Ricardo Gómez (Villalba –ojo a este dato–, Madrid, 1994) es tan fan de Esquire que hasta recuerda la introducción de algunas entrevistas. “Como la que le hicisteis a Jon Hamm: ‘Llega al bar cinco minutos después que yo, me saluda con la mano pero antes se acerca a la barra a pedir una Budweiser...’. Cada vez que veo una Budweiser me acuerdo de Jon Hamm por la puta entrevista de Esquire”. Así que, antes de charlar con él sobre El sustituto, la película que estrena en cines el 29 de octubre (y que da pie a que en el vídeo superior reflexione sobre la memoria histórica y los discursos de odio), fantaseamos a coro sobre su propia introducción justo en el momento en que la camarera de nuestro bar viene a tomarnos nota.

“Ricardo mira la carta con deseo...”.
“Se le iluminan los ojillos al ver el sándwich mixto con huevo. La camarera pregunta si no lo prefiere vegetal, pero él desecha directamente esa idea...” [risas].

Veo que te gusta el sándwich medios-actores.
Soy un pequeño monstruo de la industria. Ten en cuenta que me he criado en ella, he visto y veo de todo. Y cuido la imagen que transmito.

ricardo gómez en la revista esquire
Darío Vázquez
Ricardo lleva jersey de Guess y pantalón de Hugo Boss. 
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Darío Vázquez

¿Cómo se hace eso cuando todo el mundo se cree que te conoce desde que eras un niño?
Desde la tranquilidad y la no presión. Si piensan que soy de una forma, qué necesidad tengo yo de hacerles cambiar de opinión.

Sobre todo porque la opinión suele ser buena.
¡Exacto! La gente se cree que soy de una forma por cómo me han visto en televisión, y sí, también soy de esa forma. Y de muchas más. No soy de una sola pieza. Mis amigos de Villalba [en la sierra de Madrid] dicen que si la gente me conociera tal como soy, no me querrían ni la mitad [risas].

¿La Villalba pija o la chunga? Que yo he tenido que huir de botellas voladoras en sus fiestas…
No has sido el único [risas]. Soy de la Villalba real… pero nunca he lanzado botellas. Tengo muchas ganas de ir con mis amigos al cine a ver El sustituto porque son los que más caña me dan, no tienen filtro. De los que dicen "joder, qué coñazo" después de verme en el teatro, "este se ha dormido" [risas]. Creo que esta les va a molar.

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Darío Vázquez
Bomber, pantalón y zapatos de Hugo Boss y camiseta de Abanderado.

Es que este Andrés Expósito es muy heavy, con ese rollo western de forastero que llega a territorio hostil…
Totalmente. Hay una cosa muy guay que me interesaba un montón del personaje, que es que juega en la línea de caerte mal al principio: al espectador le puede parecer un cretino, pero yo tengo que ser lo suficientemente sutil como para que también lo entienda.

¿La imagen de la que hablabas se altera cuando en un rodaje eres el protagonista absoluto, como ocurre en El sustituto?
Cuando Óscar Aibar, el director, me pasó el guion, lo primero que le dije es: "¿Seguro que quieres hacerlo conmigo, no me ves pequeño? ¿No prefieres un actor de 40 palos?". Él insistió en que los 27 años de 1982 no tienen nada que ver con los de ahora, que yo estaba en la edad perfecta y que ponía toda su confianza en mí. Así que por un lado está la responsabilidad de corresponder a eso y también hay miedo por ser la piedra angular del proyecto. Pero yo opto por normalizar todo y ser uno más del equipo, porque en esta profesión se tiende a sobreproteger al actor. Si tienes algo genial dentro, sácalo trabajando, pero no por eso trastornes a los demás. Me da un poco de pereza eso del 'genio creador artista'.

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Tu personaje es un policía que persigue nazis en Denia en 1982, todo basado en hechos reales...
Algunos de los más buscados vivieron aquí a cuerpo de rey. Los nazis son los mayores antagonistas posibles, pero en este caso la acción no se sitúa en la Alemania de Hitler, sino en la España de los 80, y eso lo hace aún más potente. Porque el concepto nazi se convierte en el máximo exponente de esos errores del pasado con los que no deberíamos volver a tropezar, con todas las escalas por medio. El viaje de mi personaje es un camino hacia la empatía por el dolor ajeno. Cuando llega a Denia, él está acostumbrado a ser un brazo ejecutor, nada de mente pensante, todo en un contexto en el que la policía todavía no se había aireado al cien por cien de esas herencias adquiridas del franquismo. Pero cuando se ve ante ese antagonista, ante los nazis, va adquiriendo esa visión crítica que todos necesitamos cultivar para no caer en los errores del pasado.

Haces de padre. ¿Sensaciones?
La peque que hace de mi hija tiene más o menos la misma edad que yo cuando empecé. ¡Así me debían de ver a mí! Y ahora soy yo el señor con bigote… Joder, ya soy una persona mayor.

Volviendo a tus amigos, también cuentas con muchos en la profesión. Cuando te juntas con muchos actores, ¿no hay peligro de muerte por intensidad?
Yo con la intensidad no me llevo muy bien [risas]. Sí que es verdad que tengo a mi alrededor bastante colegas actores y actrices que son gente de puta madre, porque además muchas veces te conoces en un momento de vulnerabilidad en el que te estás exponiendo emocionalmente.

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Darío Vázquez
Traje de Emporio Armani y camiseta de Abanderado.

Irene Escolar se rio de esa intensidad en Paquita Salas de una forma genial…
Ire es una tía increíble. Tiene una formación cultural de la hostia, pertenece a una saga familiar, es actriz desde que nació, puede parecer un libro hablando… Está esa Irene tan interesante y luego la Irene de la que me hice amigo cuando coincidimos en la obra Mammón, que era una más, la primera en tirarse al fango.

Los dos tenéis un olfato brutal para el teatro.
Te cuento una anécdota. Hace unos años me fui a vivir cuatro meses a Londres y allí vi una función, El cojo de Inishmaan, protagonizada por Daniel Radcliffe. Volví a Madrid con la necesidad de hacer esa obra aquí, lo hablé con mi repre… Y a la semana me enteré de que Irene también había estado viviendo en Londres, también había visto la obra, se había hecho con los derechos y ya había liado a Gerardo Vera para montarla en el Teatro Español. Fue la primera vez que oí hablar de Irene. Sobre el olfato para el teatro, que quizá es una mezcla de radar, criterio y suerte, sigo un consejo que me dio Juan Echanove: “Ten mucho cuidado al decir ‘sí’ a una obra, porque al día siguiente de escuchar aplausos pobres o leer una mala crítica, la tienes que volver a hacer y se sufre mucho”. Así que me he vuelto bastante cauto, hasta ahora he tenido el privilegio de escoger solo lo que me peta la cabeza.

Pregunta seria: ¿podemos afirmar que Daniel Radcliffe es el Ricardo Gómez anglosajón?
[Ríe a carcajadas] Él tiene merchandising de Harry Potter hasta en Beijing. Yo todavía no he visto un funko con mi cara. A niveles muy distintos, sí hay algo similar. Creo que si nos sentáramos a hablar tendríamos muchas cosas en común. Su salto al teatro me pareció superinteresante, quizá inspirador de manera inconsciente. Desaparecer del foco mediático absoluto para ir la raíz de tu profesión. que es actuar y ya está. Es verdad que escoge algunas películas un poco freaks con las que yo no conecto tanto, pero a la vez se lo admiro un montón: seguir tu propio criterio aunque sepas que a la mayor parte de tu fandom no le va. También me interesa mucho Robert Pattinson, que salió marcadísimo de una saga y ha demostrado un coco increíble para llevar su carrera.

ricardo gómez en la revista esquire
Darío Vázquez
Camisa, sobrecamisa y pantalón de Duarte, camiseta de Sandro y botas de Calzados Pitillos.

¿No era más cómodo ser una estrellita de Instagram, como muchos de tu generación?
No es como tomar la pastilla azul o la roja. Son mil pequeñas y grandes decisiones con las que vas esculpiendo tu camino. Que han supuesto grandes quebraderos de cabeza para mí y para la gente que tengo cerca, porque soy muy detallista y minucioso. Lo complicado es tener la idea de cómo quieres que sea la figura una vez esculpida.

“Dijo Ricardo mientras echaba un sobre entero de azúcar en el café con leche...”.
Esto es muy poco Esquire, ¡mierda! Si además siempre lo tomo solo, ha sido por la foto del menú con el sándwich mixto… ¿Dónde está el puto coñac? Oye, que yo también tengo partes oscuras a tope.

Lo dices de boquilla, ni siquiera nos has contado que has pasado por un infierno de drogas y traumas en plan Macaulay Culkin
[Risas] Evidentemente no soy solo ‘el niño que creció en vuestras casas’, pero mis problemas e inseguridades los viven mis colegas. Va por épocas. Ahora estoy bastante bien, de hecho estoy ayudando a varios colegas a mi alrededor que están pasando momentos más chungos. Cuando soy yo el que 'se atrapa' suele ser por dudar de si estoy haciendo bien las cosas, si he tratado bien a esta persona, si no quiero hacer daño pero a la vez… O por inseguridades artísticas. Puedo ser muy obsesivo. A la gente que tengo cerca le puedo pegar unas trallas… En general convivo con una seguridad bastante continua, y creo que es lo que desprendo. Así que, cuando entro en los pozos de inseguridad, son más profundos. Pero también sé salir de ahí. Está bien, creo que si no existen esos lugares en que uno se cuestiona y se tira piedras contra sí mismo, sería todo muy falso, seríamos maniquíes. Bienvenidas las aristas y las mierdas.

ricardo gómez sonriendo
Darío Vázquez
Camiseta de Calvin Klein y sobrecamisa de Walkers Appeal.

Ayudante de fotografía: Gabo Boza · Peluquería: Jesús Gil · Edición de vídeo: Diego Arjona · Maquillaje y peluquería en vídeo: Ana Belén Soanes para Mery Makeup

*Este artículo aparece publicado en el número de noviembre 2021 de la revista Esquire

portada de la revista esquire de noviembre 2021 con alejandro sanz
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