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El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, al lado de lo de Juan Ignacio Delgado, es una bromita. Antes de esta entrevista, yo solo conocía a Ignatius Farray. Y era a él a quien esperaba grabadora en mano y, reconozcámoslo, con cierta tensión. A fin de cuentas, un tipo que chupa pezones a desconocidos y se saca fotos de sus partes con el primer móvil que pilla no se intuye, de primeras, un entrevistado cómodo. Pero el que apareció por allí fue Juan Ignacio Delgado. Y, aunque comparten físico, no son la misma persona. Juan Ignacio es educadísimo, amabilísimo, cultísimo, y un buen número de adjetivos terminados en -ísimo. Ignatius es un provocador, un agitador, un innovador y otras muchas cosas acabadas en -or.

Al más puro Umbral Style, quedamos con él para hablar de su libro, Vive como un mendigo, baila como un rey (ed. Temas de hoy) y, de paso, para enfrentarle cara a cara con sus haters (que no son pocos ni cobardes) en el vídeo que tienes arriba. Y lo que descubrimos fue a un tipo que nada tiene que ver con ese que se sube al escenario para poner un pie a cada lado del límite del humor, llevando la comedia a extremos poco vistos hasta ahora. Muchos han reconocido en él a un revolucionario, y otros a un provocador con gusto por el mal gusto. En cualquier caso, es un tipo que ha peleado desde adolescente por hacer de la comedia su vida, que lo ha conseguido, y que ahora lo cuenta en este libro, en el que además de humor hay miedos, complejos y anécdotas varias. Un despelote en el sentido literal de la palabra. Unas memorias a calzón quitado.

ignatius farray
Patricia J. Garcinuno

¿Corro algún riesgo con esta entrevista? Porque ir a un monologo tuyo es jugarte la vida...
No, tranquilo. Creo que las entrevistas suelen resultar muy agradables. En el escenario también intento que sea así, pero igual no me sale con tanta facilidad. Es que a mí me pueden los nervios, la ansiedad y la histeria, y a veces pierdo un poco los papeles. No es algo premeditado, es incapacidad mía como cómico, no sé hacerlo mejor. Pero en las entrevistas creo que estoy más sereno.

¿Realmente no calculas en un escenario hasta qué punto puedes llegar sin pasarte (demasiado) de frenada?
La actitud del personaje no está para nada medida, te lo juro, ya me gustaría a mí hacerlo de otra forma. En el libro hablo de eso. Como Juan Ignacio soy muy cobarde y muy tímido y quizás fue la vehemencia esa de Ignatius Farray la que me ayudó a atreverme a subirme a un escenario. Pero aquello trajo muchos daños colaterales y muchos cadáveres por el camino. Reconozco que desde el minuto uno de la primera actuación me pudo la ansiedad, la histeria y no he encontrado otra manera. Es mi forma de sobrevivir.

Si ese primer monólogo en aquel concurso en Tenerife no hubiese salido bien, ¿estaríamos ahora mismo hablando tú y yo?
Pues me haces dudar. Por un lado soy muy cabezota, pero por otro este es un mundo jodido y si no coges la suficiente confianza te vas a llevar muchos palos. Y aquella noche fue muy loca, pero salió bien. Tan bien que me enganché. No sucede con demasiada frecuencia, pero si de vez en cuando te sale una actuación buena, para mí ya es suficiente para dedicarme a esto.

No tengo coraje para subirme a un escenario, por eso le di la mano a un pervertido como Ignatius. Pero a lo mejor ya no necesito esa mano

La idea de escribir Vive como un mendigo, baila como un rey ¿parte de una necesidad vital de separar a Juan Ignacio de Ignatius?
La idea no fue mía, la editorial Planeta me lo propuso y le fui encontrando la gracia. A fuerza de escribir vas recomponiendo tu memoria, tus pensamientos, y acabas sacando conclusiones que no sospechabas. Y es verdad que el libro termina derivando en ese enfrentamiento entre Juan Ignacio e Ignatius Farray. Yo me siento como un niño que para subirse a un escenario, como no tiene el coraje suficiente, le tiene que dar la mano a alguien. Y le di la mano a un pervertido. Y a lo mejor yo ya no necesito esa mano.

¿Estás anunciando el fin de Ignatius Farray?
Pues no sé si estamos ante el fin de Ignatius o ante el fin de Ignatius tal y como lo conocemos. Ignatius Farray me ha ido comiendo terreno y me ha llevado contra las cuerdas. Yo lo necesito porque es mi manera de atreverme a salir al escenario, pero me veo arrinconado. Es tan ansioso, tan histérico, que me deja poco espacio. Yo tengo ideas y cómicamente me gustaría poder desarrollarlas en el escenario y no sentirme maniatado completamente, como si estuviera secuestrado por él. Me tengo que enfrentar a eso. Y en el fondo tengo la ilusión de que salga bien.

Hay varias referencias en el libro al desfase entre tu edad mental y física. Dices que eras un niño con alma de viejo. Y dices también que a los 13 años eras como un pintor bohemio de 60. Ahora mismo, eres un señor de mediana edad, pero ¿cómo te sientes?
Me siento un moribundo ya. Cada vez tengo más conciencia de la edad que tengo. Por eso creo que ha sido un momento guay para escribir este libro. Empiezo a ver las cosas de otra forma. Aún así, mi hijo que tiene 11 años dice que es mucho más responsable que yo… y de hecho puede ser así.

ignatius farray de niño celebrando un cumpleaños
Del libro 'Vive como un mendigo, baila como un rey'.

Al hilo de esta foto, Juan Ignacio comenta esto en el libro: "Quizás era un niño loser, pero un loser que aún no sabe que lo es. En esta foto, por ejemplo, mi cara es la de un niño al que la vida le ha pasado por encima. Parece que venga de vuelta. Un niño adulto consciente y preocupado por la futura custodia de su hijo [...] En serio, mírenlo a los ojos. Es un niño capaz de enfrentarse a un divorcio. Un niño que está deseando que cada invitado se vaya a su puta casa [...]". Maravilloso.

ignatius farray de niño
Imágenes del libro 'Vive como un mendigo baila como un rey'
El libro recoge testimonios fotográficos como estos. Oro puro.

¿Qué pensarías si tu hijo, de mayor, se dedicara a hacer shows en los que chupara pezones a desconocidos y se hiciera fotopenes con los teléfonos de los demás?
Hostia, ¡qué fuerte! Viéndolo desde ese punto de vista ahora lo entiendo mucho mejor, no es una cosa bonita de ver.

A lo mejor es bonita de ver, pero quizás no para un padre…
Exacto, alguien que se sienta sentimentalmente vinculado a ti se lo plantea de otra manera. Mi padre me acuerdo que tampoco es que me dijera nada, pero yo le notaba preocupado. Un poco desconcertado. A mí creo que me pasaría igual… es que no es un camino sensato este.

Las drogas no me vienen bien. Tiendo a la paranoia

También te hemos visto esnifar en La vida moderna. Pincharte, incluso. ¿Qué relación tienes con las drogas más allá del show?
He tenido suerte. Habré podido probar esto y lo otro, pero muy esporádicamente. Yo por ejemplo soy incapaz de darle dos tiros a un porro de marihuana. Me emparanoio mucho. Una vez después de una actuación, un chico y una chica muy amables me invitaron a unas caladas y las acepté. A la segunda ya tenía la paranoia de que ellos querían follarme y entré en pánico. Me vieron muy mal, se ofrecieron llevarme al hotel y claro, eso no hizo sino confirmar mi teoría... ¡lo que queréis es follarme! Tiendo a la paranoia, entonces no me vienen bien las drogas.

En Vive como un mendigo, baila como un rey, comentas que siempre tienes remordimientos después de una actuación…
Sí. Para mí la comedia es seria -igual que la filosofía- hasta el punto de que se trata de buscar una verdad íntima. Richard Pryor, al que admiro mucho, decía: “tú intenta encontrar la verdad y la comedia llegará colateralmente”. Si lo piensas, pocas veces nos expresamos diciendo la verdad. Habitualmente llevamos una máscara que es muy práctica porque nos ayuda a desenvolvernos. Pero cuando tienes la oportunidad de estar en un escenario y hablar con libertad, sin estar condicionado, sintiéndote libre, y no has sabido aprovecharla… a mí me llena de remordimientos pensar que no he estado a la altura.

Pensaba que esos remordimientos eran más una sensación de culpa hacia tus víctimas…
Sí, también me pasa. Es verdad que la cosa se torcía muy a menudo y se daban situaciones violentas. Yo me encaraba con la gente, me esperaban fuera para pegarme… Pero nunca he echado la culpa al público, no por postureo, es que realmente creo que es incapacidad mía. En ese sentido los remordimientos eran continuos, no era algo que yo disfrutara. De hecho tengo que pedir perdón después de las actuaciones, si no no puedo dormir, tengo que dejar claro que no era nada personal, que era parte de un show de comedia. Me ha pasado tener que buscar desesperadamente a esa persona después para poder darle la mano, yo me quedo más tranquilo, si no me entra una desazón…

ignatius farray
Patricia J. Garcinuno

También repites mucho el mantra “lo que sucede, conviene”. Todo lo que nos está sucediendo este año, ¿de verdad conviene?
Hombre, realmente si uno lo piensa bien debe sacar en claro que una pandemia mundial siempre trae algo negativo. Si tenemos espíritu critico, hacemos memoria y nos fijamos un poco…

Cierto. Vaya mierda de pregunta
No, no, me gustaría responderte a la altura. La vida en general tiene muchas mierdas. Pero la frase “todo lo que sucede conviene” no lo veo como algo conformista. La vida es problemática, la vida es drama y cada uno debe apañárselas como pueda. Pero antes de sentirte paralizado, el pensar que todo lo que sucede conviene creo que es una mentalidad que ayuda a encontrar la manera de tirar para adelante.

El prólogo de Broncano se nota que está escrito con mucho cariño. Rápido, pero con mucho cariño.
No me lo pasaron cuando lo escribió. Me lo leí directamente en el libro y me emocionó. Después de siete años, ya sabemos el afecto que nos tenemos, con Queque también, pero verlo plasmado de esta forma es muy guay y muy emocionante. Le di un abrazo y le dije que son precisamente estas cosas las que recuerdas en momentos de bajón y te ayudan a continuar.

Ya que estamos con Broncano, vamos a terminar con dos preguntas muy suyas. ¿Cuánta pasta tienes en el banco?
Hostia. La otra es la de follar ¿no?

Sí, empieza por la que quieras
Vale, no sé cuánta pasta tengo en el banco, esa es la verdad. Montamos una empresa, El grito sordo SL. Irene es mi manager y la que lleva la gestión. Ella me dice que hay beneficios, pero yo hace mucho que no miro la cuenta. Es de confianza total. De lo único que está tranquila mi familia, sabiendo que yo me dedico a esto, es de que Irene me lleve las cuentas.

Ahora la otra, ¿cuánto sexo has tenido en los últimos treinta días?
¿En los últimos 30 días? Nada, sinceramente.

Pues ya me joder acabar así. ¿Es verdad que perdiste la virginidad a los 29 años?
Sí, es verdad. Nunca se me dio bien, me venía abajo. Para ligar tienes que tomarte tu tiempo, intentar resultar atractivo, entablar una conversación… Yo no sabía cómo meterle mano a eso, no se me daba nada bien. A parte están mis inseguridades y mi timidez. Así que no empecé a tener relaciones sexuales hasta que no empecé con las actuaciones. Es dramático, pero al mismo tiempo supuso una esperanza para mí. Así que sí: la comedia salvó mi vida.

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