Es lunes y en Carabanchel (designado el tercer barrio más cool del momento según una revista británica) la vida de barrio está en todo su apogeo. Son apenas las diez de la mañana y mientras espero a Carlos Escobedo, el líder de la banda de rock/metal Sôber, frente al portal en el que me ha citado, veo bajar señoras con su carrito de la compra vacío y estudiantes tardones, con la prisa en la cara. Tras un rato, la persona de la discográfica que me sirve como enlace, le llama para decirle que estoy aquí esperando y al momento, asoma la cabeza por el portal. “Perdón, llevo un buen rato ya en el estudio trabajando”, se disculpa. Le seguimos al interior y descubrimos que el estudio está camuflado en una construcción prefabricada, en el patio interior de la vivienda. Al entrar, hay un espacio de lo más coqueto, donde nos sentamos a charlar mientras vemos tras el cristal un guitarra en plena grabación.

“Aquí estaremos tranquilos”, dice Escobedo con una dulzura que me sorprende. Y es que, para quienes vivimos la época de las tribus urbanas, el heavy (así llamábamos al metal en aquella época) era de tipos duros. Y los Sôber fueron una de las bandas míticas de aquella época, que sobrevive a pesar de que hubo unos años en los que se desmembró mientras algunos de sus componentes probaban suerte con proyectos alternativos. Desde luego mantenerse hoy en día fieles a su sonido, tan característico, tiene muchísimo mérito. Seguramente el tener un público fiel, que sigue consumiendo su música y yendo a sus conciertos (en el del 8 de marzo en Las Ventas han hecho sold out), es el secreto de su longevidad. Mi intención es comprobarlo a través de esta charla.

El disco que sacáis ahora, Retorcidos, es en realidad una actualización de vuestro primer disco, Torcido, con alguna canción nueva. Revisitar un disco que hicisteis hace treinta años, en vuestros inicios, ha debido ser un viaje muy particular. ¿Era un tema pendiente o simplemente un homenaje?
Un tema pendiente. Cuando se grabó ese disco teníamos mucha ilusión, yo con 19 años, imagínate… Pero ¿qué ocurre? Pues que entonces una productora se puso en contacto con nosotros y nos ofreció grabar nuestro primer disco. Tenía algo que ver con Polygram, una compañía que ya ha desaparecido, pero que entonces era muy conocida. Así que nosotros, convencidos de que nos habían fichado, tan contentos. Pero resultó ser una artimaña para sacarnos el dinero. Pidieron un adelanto en nuestro nombre a SGAE [la Sociedad General de Autores y Editores], que nosotros estuvimos pagando hasta 2001 y no vimos nunca un duro. Nos lo grabaron todo en un fin de semana a primeras tomas, diciéndonos que todo se arreglaría en la mezcla. Nos dieron lo que habían grabado y aquello era una chapuza, hasta tal punto que después tuvimos que grabar los timbales, y desaparecieron. Así que ese disco resultó ser una maqueta, en la que había muy buenas canciones, buenas letras, melodías y un estilo incipiente, el estilo Sôber.

“Por una artimaña nos sacaron un millón seiscientas mil pesetas de la época, que era mucha pasta”

Hace poco, revisando en un pequeño estudio que tengo en casa, empecé a coger canciones de ese disco e intenté levármelas a cómo sonarían ahora. Y la primera canción me entusiasmó y la segunda, la tercera… Se las pasé a los compañeros y todos estaban de acuerdo en que molaban un montón, que eran buenos temas. Y fíjate que han pasado casi 30 años, pero no suenan antiguos, suenan un poco parecido a lo que hacemos ahora. Así que, poco a poco se fue gestando la idea de rehacer ese Torcidos y de llamarlo Retorcidos, para indicar que le íbamos a dar una vuelta. Pero eso sí, confiando en su esencia, que es de la que nace el grupo y de ese estilo con el que hoy en día se nos reconoce. Hay muchas bandas que suenan a Sôber, pero ese sonido estaba creándose en ese momento. Así que, de alguna manera, este era el momento. Rehacer este disco es como un regalo de cumpleaños para nosotros, para que de ahora en adelante, al mirar atrás, no lo veamos como algo negativo, que el sonido pues no era bueno, que nos engañaron… Y para nuestro público porque hemos sacado todo lo bueno que tenía, la esencia y se lo vamos a regalar, para que también pueda disfrutar de ello.

Lo importante es que no pudieron con vosotros y treinta años después aquí estáis, lo que no es tan fácil en el mundo de la música.
Sí, a veces pienso que si no hubiésemos pasado por aquello, si no hubiésemos sacado fuerzas de flaqueza y hubiésemos luchado por hacer otro disco mejor, a lo mejor no hubiésemos llegado hasta donde estamos. Por sacarle la parte positiva ¿eh? Porque nos sacaron un millón seiscientas mil pesetas de la época, que era mucha pasta. Yo como compositor fui el que más perdió, estuve mucho tiempo sin ver un duro de autores, porque todo lo que llegaba era para reponer esa pella. Y encima nos enteramos de que no fuimos los únicos. Nos hicieron lo mismo a diez grupos, pero a los demás se les perdonó la deuda, porque se dieron cuenta de que había sido una estafa. Pero a nosotros, como estábamos ya asomando la cabeza, nos hicieron pagar toda la fiesta. Fue una estafa del tal Jesús Mol, que estaba en Polygram, e hizo algo que ya no se puede hacer. Ahora autores para dar un préstamo sobre mis temas, tengo que ir yo a pedirlo, no dejan a terceros hacerlo por ti. Era una artimaña que nos tocó y de todo se aprende. A partir de ese momento yo decidí llevar mis cuentas y mis cosas. Teníamos que intentar hacerlo mejor, y yo creo que a partir de ahí surgió todo lo que vino después. Dicen que a veces se gana y otras se aprende, pues eso.

"En el indie sale un grupo y en un año llenan un Wizink. Molaría que eso pasase en el rock, pero no hay oportunidad para las nuevas bandas"
sober nuevo disco retorcidos gira 30 aniversario
Silvia Catalan/Sony//Esquire

El rock metal nunca ha sido mainstream, quizás hubo una época en la que sonaban algunas baladas en la radio… Pero ahora el rock en general se ha convertido en música de nicho.
Sí, tienes que ir a buscarla. Ir ahora a un bar y que te pongan rock es casi imposible. Yo recuerdo que nosotros en el 2002 y 2003 estábamos sonando en los 40 Principales como música genérica. Era lo que se ponía entonces en la radio. Sonábamos nosotros, pero también sonaban Mago de Oz, Dover… Había rock en todas partes y de repente, a partir del 2006 o el 2007 desapareció y ahora tienes que ir a buscarlo. Pero yo siempre digo que gente a la que le guste el rock hay. Tienes festivales como un Viña Rock, en el que se juntan ochenta mil y Iron Maiden toca en el Wanda ante cincuenta mil personas. Pero tienen que ser bandas muy clásicas, porque bandas nuevas no salen porque no hay oportunidad. No es como en el indie, que sale un grupo y en un año llenan un Wizink. Molaría que esto también pasase en el rock, pero no pasa.

Es una pena, porque la cultura musica de las nuevas generaciones se reduce muchísimo. ¿La gente más joven se acerca a vuestra música?
Mi hija ahora tiene 20 años, pero recuerdo llevarla a ver la película de los Pitufos y que en la banda sonora estuviera AC/DC. Si con cuatro años ya has escuchado ese sonido de guitarra no te extraña; si no lo has oído nunca, la primera vez te puede parecer estridente. Como a mí cuando oigo reguetón [risas]. Ahora estamos notando algo que es maravilloso, pero que nos hace muy mayores, y es que los padres traen a sus chavales con 12 o 13 años a nuestros conciertos, para que escuchen buena música de verdad. Esto empezó a pasarnos en la pandemia, porque los conciertos que hacíamos eran sentados y la gente se animaba a que vinieran los chavales, porque no había tanto jaleo. Y a partir de ahí empezamos a ver esta nueva generación. Nosotros tenemos que decir que como tuvimos ese pequeño parón en el 2004 y no volvimos hasta 2010, tenemos una generación que se enganchó con nosotros en el 2010 y que conoce más a los Sôber más recientes y los otros, que son los de siempre, los que nos siguen desde el 96 o el 97 . Entonces a veces se juntan esas dos generaciones: chavales de 27 o 28 años y los cuarentones, cincuentones o más.

Habéis vivido la revolución tecnológica del mundo de la música. ¿Cuál crees que es su lado más positivo?
Creo que ahora hay unas herramientas maravillosas que ojalá las hubiésemos tenido cuando empezamos. Yo, con mi grupo, crecí en un ambiente donde no había internet, así que no sabías si tu canción estaba funcionando, si se las estaban pasando de cinta a cinta entre los amigos, no teníamos ninguna referencia. Ahora sí, te puedes meter en Youtube y ver las visualizaciones. Y te metes un Spotify ves desde dónde se te escuchan más, y si ves que te escuchan más en Valencia, pues puedes programar un concierto allí, tienes ese tipo de herramientas que te dan una fluidez. ¿Qué ocurre también? Que dentro de toda esa oferta, que es mucha, tu música se diluye un poco. ¿Que te puede escuchar un tío en Japón? Pues sí, pero cómo te va a escuchar ese tío de Japón si jamás entraría en tu perfil. Nosotros, que grabamos aquí y hacemos producciones a mucha gente joven, vemos que se encuentran con ese problema. Estos chicos que están grabando ahora mismo en el estudio tendrán veintitantos y lo tienen muy complicado porque pueden meterse en Youtube, en Spotify, en todas las plataformas, pero… ¿Ahora cómo hago yo para que la gente entre en mi canal y me escuche? Porque playlist de rock hay muy pocos. Tú coges una playlist de rock callejero o rock estatal, que son las que hay, y ves que están Fito, Marea, Overdal, Extremoduro… Molaría que hubiera cabida para bandas nuevas, que entre esos cincuenta, pudieran ir rotando bandas nuevas, pero no sucede. Y sin embargo te vas al indie y hay mil playlist. Al final no hay una gran salida para bandas de rock. Y tampoco para tocar, porque antes en las salas te pagaban por tocar, incluso antes de tener un disco. Ellos hacían barra y se quedaban con la entrada o íbamos a medias… Pero ahora tienes que pagar tú, así que es muy difícil.

"A mí me gustaban mucho Spandau Ballet y Duran Duran, pero los tenía que escuchar a escondidas"
sober nuevo disco retorcidos gira treinta aniversario
Silvia Catalán/Sony//Esquire

En este Retorcidos hay un tema, Habitación 208, que va a formar parte de la BSO del videojuego Oxide Room. ¿Crees que esto puede ser un poco una vía de entrada para enganchar nuevo público?
Yo creo que sí, porque va a haber mucha gente que con 18 o 19 años juegue a los videojuegos y de fondo suene nuestra canción, en castellano, y le llame la atención y nos busque. Porque estamos muy acostumbrados a que en los videojuegos suene música en inglés y puede que les llame la atención, de repente, escuchar un tema en castellano. Esta productora y los creadores del videojuego han creído en el castellano y se va a traducir a cinco idiomas, pero el castellano es el idioma oficial. Entonces vas a poder jugar conmigo, yo voy a ser uno de los personajes y me vas a poder elegir para matar zombies con mi bajo. Hemos querido intentar unirnos a gente, que también cree en la música, pero buscando opciones diferentes. Porque si no, ya sabemos que sacas un disco, va a Spotify y ya está. Sacas una edición especial, que por cierto va a ser chulísima, pero es el fan de verdad el que va a comprar la parte física, así que hay que intentar abrir nuevos horizontes. Y el tema este del videojuego me pareció perfecto. Querían utilizar una canción ya hecha, Blancanieve, que les encajaba muy bien y fuimos nosotros quienes le propusimos hacer un tema nuevo, expresamente para el videojuego, del que no tuvieran que pagar nada a ningun tercero. Al programador le encantó y se le ocurrió hacer un videoclip dentro del videojuego. Así que nos pusieron los trajes y salimos tocando en plena acción y alrededor pasando miles de cosas. Estoy convencido de que estas nuevas tecnologías pueden ayudarnos a potenciar y utilizar esas plataformas para que el target de nuestro público se amplie, es una forma de acercarnos a estos públicos.

youtubeView full post on Youtube

Lo que tienen estas nuevas generaciones es que son más tolerantes. En la nuestra si eras de heavy no podías escuchar pop…
Totalmente, a mí me gustaban mucho Spandau Ballet y Duran Duran, todo este tipo de bandas porque tenían mucho rollo, y yo los escuchaba a escondidas. Ahora ya todo es tan ecléctico que te puede gustar U2, Metálica, Slipknot y además… Pablo Alborán.

Otro papel que ha cambiado mucho en el mundo de la música es el del productor…
Antes había productores que eran los que mandaban. Nosotros cuando hicimos Paradysso (2002), trabajamos con un productor que tenía un Grammy, había trabajado con Ramones, y había que hablar con su manager. Entonces el productor era como un gurú y los músicos éramos aquellos que les llevábamos un poco las bases y ellos ya lo hacían todo. Ahora, el momento productor se ha convertido un poco en el nexo de unión con la compañía y es más el que compone con el artista. Porque ahora, como dice Residente, para hacer una canción hacen falta ocho personas. Se trata más de que cada uno aporte su granito de arena. Yo creo que antes el músico tenía las cosas más claras y se unía con alguien que iba a potenciar su trabajo y ahora te unes con el productor, que es el que va a componer contigo. Yo recuerdo que los productores antes eran señores que costaban una pasta y tenían su agencia de manager, con el que tenías que hablarlo todo y ahora se meten contigo casi hasta en el local de ensayo, trabajan de otra forma.

También las nuevas tecnologías han ayudado mucho a eso, porque puedes hacer un disco casi desde cualquier sitio, con un equipazo que antes solo tenían en grandes estudios.
Sí, sí. Nosotros aquí estamos desde el año 2000 estamos produciendo discos y hemos pasado por, desde grabar en cinta de dos pulgadas y tener que repetir tomas hasta lo que sucede ahora, que estás con el ordenador y si te has equivocado es sólo pinchar aquí y poner lo nuevo allá. Todas estas herramientas son muy buenas. Lo único malo es que las bandas ahora a veces pierden un poco el el objetivo, que es tocar en directo. Preparan muy bien esos discos y luego a la hora del directo les cuesta defenderlos. Cuando antes era al revés, antes trabajábamos mucho el local de ensayo, los directos y luego grababas el disco. Por eso siempre se decía: “Sonáis mejor en en directo”. Y ahora es al revés, el disco se escucha increíble y luego lo ves en directo y no es así. Hay veces que ni los reconoces. Porque ahora se trabaja mucho la parte visual, la parte de los perfiles, pero sin olvidarte de que vas a grabar un disco y que tienes que llevarlo todo al directo. Antiguamente, los grupos se iban haciendo grandes porque iban a verte treinta, al siguiente iban cuarenta, porque los de antes se habían traído un colega… Y esto ahora ocurre poco.
El rock lo bueno que tiene es que esa autenticidad la tiene y las bandas como nosotros, con treinta años de historia, vivimos de la música. Y has tenido tu carrera con pequeños altibajos, pero más o menos siempre tienes tu público. Ahora tocamos en Madrid en el 8 de marzo y hemos hecho sold out, así que el público está ahí y quiere vernos.

¿Y hay algo en en este nuevo disco, que vuestros seguidores de siempre vayan a notar diferente en este disco?
Sí, la esencia está pero hemos cambiado bastantes cosas. Cuando yo me propuse rehacer este disco quise ser sincero conmigo mismo y conservar la esencia de la canción, la letra, pero darle ese punto de aire fresco actual. Y para eso, hay que bajar los tiempos, hay que definir bien los riff, hemos metido hasta algunos samplers, para darle ese punto un poco más actual. Quiero creer que el fan va a reconocernos, pero también va a ver valorar lo nuevo y que, el que no nos conozca, va a decir: “¡Hostia, me mola!”. Aunque siempre habrá alguien que diga que le gustaba más antes, aunque sonara a culo, pero era lo que ellos recuerdan.

"Las colaboraciones se han convertido más en estrategias de marketing que en una unión musical de verdad"
a group of men posing for a picture
Silvia Catalán//Esquire

Vosotros tenéis una cosa, de la que carece mucho la música actual, y es de la importancia que le dais a las letras. Eso marca otra diferencia, para quienes os escuchen de nuevas.
Para nosotros es trascendental. El otro día hablando con un amigo mío que es productor, me decía que ahora sí llevan mucho las letras inmediatas. Que tú estés en casa, te abras una lata, te enchufas Netflix, te acuerdas de tu novia… Y nosotros somos justo lo contrario. Estamos buscando una emoción, una historia, una experiencia. A veces me llaman para cantar con otro y yo necesito hacerla mía. El otro día me llamaron para cantar con Marea en el Wizink y tuve que coger la guitarra, tocarla y sentirla para hacerla mía.

El tema de las de las colaboraciones también es un mundo. Ahora quien no tiene una es como si no estuviera en el mundo, ¿no?
Y menos mal que hay algunos artistas que por fin han salido diciendo que a cierta colaboración les obligó la compañía. Se han convertido más en estrategias de marketing que en una colaboración musical de verdad. Si tú admiras a un artista y le invitas a tu disco, al menos que venga, que coma contigo y que salga algo natural. Mira, El Chojín, el rapero y yo hemos hecho una canción para su disco. Pues lo primero fue quedar para conocernos más, empatizamos y después quedamos los dos un día en el estudio y estuvimos los dos trabajando y al final cada uno tiene su parte, pero la canción es de los dos. Pero primero tiene que haber una conexión y al final la canción no es un pegote. La canción es una canción de dos artistas, con géneros distintos, pero que confluyen y está muy bien enlazada. Ha salido en su disco y su público ha flipado y el nuestro también y ya estamos pensando en cuándo la tocamos en directo. Se llama Zapatos Polvorientos y está en su nuevo disco. El mundo del rap, como el nuestro, creo que es muy auténtico y por eso a Chojín también le siguen después de tantos años.

Si tuvieras que resumir la historia de Sôber en tres temas, ¿cuáles serían?
Pues empezaría con Loco, que es de Morfología del 99 y es una canción que es una canción realmente sencilla, pero que creo que tiene mucha esencia. Sôber arranca con poca experiencia, pero con mucho que decir y yo creo que que Loco es una canción emblemática en este sentido. Luego sí que hay una época un poco más elaborada con una canción, como Diez años, que es una canción que se ha convertido en un himno, que tuvimos la suerte de grabar el videoclip en Estados Unidos y que tiene un estribillo muy esperanzador. Y otra puede ser Náufrago, que es la parte más melancólica del grupo, que es una pseudobalada y que también se ha convertido en una canción tan icónica que hay gente que la utiliza incluso para casarse. Porque es un tres por cuatro tipo valls y la gente baila con ella en su boda. Es increíble cómo una canción puede dejar de ser tuya para formar parte de la vida de la gente así.