Los 10 pueblos más bonitos de la provincia de Ciudad Real, con mucho que ver muy cerca de Madrid

La tradición cervantina y la riqueza monumental se unen en este pueblo y en su casco antiguo. La Plaza de Santa María, donde se halla la popular estatua de Miguel de Cervantes, es el primero y mejor ejemplo. La Iglesia de Santa María la Mayor, construida sobre una antigua mezquita y que mezcla diferentes estilos arquitectónicos, es otra de sus joyas así como el Palacio del Gran Prior con su conocido torreón. No dejes de acercarte al Cerro de San Antón, la pequeña elevación sobre la que encontrarás los primeros cuatro molinos de viento del siglo XVI (llamados Fierabrás, Rocinante, Barcelona y Barataria) en esta lista de los pueblos más bonitos de Ciudad Real.

Almadén cuenta con un llamativo patrimonio histórico y arquitectónico que culmina en su curiosa plaza de toros hexagonal. Antes, habrás paseado por la Academia de Minas, el Real Hospital de Mineros, el Castillo de Retamar o la Puerta de Carlos IV. Lo de los mineros (ya te lo adelantábamos) viene porque desde los romanos hay testimonios de lo cruciales que eran sus minas, uno de los yacimientos más importantes del mundo que figura en la lista de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Visitarlo, hoy como atracción turística, es un 'must'.

La historia de uno de los que sin duda es uno de los pueblos más bonitos de Ciudad Real, cuyo nombre árabe alude al barro rojo con el que se construyeron algunos de sus edificios, está ligada al teatro. El Corral de Comedias es el único patio teatral que se ha mantenido intacto y activo, ofreciendo interesantes recorridos teatralizados, desde principios del siglo XVII. Vale la pena visitar el Museo Nacional del Teatro y asistir al Festival Internacional de Teatro Clásico, que atrae a cientos de turistas cada año. La Plaza Mayor también es excepcional, una de las más bonitas de España con sus columnas y ventanas pintadas de verde. Allí mismo, comer en el restaurante Marqués, en uno de sus soportales, es delicioso. En su Parador, visita obligada, la gastronomía se cuida también como en pocos y es precioso para alojarse.

Lo llaman el Vaticano manchego y no es para menos porque este diminuto pueblo impacta por su maravillosa plaza mayor y las cúpulas de su inmensa iglesia, que se divisan desde los cuatro puntos cardinales mientras te acercas por el Campo de Montiel. Del barroco tardío, con ciertos influjos del estilo neoclásico, es uno de los tesoros de Castilla-La Mancha y, a su vera, la Hospedería Santa Elena es la mejor manera de disfrutarlo, verlo y saborearlo con calma desde sus balcones durante un día y una romántica noche descubriendo los productos de la tierra con un punto de fusión.

Blanca y azul no es la bandera de Huelva, como canta la famosa sevillana, es la imagen que se queda en la retina al visitar el quijotesco pueblo de Campo de Criptana. Su conjunto de molinos fantásticamente conservados (tres de ellos guardan hasta sus mecanismos originales) tiene nombre propio. No solo por su importancia a nivel patrimonial, es que cada uno tiene nombre de verdad. Apunta: Burleta, Infanto y Sardinero, del XVI, que son los que se conservan íntegros. Culebro (aloja el Museo de Sara Montiel, criptanense ilustre), Poyatos, Inca Garcilaso, Cariari, Pilón, Quimera y Lagarto. Para llegar a ellos, atravesarás un conjunto de estrechas calles y blancas casitas manchegas con zócalos azules que reventará tu Instagram. Con estos molinos de fondo, date un homenaje de cocina manchega en el escenario ideal del restaurante Las Musas.

Infantes es uno de los pueblos más bonitos de Ciudad Real y también de los más importantes de la provincia. Capital del Campo de Montiel, Miguel de Cervantes, Lope de Vega o Quevedo, quien murió aquí, en el Convento de Santo Domingo, caminaban por sus calles, enclave cultural de la época, y coincidían en la Casa de los Estudios. Desde 2004 es "el lugar de la Mancha” en el que habitaba Alonso Quijano, una conclusión a la que llegó un estudio de la Universidad Complutense de Madrid que aquí se lleva a mucha honra; por eso, las esculturas de personajes cervantinos pueblan su Plaza Mayor neoclásica. Es espléndida la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol e imprescindible porque guarda los restos de Quevedo. La Alhóndiga, la casa del arco, con su espectacular pórtico, y otras tantos edificios solariegos son obligatorios.

Puerto Lápice es conocido por ser uno de los puentes de paso para comerciantes entre Andalucía y Madrid. Para observar el origen de la villa que conocemos hoy día hay que remontarse al siglo XVIII, cuando Carlos III le dio parroquia y juzgado y época de la que se conservan las casas encaladas y esa arquitectura que lleva la firma de la región manchega. Tampoco hay que olvidarse de visitar sus molinos tradicionales, otros a sumar a la lista. Todo ello, junto con su plaza Mayor, construida como un corral de comedias, hacen de este pequeño lugar uno de los pueblos indispensables de Ciudad Real.

La Solana alberga uno de los conjuntos urbanos más imponentes de la provincia de Ciudad Real. Vertebrado en torno a la Plaza Mayor, destaca su dimensión, sus fachadas, arquitectura y la impresionante iglesia de Santa Catalina que lo corona. Un paso descubriéndolo, seguido de un almuerzo en el fantástico y animadísimo restaurante La Casota, en el que dar buena cuenta de especialidades locales y guisotes de altura, es un planazo de un día que querrás alargar.

Epicentro del vino en Ciudad Real, visitar alguno de sus viñedos y bodegas es una alternativa que no tiene nada que envidiar a otras regiones de España con más fama en este sentido. Para entender mejor su importancia, visita el Museo del Vino antes o después de maravillarte con su particular y colorida Plaza Mayor, alejada estéticamente de cualquiera de esta selección, y la iglesia de la Asunción, digna de visitar. Para aunar historia y gastronomía, nada como el restaurante Antigua Bodega Los Llanos con una muy sorprendente joya excavada y escondida en su sótano. Pide que te la enseñen.

Rematamos la lista de los pueblos más bonitos de Ciudad Real en un último escenario literario del Quijote de los que aquí te contamos. Es cuna del Señorío de los Bazán, a lo que debe su actual nombre y su palacio principal, el del Marqués de Santa Cruz, que amerita gran parte de su fama. Magnífico ejemplo de edificio renacentista italiano, tras su sobria portada te chocará un interior repleto de frescos en paredes y bóvedas de incomparable belleza: más de ocho mil metros cuadrados de estallido del manierismo. Busca, en su iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, el cocodrilo del Nilo cazado y disecado por el propio marqués.