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John Wick se ha convertido en una de las sagas más importantes de la historia del cine de acción y uno de los grandes triunfos de la década. Sobre todo porque no partía de una gran compañía, tuvo muy poca distribución y comenzó como un producto menor que se convirtió, a base de calidad y boca a boca, en un fenómeno. Y gran parte de la culpa la tenía Keanu Reeves, la absoluta estrella de la franquicia, y Chad Stahelski, director de las cuatro películas. Por eso, aunque la saga ya sea un nombre que resuene y cree respeto, estaba por ver cómo sobrevivía este universo sin sus dos figuras claves, detrás y delante de las cámaras.
Para ver a Ana de Armas protagonizando Ballerina habrá que esperar a verano del año que viene. Antes, la primera prueba, la tenía The Continental. Se trata de una serie de Amazon Prime Video, con la consiguiente buena factura y producción que asegura la gigantesca compañía. Sin embargo, ya hemos visto en lo que han resultados los cientos de millones invertidos en la precuela de algo tan grandioso y genial como El señor de los anillos. Más allá del dinero, las cosas hay que hacerlas bien, y lamentablemente no es tan difícil. En la creación artística siempre hay un componente de magia, de misterio, de casualidad, en las creaciones de éxito que las hace difícilmente repetibles. La pregunta era ¿lo consigue The Continental? La respuesta es sí, pero quizás demasiado tarde.
The Continental ha prometido ser una serie limitada de únicamente tres capítulos. Sin embargo, ambos duran más de una hora, el último de ellos más de hora y media. Es decir, más que una serie es un conjunto de tres obras de duración largometraje. A priori, para ser un producto televisivo, podemos decir que estas casi cuatro horas y media de ficción no son excesivamente cortas. Sin embargo, la serie tira de algo que el universo John Wick había sabido llevar muy bien de otra manera.
La saga de John Wick no es precisamente ligera. La cinta más corta dura poco más de 100 minutos, y la más larga roza las tres horas. Sin embargo, la magia de John Wick estaba en la sencillez de la trama frente a la complejidad de la acción y la estética. El protagonista mata a más personas que palabras dice a lo largo de la saga. Su pasado se resume en una servilleta: mujer muerta, perro muerto, coche chulo, matar a todos. El resto es una coreografía internacional y bellísima de muertes con todo tipo de armas, mediante todo tipo de golpes y bajo todo tipo de luces y sombras.
The Continental es así, al menos en un tercer y último capítulo que pasará a la historia de la televisión como uno de sus cénit en cuanto a cine de acción. El problema, o al menos lo que nos hace sentir algo extraños y fuera de lugar dentro del universo John Wick son sus dos primeras episodios. Y no porque sea malos, sino porque lo que en las películas ocupaba como mucho media hora aquí sucede en dos capítulos de más de una hora hora.
La razón, eso sí, está plenamente justificada. Como sabemos, The Continental se sitúa en los años 70 y nos cuenta la historia de como Winston llegó a la presidencia del icónico hotel para asesinos de la Gran Manzana. El problema es que Winston no es John Wick. Es un tipo duro, por supuesto, pero es más maquiavélico, más inteligente, más líder que mano ejecutora. Por eso, la trama necesita para su clímax estratosférico cimentar a todo un equipo. Dotar, además, a cada uno de ellos de un trauma pasado o familiar, y confundir un poco al espectador con esta información a lo largo de la serie. Son herramientas habituales de la ficción televisiva, y están bien ejecutadas (especialmente en cuanto a los personajes femeninos). Pero también es un continuo recordatorio de que no estamos viendo John Wick.
Que sea esto lo peor que tenemos que decir de la serie habla por si solo. Puede que la magia cinematográfica de la saga todavía quede lejos, puede que no estén ni Keanu Reeves ni Chad Stahelski, pero The Continental es un producto de pura acción como pocas veces hemos visto en televisión. Eso sí, fans del John Wick más cañero, paciencia.
