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Imagínate tu comida favorita. ¿La tienes? Bien. Ahora imagínate comerla durante tres meses seguidos, sin descanso. ¿Te seguiría gustando como el primer día? Evidentemente, no. Pues lo mismo ocurre con algunas canciones. De repente, escuchas una que te atrapa, te excita, te vuelve loco. Y te la bajas en el móvil, la añades a tu playlist de Spotify, la escuchas en el coche, en el gimnasio. A todas horas. Te sabes la letra mejor que el nombre de tus hijos. Hasta que, pasado el tiempo, algo hace clic en tu cabeza y llega un día en el que, cuando va a comenzar el primer acorde, la pasas. ¡La pasas!

Ahí empieza lo que (sin ningún tipo de drama) llamaremos "descenso a los infiernos" de esa canción que un día te cautivó. Pero como sigue teniendo éxito, la sigues escuchando; y cuanto más la escuchas, más te chirría, más te agota, más ganas de echarte sal en los ojos tienes. Y llega un momento en el que no sólo pasas la canción, también la eliminas de tus archivos, porque cada vez que suena lo primero que piensas es que sería mejor pasar un fin de semana en Guantánamo.

De una forma más evidente, por aquello del idioma, esto nos ocurre con más frecuencia con canciones en español. Nos sabemos la letra, la entonación, nos sentimos auténticos artistas en la ducha. Las canciones en inglés las tarareamos, pero en español nos sabemos la letra de principio a fin. Y eso acentúa el hastío cuando ya estamos estragados de ella, porque aunque no queramos, en nuestro cerebro retumba siempre esas malditas estrofas que un día nos enamoraron y hoy querríamos borrar de nuestro disco duro.

Me apuesto un cheque regalo del ToysRUs que, mientras leías estas líneas, tú mismo has pensado ya en unas cuantas canciones en español que te encajan con estos parámetros. Seguro que alguna de esas estará en la lista que, tras un intenso debate, hemos elaborado en la redacción de Esquire. Sintiéndolo mucho, te pedimos que le des al play.

Clavado en un bar, de Maná

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Comenzamos con el grupo que más canciones podría tener en este listado, Maná, con quienes asumimos el reto de elegir sólo una de entre todas las obras con las que nos taladró por tierra, mar y aire el grupo mexicano durante la década de los 90 y comienzos de los 2000. Podría haber sido esta o En el muelle de San Blas, Corazón Espinado, Labios compartidos... Hubo una época en la que sólo sonaba Maná en la radio y las discotecas, no había más grupos sobre la faz de la Tierra. Elegimos finalmente Clavado en un bar porque tiene ese punto melancólico, tristón, de amor no correspondido y de queja permanente que te entran ganas de no volver pisar un bar en tu vida.

No rompas mi corazón, de Coyote Dax

A ver por dónde empezamos... Esta canción encima iba con bailecito, que al principio era algo como súper novedoso: empezaba a sonar la música en un bar y todo el mundo de repente se convertía en coreógrafo de Madonna. Con el tiempo se convirtió en algo un poco sonrojante. El estribillo aún retumba en nuestros oídos, y no es de extrañar porque la mitad de la canción era estribillo. Encima la canción no es ni original, era una versión en español de otra canción, Achy Breaky Heart, de Billy Ray Cyrus, el padre de Miley Cyrus. Un plot twist que no te esperabas.

Colgando en tus manos, de Carlos Baute y Marta Sánchez

Colgando de un árbol estaríamos ya si hubiéramos seguido escuchando esta canción, que se lanzó hace nada menos que 15 años. Pertenece al álbum De mi puño y letra del cantante venezolano y es la única canción que la gente recuerda, así que imagínate cómo serían las demás. la verdad es que el dúo Baute-Marta Sánchez nos dio ternura al principio y cantábamos esta romántica canción hasta haciendo la cena, con acento venezolano, ojo. Pero después de tres millones de escuchas, la frase "mi corazón está colgando en tus manos" era más un deseo literal que una metáfora de amor.

Carolina, de M-Clan

Ser adolescente y llamarte Carolina a principios del siglo XXI pasó de que todo el mundo te dijera "mira, tú canción" a que la misma mujer pensara "otra vez la puta cancioncita de los cojones". Todavía sigue sonando en las discotecas que ponen música ochentera, cuando esta canción nada tiene que ver con los 80. Sí, parece que llevamos escuchándola dos generaciones, pero es de 2001. También podría haber entrado en este listado otra mítica canción del grupo que ha envejecido peor que las panificadoras: Llamando a la Tierra.

Atrapados en la red, de Tam Tam Go!


Hablando de envejecer mal... Pero no podemos culparles, pobrecitos, lo hicieron con la mejor intención del mundo: ¡una letra dedicada al nuevo universo de internet! Guau. Salió en 1999, cuando el buscador en internet no era Google (que no había nacido) sino Altavista, cágate lorito. Al principio nos hizo muchísima gracia, luego ya nuestra percepción evolucionó de forma absolutamente opuesta a la misma velocidad que internet se iba introduciendo en nuestras vidas. Nos duelen los oídos al escuchar esta canción que siempre será recordada por aquella frase que dejó para la posteridad no Antonio Machado, sino Nacho Campillo, vocalista y líder del grupo: "Mándame un e-mail que te abriré mi buzón; y te hago un rinconcito en el archivo de mi corazón". Magia.

Soldadito marinero, de Fito & Fitipaldis

No me quiero meter en charcos profundos, PERO. Uno: todas las canciones de Fito suenan igual, y de esta burra no me baja nadie. Dos: por ese mismo motivo, Fito & Fitipaldis son el Maná made in Spain. Tienen tal cantidad de canciones amadas/odiadas que podría hacerse una lista sólo con ellas. Nos quedamos con esta porque es que encima no tiene ni letra, es decir, hay un estribillo que se repite dos veces, con otras dos estrofas y luego un final larguísimo y pesadísimo con las mismas dos frases repitiéndose una y otra vez. Seguro que te recuerdas abrazado a un amigo o amiga cantando ese final, ¿verdad? Todos lo hemos hecho.

La flaca, de Jarabe de Palo

Esta canción da nombre al primer disco de la banda, lanzado en 1996, y fue también su single más reconocido. Vale que Pau Donés ya no está entre nosotros y todos sentimos mucha pena, porque era un tío estupendo, pero aún hay gente que se pregunta cómo esta canción pudo sonar durante tantos años en las discotecas españolas. Que está muy bien, tiene ritmillo y cuenta una historia. Pero ya. Eso no significa que después de escucharla 10 millones de veces nos tenga que seguir gustando, menos aún cuando en una reunión de colegas alguien saca una guitarra y empieza a tocar los primeros acordes. Eso ya es bullying o como se llame.

La camisa negra, de Juanes

Pasaremos por alto que este tema del cantante colombiano se convirtió en un himno fascista en Italia porque, claro, el título de la canción se asemejaba un pelín a los famosos camisas negras de Benito Mussolini. Mal ahí el director de márketing de la discográfica. Por lo demás, un tema que hace referencia a un amor tóxico, como casi todas las canciones y series de televisión, y que te atrapa al comienzo porque dices "qué razón tiene" hasta que llega el momento en el que piensas "qué cansino". También es cierto que Juanes es como una mosca que revolotea continuamente por nuestra vida musical. Nadie sabe cuántos años tiene, parece una tortuga galápago de esas que envejecen muy lento.

La bomba, de King Africa

No tengo ninguna certeza ni tampoco ninguna duda de que esta es probablemente la letra más infantil de la historia de la música, con un estribillo que se repetía durante mucho más tiempo del recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Apareció en el año 2000 por obra y gracia de Alan Duffy, un argentino que se hizo llamar King África (WTF!) y que al principio nos hizo mucha gracia por su aspecto bonachón, con vestidos de colores y gafas de sol. Hoy podemos decir que la canción ha envejecido peor que las televisiones para ver películas 3D.

Opa yo viaze un corra, de El Koala

El término "vergüenza ajena" se identifica mucho con lo que sentimos ahora escuchando esta canción y recordando cómo nos la aprendimos de memoria y hasta la escuchamos en conciertos en la tele. El Koala hacía, según él, "rock rústico de lomo ancho", que nadie sabe qué cojones es pero que en aquel momento quedaba muy bien como lema y pegaba mucho con la imagen del, ejem, cantante. El gran One Hit Wonder de la música en español en el siglo XXI. No te pido que me lo superes, sólo iguálamelo.