Yon González (Vergara, Guipúzcoa, 1986) o más bien Augusto (su personaje en Memento Mori, la serie basada en la novela del mismo título de César Pérez Gellida y que Prime Video estrena el 25 de octubre) se acerca a la cámara con la mirada perdida, casi en trance, y canta a capela Bravo, la canción de Enrique Bunbury:

“Te odio tanto que yo mismo me espanto de mi forma de odiar. Deseo que después de que mueras, no haya para ti un lugar. El infierno es un cielo comparado con tu alma, y que Dios me perdone, por desear que ni muerta tengas calma”.

Y lo hace, con tanta verdad, que bajo esos ojos crueles de asesino en serie, de sociópata, cuesta intuir al chico tierno de El internado, el papel que le dio la fama hace dieciséis años, o a los galanes que ha interpretado después en Las chicas del cable o Gran Hotel. Aunque después de charlar con él para esta entrevista, intuyo que el Yon real está ahora más lejos del Iván de El internado que de Augusto (sin instinto criminal, por supuesto). Por esta razón, y muchas más, es el protagonista de nuestra portada digital Esquire MAX. Lean y juzguen por ustedes mismos.

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"‘Memento mori’ es una de las pocas series que he hecho que vería como espectador"
yon gonzalez loewe memento mori
Ana Marti//Esquire
Yon lleva abrigo de Loewe, pantalón de Louis Vuitton y botas de Loewe.

He visto la serie y das mucho miedo. ¿Cómo te enfrentaste al papel?
Sobre todo, es que me ha llevado mucho tiempo. Me encerré en una casa solo, meses antes de la grabación, y me preparé el personaje a través de una canción: Bravo de Enrique Bunbury. Es uno de los cantantes que más le gustan a Augusto, mi personaje, y gracias a esa canción que estaba en el guion, a partir de ella más bien, construí todo el personaje. Me la ponía ocho horas diarias en bucle y al final se acabó creando una atmósfera increíble. De hecho, después de ver la serie, creo que es una de las pocas que he hecho que vería como espectador. Y es en parte gracias a una escena relacionada con esta canción, que el director tuvo la valentía de incluir [la que ilustra el arranque de este texto] y que creo que es una de las grandes escenas de la serie, sinceramente.

Intuyo que hay una buena intrahistoria detrás de esa escena, ¿no?
Sí, yo fui a la primera lectura de la serie con muchas ideas que aportar. Entre ellas, la de cantar Bravo lo más cerca de la cámara que fuera posible, incluso mirando hacia ella. Y a pesar de todas las ideas estupendas que tenía el director, Marco A. Castillo, valoró todo el trabajo previo que yo había hecho y apostó por la mía. Algo que, en otras series en las que he trabajado, ya sea por miedo, por inseguridad o por lo que sea, no ha sucedido. Al final es un riesgo para el director cancelar o cambiar una escena donde hay más personajes. Y es que en esta serie se han tomado muchos riesgos para el poco tiempo que teníamos de grabación, pero ha merecido la pena. Hemos grabado gran parte a una toma.

"Me decía a mí mismo: 'Yon, como te salga mal esto, ya puedes ir al psiquiatra'…"
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Ana Marti//Esquire
Jersey, pantalón y botas de Fendi y anillos de Thomas Sabo.

Desde luego la escena funciona, te pone los pelos de punta…
Sí, y eso que, después de convencerle, mi ansiedad por el control estuvo a punto de boicotearme. Quería que saliera perfecto. Así que cuando Marco me dijo que al día siguiente rodábamos la escena, solo quería irme a mi cuarto a ponerme la canción otra vez. No era para el público ni para nadie. Se convirtió en algo personal. Y es que, cuando conviertes la obsesión del personaje en la tuya, es lo que pasa. No sé que me pasa a mí con esta canción, que me la pongo todos los días todavía en casa. Me decía a mí mismo: “Yon, como te salga mal esto, ya puedes ir al psiquiatra, porque has puesto tanto empeño… ¡Igual estás loco de verdad!”.

Tu trabajo es una montaña rusa emocional, y con un papel tan intenso más, ¿no?
No dejamos de ser seres humanos. Yo he descubierto muchos lugares y sensaciones a través de este trabajo, aunque no he pensado en matar ni nada de eso. Lo mío es irme a volar, hacer kitesurf, apuntarme a un rally... Pero después de tantas horas y energías invertidas en un personaje acabas teniendo sensaciones tan intensas… Al mirar a cámara cantando la canción de Bunbury ¡hasta se me fue la vista a negro! Pero a pesar del viaje, hay una parte de ti que está pendiente de la cámara, de que la mano no te tape la cara… Siempre hay una cierta consciencia, dentro de la esquizofrenia, claro. A mí esto es lo que me gusta de este curro. El día que este trabajo no me ponga cachondo, que no me rete, dejaré este oficio. Tengo que trabajar para vivir, pero yo sé que soy muy capaz y podría hacer otras cosas para ganar, incluso, más dinero.

Pero imagino que para hacer un papel que te rete, como el de Augusto, se necesita cierta madurez.
Igual hay actores que son unos putos genios y están preparados antes, me quito el sombrero, pero en mi caso, desde luego, no. Porque un papel así requiere mucha preparación, mucho trabajo y que conectes y lo des todo. Si me hubieran dado este papel hace veinte años, no hubiese podido ni cantar Bravo ni hilar tan fino. Porque hay muchas cosas, dentro de la emocionalidad que tiene el personaje, que hay que tener en cuenta, y hay mucha técnica detrás. A la hora de moverse este señor, por ejemplo, y a la hora de jugar con la cámara. Porque yo ahora bailo con la cámara, antes me enfrentaba a ella.

"Tengo que trabajar para vivir, pero yo sé que soy muy capaz y podría hacer otras cosas para ganar, incluso, más dinero"
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Chaqueta de Tommy Hilfiger y pantalón de Zegna.

A ver, a ver… cuéntame eso.
Sí, que ahora la cámara es mi aliada y cuando dicen ‘acción’ no hay nadie más que yo y la jodida cámara. Y si no tengo un compañero, como en esta serie en la que tengo muchas escenas en soledad, ella es lo único que tengo. Fíjate que es solo un puto aparato que está ahí con un visor y está muerto. Pero yo hace muchos años me dije: “¡Para un segundo! Entre este cacharro y yo tiene que haber una relación amable. No me puede intimidar, ni me puede comer”. Si yo hablo con ella y le digo: “Tú tienes que ser mi aliada, tú y yo somos la misma mierda, como tú falles fallo yo. Vamos a jugar, a bailar y a ver hasta dónde llega nuestra relación” [risas].

Además, que vuestra relación es muy larga. Has crecido frente a ella…
Es verdad y esa es la gracia. Porque, como en todas las relaciones, ha habido momentos de crisis. Mi forma de trabajar ahora es aprenderme la serie entera antes de empezar a rodar. Y así, cuando empieza el rodaje, yo no toco ni un guion. Y con él en la cabeza ya puedo hacer el viaje emocional, evadirme con el texto en mi subconsciente.

"Siento que tengo aquí dentro una pedazo de máquina y que ahora es el momento, de verdad, de demostrar lo que puedo hacer"
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Total look de Gucci.
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Ana Marti//Esquire

Imagino que ese viaje del que hablas tampoco es el mismo si el papel te motiva que si no.
Es que en un proyecto, sea el que sea, te tienen que dar el hueco. Da igual lo bueno que seas, que si en el producto no hay hueco para ti, es imposible. Ya no se trata de ser buen actor o no, sino de que además tiene que haber un buen material para poder trabajar. Recuerdo una serie que me ofrecieron que no la hice precisamente por eso. Porque como producto pensé que no iba a funcionar y como actor, tampoco tenía material para trabajar. Porque es como si dejas un Fórmula 1 aparcado ahí, con todo de puta madre, pero le quitas las gomas. Así, ni Alonso es capaz de hacerse una recta. ¡No puede!

Bueno, Alonso si se empeña sí…
[Risas] Sí, es verdad, pero le iba a costar un montón. Tienes que tener pista para correr, unos buenos neumáticos… En definitiva un buen producto para poder darle caña. Como este proyecto, que es lo que yo buscaba, este tipo de serie y de reto. Porque yo siento que tengo aquí dentro una pedazo de máquina, que vete a saber hasta cuándo dura, y creo que ahora es el momento, de verdad, de demostrar. Que me den cosas como esta, que me dejen apostarlo todo y ver hasta dónde soy capaz de llegar. Porque a mí lo que me gusta de esta profesión es esto, el viaje. No me gusta ni la fama, ni ir a eventos, ni que la gente me pare por la calle, aunque lo haga con todo el cariño del mundo.

"Una vez que consiga correr el Dakar ya no quiero dejar de correrlo nunca más"
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Ana Marti//Esquire
Camisa, pantalón y abrigo de Mans y botas de Sandro.

¿Y cómo te ves en diez años?
Yo quiero vivir el momento, porque te puedes morir en cualquier momento. Yo el otro día no me maté de milagro, da igual cómo. Por eso no hay que mirar tan al futuro. ¡Diez años! Para mí es una locura. Eso está muy lejos. Prefiero vivir el día a día y cuando pueda irme a navegar, a hacer kitesurf…

Lo del rally que apuntabas antes, ¿lo dices en serio?
Sí, voy a correr el Dakar, lo tengo claro. Y no como famoso. Yo voy a prepararme un vehículo de carreras con un amigo y vamos a entrenar en Marruecos. Hay ciertos rallies de preparación, como la Maroc Challenge, que se hace ahora en diciembre [del 1 al 9]. La idea es engancharme una autocaravana e irnos a entrenar hasta que lo consigamos. Y una vez que consiga correr el Dakar ya no quiero dejar de correrlo nunca.

yon gonzález en esquire
Ana Marti

Edición de vídeo Álvaro Verdú/ Grabación de vídeo Diego Rueda/ Asistente de fotografía Gabriel Boza /Maquillaje y peluquería María Solans (MERY MAKE UP) / Edición de fotografía Carolina Álvarez /Producción Marta Sánchez / Agradecimientos La fábrica de ayer.

*Este reportaje aparece publicado en el número de noviembre de 2023 de la revista Esquire.