Sueño cumplido: que Soy una pringada mande un mensaje a todos los 'hombres Esquire' (tienes que ver el vídeo hasta el final para comprobarlo)

Yo no entendía Youtube. Odiaba a la gente que se graba jugando a la Play y te taladra los tímpanos y la dignidad con voz de doblador latino de dibujos animados. Odiaba a la gente que se graba con una gopro al saltar al mar desde un acantilado de las Maldivas, a menos que una medusa los dejara al borde del shock anafiláctico. Odiaba a la gente que se graba criticando a Rosalía y a la que se graba alabando a Rosalía. Odiaba los vídeos motivacionales, los deprimentes, los divertidos y los aburridos. Para mí Youtube era una plataforma en la que solo veía (en bucle) el vídeo de las vecinas de Valencia, el de las hermanas de baptisterio, el de los mejores agudos de Christina Aguilera y el de la concursante de Gran Hermano que se caga en un jacuzzi.

Hasta que apareció ella.

Gracias a Soy una pringada, descubrí que toda mi repulsión (ahora sé que el término científico para definirlo es cringe) esconde un reverso de placer inconmensurable si lo veo a través de su filtro de sinceridad brutal. He revisitado todos sus vídeos un inconfesable número de veces y cada vez descubro nuevas perlas de filosofía grunge, nuevas capas de humor nazi, nuevas imbecilidades mediáticas que merecen ser objeto de mi ira.

Para devolverle todo lo que ha hecho por mí a través de Esquire, podríamos haberla entrevistado por el estreno de su serie, por sus personajes en varias producciones de Los Javis, por la publicación de sus dos libros, por su faceta de DJ… Pero hemos preferido invitarla a leer los peores comentarios de sus haters en redes sociales justo antes de que pinchara en una fiesta de Barrica de Mahou celebrada en un restaurante chino (a ese que íbamos tú y yo después del botellón si fuiste adolescente madrileño en los noventa)… Porque en el fondo, como buenos cachos de mierda, sabemos que lo prefiere.