Los mejores discos de 2021

Tras 7 años sin sacar nuevo disco de estudio, Fito Cabrales y su banda presentan nuevo material. Y es muy fiel a su estilo. ¿Repetitivo? Sí, quizá, pero también signo inequívoco de que su sonido es un estándar del rock en español y sigue funcionando a la perfección para su legión de seguidores. Nada nuevo, nada mal para quien le guste.

Entrevista a Fito: "Pienso cada cierto tiempo que es hora de dejarlo"

Todavía no estamos en el terreno de los mejores discos, sino de los más populares, por si había alguna duda. La crítica se ha cebado con esta propuesta tan grandilocuente como galácticamente vacía de Chris Martin y compañía. Una pena, porque el avance, Coloratura, con sus 10 minutazos, sonaba a experimento bastante chulo. Pero el resto del álbum, salteado de interludios melódicos random, respira dejadez creativa, como versiones pobres de éxitos pasados, incluidas las colaboraciones con Selena Gómez y BTS.

El rey midas del pop británico se lo ha puesto fácil a los críticos musicales. Todo igual. Melodías pegadizas + letras genéricas = radios y tik toks dando palmas con las orejas. Más allá de la fórmula perfectamente medida, a estas alturas Ed Sheeran es más un invitado de El hormiguero que un artista capaz de aportar algo a la música más allá de grandes números.

Para que veáis que lo de lista ecléctica iba en serio. Nos exponemos con gusto a todas vuestras collejas melómanas con la inclusión de Teatro D'Ira, el tercer disco de la banda italiana que ganó Eurovisión con Zitti E Buoni (conocida entre mis amigos como Forno di pietra). Ni el absurdo test de drogas, ni la acusación de plagio, ni el hecho de que las 8 canciones que componen el disco no aporten nada nuevo, puede ocultar lo que nos pone que Damiano David y los suyos hayan devuelto el rock a la primera línea del festival musical más seguido del mundo. Su sonido es efectista y bastante básico, lo que no quita que estén sobrados de rollo y despierten muchas ganas de verlos en directo. Por ahora, la canción que más está sonando del grupo es su versión de Beggin'… que no está en este disco.

Si no has cerrado la pestaña al ver al candidato anterior, aquí va otro órdago suicida: en Esquire tendríamos que volver a nacer tres veces para escuchar una canción entera de Rauw Alejandro sin arrancarnos las orejas, pero hay que ser ciego (o sordo, que en este caso sería una ventaja) para no ver que es el fenómeno de 2021. El puertorriqueño es básicamente la persona más escuchada sobre la faz de la tierra, y todas sus creaciones (o procreaciones… vale, ya paro con las acotaciones) están incluidas en este disco, el clímax del año de "mueve tu culo, bebé" y toda la lírica reguetonera. Ahí queda.

El excandidato a la presidencia de los Estados Unidos presentó su disco Donda como si fuera el segundo advenimiento musical de la historia de la humanidad. 27 canciones, una barbaridad, en las que habla de Jesucristo, de su madre, quizá también de Kim Kardashian y de Drake, si te gusta leer segundas intenciones. La realidad es que este desparrame no ha sido bien acogido por la crítica. Vamos, que los han calificado como un gran absurdo. A nosotros se nos escapa su estilo, así que escucha tú y dictamina.

Es un cajón desastre rarísimo del que salió por sorpresa la canción más cool, o más cold, del verano: el remix de Cold Heart con Dua Lipa metiendo todo el rollo al estribillo. 16 colaboraciones de su padre y de su madre, cada una en un estilo e incluso grabadas para otros proyectos distintos que se meten bajo la mascarilla multicolor del divo británico como si hubieran partido de él. Un poco de morro, sí, pero a estas alturas como que no le va a importar lo que diga la crítica.

Su triunfo en los premios MIN confirma el interés de este proyecto en el que Delaporte se une a algunas de las grandes voces femeninas de la música española. Uno de los discos mejor cantados del año que quizá peca de obvio en sus mensajes feministas y a ratos suena a coral de misa, pero que eleva el pop urbano de este grupo a un espacio mucho más relevante. Nos encantan especialmente las colaboraciones con Amaral y Belako.

Rock, psicodelia y un punkerío muy cool tiñen el disco más brillante de esta artista multidisciplinar (quizá te suena porque presentó La hora musa en La 2), con un concepto que por momentos se acerca al primer sonido de Dover, pero en una clave más juguetona y experimental. Simplemente, muy guay.

La sombra de la Coldplay sigue muy presente en las nuevas canciones de Imagine Dragons, un grupo llena-festivales que cuenta con un buen puñado de himnos pop. En este primer acto de Mercury ahondan en esas melodías sensibles que estallan en estribillos grandilocuentes: artificio sin personalidad para unos, subidón mágico para otros.

Si hace poco vimos que Courney Love le dio medicina de la mala a Dave Grohl con unas acusaciones muy tremendas, el músico y su grupo insisten en darnos la medicina buena de siempre. Un puñado de canciones que no inventan la pólvora pero que mantienen a los Foo Fighters en ese limbo rockero atemporal, un poco más soft que de costumbre pero igual de efectivo. Nada nuevo, nada mal.

Mon Laferte hace doblete en 2021, porque a finales de octubre saca otro disco, 1940 Carmen. Por ahora nos quedamos con Seis, un homenaje a su México adoptivo (lleva años viviendo en ese país) que suena a ranchera, a corridos, a Chavela Vargas y a Rocío Dúrcal. Quienes echan de menos que las grandes voces tengan su espacio en la industria (☝️), pueden gozarse este disco de principio a fin, porque Mon Laferte está pletórica.

Todavía recordamos cuando, hace más de tres años, C Tangana dijo en Esquire aquello de "soy una futura superestrella de la música urbana". Si no fuera extremadamente tímido, Sen Senra nos podría haber dicho lo mismo cuando nos juntamos con él para hablar de Corazón cromado (y hacerle unos fotones tremendos). Porque el disco de debut del gallego es justo eso, el corazón que le faltaba a la música urbana española. Un proyecto espléndidamente concebido desde la producción pero que no se queda en la carcasa y el fanfarroneo (que lo hay), sino que brilla cuando pisa terreno sensual y sentimental, como en Tumbado en el jardín viendo atardecer. Ah, y el propio C Tangana le da su bendición en la fluidísima Qué facilidad.

La última chica Disney merece un puesto en la lista porque se ha marcado un álbum de debut de esos que se convierten en la banda sonora de una generación. Joven, sí, claro, que la relevancia musical no se mide solo sentado con una copa de coñac ante un equipo de música maravilloso, sino también con un mini de calimotxo y llorando mientras ves un vídeo de Youtube en un móvil con la pantalla rota. Rodrigo ha sabido captar la onda intimista de Billie Eilish pero amplificada (vulgarizada, dirán otros) por un concepto pop mucho más abierto y asequible. Corazones rotos, melodías más que interesantes y una voz que ha venido para quedarse.

A la espera de que un tifón arrase la industria musical actual y algún Noé con un poco de gusto empiece desde cero, nos trasladamos a la orilla festivalera agarrados a este madero de Royal Blood. El dúo británico que se hizo muy popular por sus riffs de bajo pone ahora un pie en los sintetizadores en un álbum que por momentos roza lo discotequero, pero que los consagra como avanzadilla brit-rock. Typhoons es, sobre todo, el disco que querremos escuchar y bailar en directo cuando la mierda pase.

Qué lejos queda ya aquel Tom Odell que conmovió al mundo con su Another Love. El británico se ha ido alejando del mainstream y presente en su cuarto disco unas composiciones muy honestas, que reflejan sobre todo sus problemas de ansiedad, con un juego sonoro sorprendentemente variado. Hay piano y voz, sí, pero también derivadas electrónicas e idas de olla a golpe de sintetizador. Perfecto para escuchar de bajón.

Con su flamante Oscar por la canción de Judas y el Mesías negro, Gabi Wilson se confirma como la nueva voz del R&B con Back Of My Mind. Un proyecto sexy y extremadamente bien producido que suena a gloria para los fans de un género quizá algo estancado que todavía baila entre la delicadeza de Sade y la estrofa del rapero de turno. En España seguirá sin encontrar su sitio.

La reconexión luminosa en tiempos de oscuridad de Meiuqér, el primer single y mejor tema de este disco, sirvió a Mikel Izal para plantar cara a los fantasmas del pasado, con feísima polémica incluida, y empezar de nuevo. Fantástico arranque para un disco que por momentos vuelve a la fórmula clásica de versos crípticos y estribillos explosivos, pero que también busca asiento en otros sonidos menos trillados, unas veces con más acierto (Inercia) y otras raspando el cringe (Fotografías).

Al contrario que Royal Blood, Kings Of Leon, los verdaderos reyes de la selva festivalera, han sacado un disco adaptado a las circunstancias. Una sombra de lo que identificamos como su música habitual, como indica la portada. Una colección de medios tiempos intimistas (o no tanto, que hay mucho ritmo potencial para los directos) que ni por lo más remoto van a conseguir la repercusión de himnos como Use Somebody… pero que aguanta una buena escucha en casa. Las canciones de When You See Yourself tienen un punto atemporal, como si huyeran de la ansiedad por ser modernas, y eso quizá será su gran virtud a la larga.