Se ha convertido en un sinónimo de un cierto tipo de rock, en la canción universalmente más reconocible de Led Zeppelin y también, dicen, es la más solicitada en emisoras de radio estadounidense. Hasta ha sido elegida como la mejor canción de toda la historia por los lectores y oyentes de múltiples publicaciones de prestigio, y se considera unánimemente que contiene uno de los mejores solos de guitarra jamás escuchados.

Y, sin embargo, la primera vez que la banda de Robert Plant ejecutó en directo Stairway to heaven, un día como hoy de 1971, en Belfast, Irlanda del Norte, el público presente en el Ulster Hall, recordaban los componentes de la banda, no estaban especialmente impresionados.

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El recibimiento más bien tibio de una audiencia que esperaba ansiosa la llegada de hits ya conocidos de una banda que, en apenas tres años, había conseguido hacerse un lugar destacado a golpe de rock hipervitaminado, no pasaría de ser una anécdota simpática en el camino de baldosas doradas en que se convertiría poco después todo lo que rodeaba a la canción.

Stairway to heaven se origina durante 1970, en el periodo en el que la banda preparaba su cuarto disco, el que pasaría posteriormente a ser conocido como Led Zeppelin IV. Una canción legendaria, concebida por un fan de lo celta y El Señor de los Anillos como Robert Plant, merecía unos orígenes igualmente legendarios.

Photo of LED ZEPPELIN
Robert Knight Archive//Getty Images
Led Zeppelin en EE.UU, 1969

Tanto él como Jimmy Page sostuvieron durante años que la inspiración y los primeros compases de la misma les habría llegado durante una estancia en Bron-Yr-Aur, una retirada casa de campo galesa del siglo XVII sin agua corriente ni electricidad en la que se habrían refugiado en busca de inspiración. Allí nacerían algunas de las canciones más celebradas de Led Zeppelin III y Led Zeppelin IV y, al calor del fuego de la chimenea de piedra, Plant y Page habrían esbozado lo que sería Starway to Heaven. Durante años, Bron-Yr-Aur se convertiría en lugar de peregrinación para fans de la banda de todo el mundo.

Led Zeppelin rematarían la jugada en estudios de grabación, donde acabarían de dar forma a la épica composición de ocho minutos que, en aquel momento, servía para resumir las posibilidades del sonido de la banda en una sola canción.

El idílico y sugerente relato fundacional, tan importante en casi cualquier aspecto de la vida y, desde luego, importantísimo en todo lo que tenga que ver con rock y posteridad, se vería empañado cuando una denuncia por posible plagio obligaría a Plant y Page a admitir en 2016 que el origen real de la canción y la letra habrían surgido en 1970, en la mansión victoriana de Headley Grange, un estudio de grabación y ensayo por el que pasaría lo más granado del pop-rock de la época.

Los causantes de esta revelación , casi cincuenta años después, eran los supervivientes de Spirit, un grupo californiano de rock de los años sesenta que habría compartido escenario con Led Zeppelin en su momento y cuya canción instrumental Taurus, de 1968 contendría unos arpeggios sospechosamente similares a los que posteriormente se convertirían en reconocibles en todo el mundo con Stairway to Heaven, canción que, se calcula, ha reportado más de 500 millones de euros de beneficios a la banda británica desde su lanzamiento.

El pleito perseguía que el fallecido guitarrista de Spirit, Robert California, fuese incluído en los créditos de la canción, lo cual habría permitido que los miembros de la banda que todavía siguen vivos hubiese podido empezar a cobrar royalties derivados de Stairway to Heaven desde el momento en el que el juez hubiese fallado a su favor. El proceso, por el momento, sigue sin una resolución definitiva.

En abril de 1971 se grababa en un cine de París la versión de Stairway to Heaven que sería emitida en primicia algunos días más tarde. La canción no tardaría en convertirse en una seña de identidad inseparable de Led Zeppelin. En directo, estirada por encima de los diez minutos, sería la encargada de crear uno de esos grandes momentos de comunión artista-público, que se repetiría en la totalidad de las giras de la banda hasta su disolución.

Stairway to Heaven fue, desde el principio, una canción deliberadamente épica y complicada,. Su letra mantiene una ambigüedad -el propio Robert Plant admite que no tiene ni idea del significado de la canción- y una capacidad de evocación suficientes como para que cada oyente encuentre sus propios senderos. A partir de ahí, incluyendo los famosos -e inexistentes- mensajes satánicos que se podían escuchar escuchándola al revés solo han hecho que acrecentar poderosamente su leyenda.

Musicalmente, se trata de una canción marcada por pasajes sonoros diversos y más capas. Solo en las partes de guitarra se utiliza acústica y eléctrica de seis y doce cuerdas, convirtiendo su ejecución en directo en toda una aventura. Un conjunto sonoro de gran predicamento entre guitarristas de todo tipo que, según la cuenta cultura popular (y tal y como se inmortalizó en un celebrado sketch de Wayne’s World) ha hecho que se prohíba utilizar los primeros acordes de la canción para probar guitarras en tiendas de instrumentos musicales de medio mundo.

Como casi todas las grandes obras, Stairway to Heaven genera grandes adhesiones e intensos rechazos, empezando por los propios componentes de Led Zeppelin. Así, Jimmy Page se muestra especialmente orgulloso de la canción y la considera uno de los momentos álgidos de su carrera, mientras Robert Plant no muestra tanto entusiasmo, e incluso ha evitado interpretarla en directo desde que el grupo se separó salvo excepciones muy contadas.

El corte más celebrado de Led Zeppelin IV ha sido acusado de pomposo, ampuloso y excesivo, aunque ello no ha impedido que millones de personas la consideren una obra cumbre de la historia de la música. Stairway to Heaven triunfó en las ondas pese a no ser editada como sencillo en su momento y, por lo tanto, no haber figurado en las listas de éxitos de las distintas emisoras. Avanzando como estamos en un siglo en el que el rock ha dejado de ser el sonido reinante en la música popular, está por ver qué será del estatus e influencia de la canción durante las próximas décadas. Lo que no ya nadie podrá quitarle es medio siglo de portentoso éxito y generaciones de acérrimos.