"No estoy feliz por estar enfermo, no estoy feliz por tener sida. Pero si esto está ayudando a otros, puedo saber al menos que mi propia desgracia ha servido de algo".

Estas fueron las últimas palabras públicas de Rock Hudson y ni siquiera las pronunció él. Lo hizo su gran amigo Burt Lancaster en un evento para luchar contra el sida, la enfermedad que se llevó al gran galán de Hollywood de los años 50.

Elegante, con una sonrisa encantadora, un físico poderoso y un misterio: su homosexualidad fue el rumor más extendido de la época pero la prensa (y su férreo agente) protegió a su adonis hasta los últimos días de su vida.

Lo recordamos por Gigante, por Obsesión, Sólo el cielo lo sabe, Escrito sobre el viento o Adiós a las armas, y ya que cada uno tiene una película preferida de Rock Hudson, yo os cuento la mía: Pijama para dos con ese tridente mágico que formaba con Doris Day y Tony Randall.