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Todos sabemos que hay tres principales tipos de vino: tinto, blanco y rosados. Pero lo cierto es que hay otra variedad mucho menos mainstream pero que a nosotros nos encanta porque existen verdaderas joyas: los vinos naranjas. De hecho, es el tipo más antiguo de todos, ya que cuando el ser humano todavía no tenía los elementos para separar los mostos de las pieles de la uvas, surgía un vino blanco con alma de tinto, es decir, el vino naranja.
Estos vinos tienen como origen Georgia, que es unas de las cunas más probables de esta bebida. Hablamos de nada más y nada menos que 8.000 años de tradición vinícola, que no es moco de pavo.
Pues bien. Si nunca os habéis acercado a esta variedad, hoy os queremos hablar de un vino naranja muy especial, perfecto para iniciarse y recomendado por el premiado sumiller Nacho Martínez. Se trata de Judith Beck Bambule! Weissburgunder, un vino austriaco que según Martínez, es "ideal para degustar una de las variedades clásicas de este tipo de elaboración, perfecto para sentir la esencia de los orange de la mano de una pequeña gran elaboradora de Austria".
La filosofía de Judith Beck se centra en la biodinámica y los principios orgánicos, lo que se refleja en prácticas como el uso de abonos naturales y remedios caseros elaborados con hierbas. Estas técnicas permiten que las 20 hectáreas de viñedo entre el lago Neusiedel y el Parndorfer Platte produzcan vinos de carácter e identidad marcados.
Judith Beck Bambule! Weissburgunder se distingue por su frescura y vivacidad. Con aromas que evocan un paseo por un huerto estival, ofrece notas de peras jugosas, manzanas verdes y un toque de melocotón maduro. En boca, se presenta ligero y chispeante, con una acidez que invita a seguir disfrutando.
Servido a 10° C, este Weissburgunder es el acompañante perfecto para una gran variedad de platos, que van desde pasta y pizzas hasta mariscos y risottos. También es una opción genial para el aperitivo, sobre todo si el clima acompaña.