Miguel Diosdado (Sevilla, 1985) mantiene intacto ese espíritu anárquico de quien, durante la adolescencia, fumaba cigarros a escondidas por las calles del barrio de El Porvenir. Hoy, mucho menos temeroso, dice que cuando pasea por sus calles y da una calada a su pitillo, le gusta imaginar que de cualquier portal saldrá alguno de aquellos amigos cómplices con los que compartía mechero y confidencias bajo las ramas de algún naranjo.

El hoy actor confiesa que regresa con frecuencia a su tierra natal para no perder el oremus y que, hace algunos meses, se recluyó en la casa familiar para hacer una puesta a punto culinaria en toda regla y, de paso, “hacerse un hombre”, asegura, en lo gastronómico. Nobleza obliga, dicen, ahora que comienza su andadura en la octava edición de MasterChef Celebrity (TVE), el programa de televisión que lo ha traído hasta estas páginas para jugar a ser el hombre que quiera ser. Afeitado por completo, con barba o con bigote, pero desprovisto de corazas, eso sí. En este reportaje, Miguel se muestra libre de prejuicios y se nos antoja, a su vez, lorquiano. Como en su obra de teatro (la de Federico) El público, Miguel se siente un hombre tan hombre que se desmaya cuando se despiertan los cazadores, que siente un dolor agudo en los dientes cuando alguien quiebra un tallo. Miguel es, además, un gigante tan gigante que sería capaz de bordar una rosa en la uña de un recién nacido.

En ocasiones, por establecer un paralelismo, resulta difícil ‘cocinarse’ uno mismo, ¿no?
Exacto. Sobre todo si te crías en una ciudad de profundas convicciones sociales y con una idiosincrasia tan particular como la sevillana. Me costó mucho liberarme de según qué cosas porque mi pensamiento siempre estuvo atravesado por el qué dirán. Todos esos prejuicios culturales que se instalan en tu mente por mostrarte o comportarte de una manera determinada son como capas superpuestas que he conseguido quitarme con el paso de los años.

¿Y cómo lo lograste?
En primer lugar, cuando decidí salir de allí para compaginar mis estudios de periodismo con los de interpretación en la escuela de Cristina Rota. Llegar a Madrid, conocer gente diferente a mí, con inquietudes distintas, me ayudó a saltar todos esos escollos que, prácticamente, traía conmigo de serie. Hoy, con mucho esfuerzo y trabajo psicológico, he logrado desprenderme de todos esos prejuicios absurdos y puedo decir que, veinte años después, soy capaz de enamorarme de la diferencia. Porque la diferencia es lo que nos hace realmente especiales.

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Rubén Vega//Esquire
Miguel viste camisa de Unfeigned y pantalón de Oteyza.

Hablas de coronar cimas personales que te han ayudado a liberarte, a dar con el hombre que eres hoy. ¿Queda algo todavía de aquel chico de barrio?
Queda todo porque todo te curte. Un barrio, un colegio, un imaginario cultural tan particular como el de allí, las tradiciones... No puedo negar que estoy muy ligado a Sevilla, a mis amigos de toda la vida, a mi familia. Pero hay otro Miguel cuyo oficio le aleja de todo eso y le permite ponerse en la piel de otra persona cuando interpreta un papel. Y ese es un privilegio que solo te concede esta profesión.

¿A qué Miguel nos encontraremos en MasterChef Celebrity? ¿Al actor o al chico de Sevilla?
[Risas] A mí en estado puro. Con un plus: el de cómo una persona tan inquieta como yo tiene que aprender, sobre la marcha, a no estar parapetado tras ningún personaje. Participar en un programa de entretenimiento con un nivel de exigencia tan alto me ha enseñado a respetar el oficio de cocinero. Un oficio que se parece un poco a la profesión de actor porque cuando das un servicio de cocina descubres que existe una liturgia parecida a la del teatro: el cocinero monta una puesta en escena y el público va a disfrutar del espectáculo.

Y tú, ¿te has divertido con este show culinario?
Muchísimo. Entre otras cosas porque la cocina me ayudó a hacerme un hombre cuando salí de mi casa para empezar mis estudios. Tuve que aprender a cocinar si no quería morir de hambre [risas].

¿Crees que tienes buena mano con la cocina?
Eso se verá pronto, pero creo que no se me da mal. He descubierto que se aprende mucho cuando ves cocinar a alguien y, desde niño, a mí me gustaba ayudar a mi madre. A veces, se nos olvida lo importante que es la gastronomía para estrechar lazos con quienes queremos o tender puentes con otros.

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Rubén Vega//Esquire
En la secuencia de imágenes, Miguel Diosdado lleva capa modelo Zuloaga camisa de Oteyza, pantalón de Unfeigned y sandalias de Steve Mono.

¿Te da vértigo la reacción del público?
No mucho. Lo que tengo claro es que verán en mí a un hombre libre de prejuicios que se muestra sin corsés, como llevo haciéndolo desde hace años.

¿Y cómo lo has conseguido?
A la gente que no está muy familiarizada con este mundo les cuesta ver que la profesión de actor no es fácil. Sobre todo cuando las redes sociales muestran una cara feliz y amable de una realidad que no es tal. El día a día es otra cosa. Porque yo me veo como un producto. Un producto con alma, corazón y cuerpo puesto a disposición del otro. Resulta muy duro hacer un casting y descubrir que no quieren ese producto. Y eso hay que aprender a gestionarlo para no frustrarte, para llegar a pensar que algo nuevo llegará y que para eso tienes que estar preparado, que debes formarte y no bajar nunca la guardia. Llevo muchos años en esto, y si hago balance, estoy muy agradecido de haber trabajado en tantos y tan interesantes proyectos.

En esta fragua personal y profesional, Diosdado es martillo y yunque a la vez. Tal vez, la hoja de ruta que se ha marcado este joven actor de talante maduro tenga que ver con la aceptación. Y no, precisamente, salpicada de resignación. “He aprendido a aceptar las cosas como vienen para no pelearme conmigo mismo y con todo aquello que pueda sucederme”, dice. Este sevillano, de sonrisa franca y mirada aniñada, asegura ser un hombre realista. Con sus fantasmas, con sus miedos. La realidad es que a él, a estar alturas de la película, no le podrán decir que su vida, en lo personal, es puro teatro. Más bien todo lo contrario: es de una transparencia pasmosa. Por el momento, y en lo profesional, promete ser pura cocina. Y hasta ahí hemos querido entrar con él.

La frontera de las tendencias en cortes de pelo y tipos de barbas para hombre se nos antoja infinita. De ahí que el actor nos sirva como paradigma para abordar algunos de los peinados y estilos de afeitado que marcarán la próxima temporada. ¿Un regreso a la estética de los años del Hollywood clásico? El sevillano defiende como pocos la raya al lado y el bigote. Dos de las señas de identidad, por cierto, de Isidro: el personaje al que interpretó en la exitosa serie Las chicas del cable (Netflix).

Barba clásica; peinado con textura

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Rubén Vega//Esquire
En la imagen, el actor lleva camiseta blanca de Unfeigned y pantalón modelo Vela de Oteyza.

Es costumbre entre los hombres de nuestro tiempo lucir barba poblada. En este caso, el actor opta por una versión cuidada de esas cuyo largo no supera el de los siete días. ¿El truco para tenerla en perfecto estado de revista? Perfilar los contornos con máquina de afeitar y utilizar una recortadora de barba con un peine de 0,6 milímetros semana a semana para que luzca así de cuidada. El contrapunto llega con el peinado. En esta ocasión, un look informal contextura que se consigue aplicando algo de cera en polvo para distribuir los mechones de manera anárquica, pero con sentido. Así lo conseguirás:

1. Humedece tu pelo con agua.
2. Aplica sobre él un poco de crema de peinado o espuma para dar textura.
3. Mientras lo peinas, el calor de tus manos hará que se seque.
4. Aprovecha este efecto para disponer los diferentes mechones el altura que, al abrirse, ganan en volumen.
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Vídeo: Daniel Valdemoro.

El poder del bigote... y la raya a un lado

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Rubén Vega//Esquire
Miguel Diosdado viste total look de Oteyza.

El bigote Chevron está considerado como todo un símbolo de la masculinidad redefinida. Cobró fuerza en la década de los 80 como vía de reafirmación de colectivos oprimidos como le colectivo gay, entre otros. Hoy, mantiene intacto su significado adaptándose a diferentes estilos y cortes de pelo: desde peinados clásicos con raya al lado o en versiones menos depuradas pero igualmente modernas. ¿Para conseguir ese acabado pulido del peinado que luce Miguel Diosdado en la imagen? Basta con que sigas estos sencillos pasos:

1. Humedece tu pelo con abundante agua.
2. Aplica gomina por partes: primero en la zona superior y después por la trasera y los laterales.
3. Traza la ralla en el lado que prefieras y péinalo muy pegado hasta conseguir ese efecto tan craneal.
4. Para conseguir que no se mueva, utiliza un secador para que la gomina se fije perfectamente.
5. Tras esto, pulveriza algo de laca para fijarlo por completo.
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Vídeo: Daniel Valdemoro.

Corte de pelo degradado + rasurado total

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Rubén Vega//Esquire
En la imagen el actor lleva capa modelo Zuloaga de Oteyza.

No es que la barba haya firmado su sentencia de muerte, pero el rasurado total todavía conserva ese punto clásico que muchos buscan para el día a día. Existen muchas formas de defenderlo, y una de ellas esa la manera en que lo hace el actor: con un peinado midi fade, un corte de pelo cuyo degradado comienza en la zona media del cráneo y que permite jugar con looks tan modernos y juveniles como el de Diosdado. Toma nota del paso a paso:

1. Humedece tu pelo con agua.
2. Sobre la palma de las manos, aplica un poco de cera de peinado de fijación media.
3. Extiéndela y repártela por las yemas de los dedos.
4. Aplícala mechón por mechón hasta conseguir la apariencia deseada.
5. Truco: reparte el producto con movimientos circulares para generar pequeños caracoles con cada uno de ellos.
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En el vídeo, Diosdado lleva camisa y capa de Oteyza, pantalón de Unfeigned y sandalia se Steve Mono. (Vídeo: Daniel Valdemoro)

Fotografías: Rubén Vega • Vídeo: Daniel Valdemoro • Grooming: Yos Baute • Asistente de fotografía: Mario Val • Asistente de vídeo: Joan Bravo • Asistente de peluquería y maquillaje: Mónica Ramos • Producción: Marta Sánchez • Dirección y texto: Juanjo Madrigal