pasado a las mujeres: es una energía que entendemos nosotras, las personas que no somos el poder. Esa empatía entre nosotras, esa energía de cuidarnos y respetarnos me hace feliz, muy feliz.

Maquillaje y peluquería: Rebeca Figueroa. Asistente de estilismo: Caterina Ospina. Asistente de fotografía: Ángel Pérez. Editora gráfica: Carolina Álvarez. Producción: Mariana González.

*Este artículo aparece publicado en el número de julio-agosto de 2021 de la revista Esquire

portada del numero 155 de la revista esquire con steffi graf y arantxa sánchez vicario
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