Quedar con Asier Etxeandia para hablar del poder del arte en el Museo Reina Sofía. ¿Puede haber un plan más estimulante? Nos citamos con el actor y cantante en particular, artista polimórfico en general, en esta segunda entrega de nuestra sección 'Y ahora en serio', para profundizar en cómo surgió en él la pulsión creadora y en el efecto que busca a la hora de inocular ese veneno glorioso en el público que ve sus películas y series o asiste a sus obras y conciertos con Mastodonte.

Entre esculturas de Juan Gris, proyecciones de Buñuel y rayadas de Dalí, Asier nos regala una charla eléctrica y sincericida, también al borde de la explosión cuando un helicóptero o algún viandante gritón armado con un teléfono móvil interrumpen su discurso: "¡Si es que lo que en verdad quiero es poner una bomba y cagarme en todos los protocolos! Eso sí que sería arte: me ponéis en una sala y que vaya entrando la gente para ver cómo me cago en todo", suelta entre el cachondeo y el cabreo máximo. No contamos nada nuevo si decimos que Asier es de extremos, de esos que se tocan y provocan terremotos catárticos en él mismo y en quien lo mira. Te invitamos a que lo mires a la cara en el vídeo superior y a que leas la entrevista completa a continuación.

¿Cómo recuerdas ese primer impacto artístico que te tocó por dentro?
Gene Kelly, Cantando bajo la lluvia. Tengo el recuerdo de quedarme pegado al televisor e intentar imitarle toda mi infancia. A partir de ahí me obsesioné con la danza, el cine, el carisma. Después he tenido muchos más referentes, pero la primera vez que descubrí que quería ser artista fue con Gene Kelly.

¿Qué provocaba en ti esa sensación de querer ser artista?
Para mí el arte es igual a conmover. Me ha ayudado desde que tengo uso de razón a entender la vida desde un lugar mucho más emocionante. Entender desde el corazón, desde fuera de lo cotidiano, lejos de protocolos y de lo políticamente correcto, de la educación. El arte provoca un lenguaje mucho más interesante que todo el mundo conoce y entiende. Arte es igual a conmover. Si te conmueves, creces. Si creces, aprendes. Y, si aprendes, eres como un árbol que puede dar sombra a los demás.

¿Notabas que el arte te protegía?
Todo el mundo tiene un secreto que le da poder y confort, te hace sentir seguro, y ese secreto tiene que ver con cosas que no se pueden explicar. Eso te lo da el arte: lo que te ocurre cuando escuchas una canción con los cascos por la calle o a media noche solo en tu casa, cuando estás destrozado y te han roto el corazón, lo que te ocurre cuando ves una película y de repente entiendes qué es el amor y la compasión y lloras de belleza. Son cosas necesarias para poder convivir en esta sociedad y para no convertirte en un hijo de puta. Es un poder muy grande. Más grande que el de cualquier superhéroe. Por eso creo que los artistas tienen una misión importante: por muchos mítines que nos den o que nos intenten educar, si no te has conmovido, si algo no ha sido lo suficientemente punki como para destrozarte por dentro, no lo vas a entender porque no existe la catarsis. Por eso creo en lo valiente, lo que rompe el sistema. Y en que el arte no tiene solamente que ver con la belleza, no estamos para entretener ni para hacer cosas bonitas sino para romper las cabezas y, por el camino, ser mejores.

"Arte es igual a conmover. Si te conmueves, creces. Si creces, aprendes. Y, si aprendes, eres como un árbol que puede dar sombra a los demás"
asier etxeandia posa para esquire en el museo reina sofía ante una proyección de escorpión perteneciente a una película de buñuel
Carlos Hidalgo
Asier Etxeandia, ante una proyección de Buñuel en el Museo Reina Sofía.
asier etxeandia posa para la revista esquire frente a una proyección de una película de buñuel que se refleja en su rostro en blanco y negro
Carlos Hidalgo

¿Cómo fueron las primeras hojas de ese árbol chiquitito, tus primeros brotes artísticos?
Yo soy fracaso escolar, es curioso que se ponga a hablar de arte y de cultura alguien que sacaba todo 'muy deficiente'. Me pasé toda la vida encerrado en mi habitación, fomentando una imaginación desbordante que incluso estaba en mi contra porque no todo el mundo la entendía. Me hacía mis propias escenas, mis entrevistas, y opinaba sobre cosas muchos más abstractas y extrañas, cantaba y bailaba continuamente… Me imaginaba un público que se emocionaba y decía: "A mí también me pasa lo que te pasa a ti".

¿Y cuál fue el siguiente paso?
Yo quería cantar. Me pasaba la vida fascinado con la idea de un cantante solo en escena, como un monólogo: la emoción en la emisión de la voz, la unión con la luz, el vestuario… Hablo desde Édith Piaf hasta Madonna, que me volvía loco, de la energía de los Sex Pistols a Prince. En Bilbao empecé a cantar con bandas de rock and roll. Luego me fui de casa de mis padres y una cosa me llevó a la otra. Estuve cinco años estudiando teatro, empecé a trabajar bastante como actor en compañías de teatro de calle, cortos… Pero nunca se separó de la música. Siempre estuve huyendo mucho de las etiquetas, porque parece que si cantas y encima eres actor, eres actor de musicales (hace el gesto de vomitar). Con todos mis respetos porque me vuelven loco los musicales, pero es que intentamos reducirlo todo siempre. Yo tengo la imagen de aparecer en una película de época en el 1800 haciendo lo que hago ahora, ¿cómo se quedarían? A mí lo que siempre me ha emocionado es el shockear, incluso que alguien en el público sienta ese "oh, Dios mío". Es mi motor principal, que no me entiendan pero que no puedan dejar de verme.

¿Y has conseguido de alguna manera que te entiendan?
Creo que lo estoy consiguiendo. Al principio no me entendían y también podían reducirme con la idea de "es que Asier es muy intenso". ¿Intenso? Pues no has visto nada (risas). El otro día vino a verme Almodóvar a un concierto y me hizo mucha gracia por que me dijo: "Asier, es que tú buscas la catarsis en cada canción y eso no puede ser". Sí, busco la catarsis en cada mínimo movimiento. Y con las herramientas que me ha dado la interpretación y el conocimiento que he ido adquiriendo, busco que no se quede en una paja sino que llegue al otro, que provoque preguntas, controversia, extrañeza o incluso vergüenza.

"Intentan reducirme con la idea de 'es que Asier es muy intenso'. ¿Intenso? Pues no has visto nada"
asier etxeandia camina decidido por una galería del museo reina sofía
Carlos Hidalgo

¿Qué se siente a nivel físico cuando notas que generas esa energía transformadora y cuando ves las cara de asombro en el público?
Es muy parecido al sexo. El arte se parece al sexo en que es irremediable, es animal, es excitante, es extraño, es traumático, es vergonzoso… Y no puedes dejar de hacerlo.

A ver cómo te pregunto esto finamente… ¿Te has corrido en escena?
Me corro cada día que subo al escenario. Se me ponen los pezones como escarpias… Y no emito flujo porque para eso necesito un contacto (risas). Es donde tengo más capacidad de seducción y de poder, no por mí sino por el romance hacia el público. El artista está esperando al público como el que espera a su amante para hacer el amor. Si no hay un testigo de lo que haces, no tiene sentido hacerlo, se convierte en una paja. Que está muy bien… Pero dura poco. Yo quiero ser 'el gran masturbador', como el cuadro de Dalí (risas). ¡El gran satisfyer!

Todas estas ideas las has comprimido en una escultórica Menina, La valiente, que posa orgullosa en la plaza de Santa Ana, frente al Teatro Español de Madrid.
Me pareció maravilloso transformar y darle mi personalidad a un icono tan grande y tan nuestro como una Menina, como un lienzo en blanco. Quería homenajear todo lo que me ha inspirado en mi vida y también recargarla mucho, porque yo soy muy recargado. Todo el mundo intenta que haga menos, pero es que yo soy así. Que se jodan, es lo que hay. También puedo hacerlo chiquitito, pero cuando yo decida. Más que grande o pequeño, lo principal para un artista es ser generoso. Y exponerte. Lo que más vergüenza te dé, eso es lo que hay que sacar. Utilizarte como cobaya porque, si lo que intentas es agradar, eres un fraude. Y eso es lo peor. Yo todo el rato siento que soy un fraude.

¿Te castigas?
Muchísimo. Me miro con lupa para darme cuenta de cuándo no soy honesto o consecuente. Quiero que lo que pasa por la cabeza sea coherente en conexión con el corazón, que mi discurso sea de verdad. Yo estoy lleno de miedos, aterrorizado y expuesto, y no me queda otra opción que hablar de ellos. Por eso me gustaba la idea de colocar en la Menina los sufrimientos, que son esos nueve clavos: los cinco que tiene en la espalda son los juicios y las envidias, el de la garganta es el grito, donde sonoramente se queda tu sufrimiento y tu placer, por eso en la voz está tu personalidad. El clavo de la cabeza son las preocupaciones y la resaca, el del corazón va por cuando te lo rompen, y el del sexo son los traumas, donde se ceba la religión. Es lo que me conforma a mí y lo que conforma a la Menina, lo que la hace valiente también, porque los muestra, no los esconde. Se planta ahí con todos sus colores como líquenes, como rugosidades, granos o imperfecciones de la piel que, depende de cómo los veas, son hermosos.

"Ser valiente es ir hasta el final con lo que quieres contar, incluso poniéndote en riesgo tú, tu salud mental, tu economía, el que ya no les gustes"
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¿Qué significa ser valiente para un artista en este contexto?
Ser valiente es ir hasta el final con lo que quieres contar, incluso poniéndote en riesgo tú, tu salud mental, tu economía, el que ya no les gustes. Si no, haberte dedicado al macramé, que también es muy bonito y hasta con el macramé puedes ser valiente. Por eso me irrita tanto esta cosa, presente en las redes sociales y en todo, de hacer del arte algo decoroso, políticamente correcto con todos los sectores. No. El artista está para reventar los sectores, para transmitir las ideas desde otro lugar, no desde el protocolo.

¿Entonces sigues teniendo miedo a que no te entiendan?
Sí. Tengo mucho miedo a terminar debajo de un puente. Solo, abandonado y sin dinero. Es un miedo real, el mayor de todos. Pero eso no va a provocar que intente hacer lo imposible para gustarte a ti, ¿no? Porque entonces no me conocerías ni te conocería a ti porque crearía un lenguaje en el que tú te comportarías igual, y no sería interesante.

"Tengo mucho miedo a terminar debajo de un puente. Solo, abandonado y sin dinero. Es un miedo real"
asier etxeandia posa para la revista esquire en un primer plano de su cara cortada por la mitad por un muro
Carlos Hidalgo

¿Qué se puede hacer para proteger el arte ahora que ni si quiera nos podemos juntar?
Es un momento muy terrible porque está en riesgo el ritual. Y no hay arte si no hay ritual. Yo trabajo sobre todo para juntarnos, rozarnos y tener un ataque de amor brutal, que es justo lo que no se puede hacer en este momento. Pero no podemos dejar que muera el ritual. Ahora toca ser muy responsables, cada uno tiene que saber cómo comportarse en según qué lugares públicos. Pero la revolución empieza en uno mismo, no prohibiendo sectores: ni la hostelería tiene la culpa de este puto virus, ni los teatros, ni los conciertos… La culpa la tiene cada uno de nosotros y nuestro comportamiento cuando perdemos la cabeza… que yo también la he perdido, no me estoy salvando. La única forma de hacer esto es siendo muy responsable pero sin tener miedo. Volvemos a lo mismo: en el momento en que tú reconoces que algo te da miedo, hay que hacerse una revisión para, sí, ser responsable, pero atacarlo aún más. El amor y el arte son para los valientes.