Quedamos en el céntrico Hotel Las Letras de Gran Vía con el periodista y escritor Manuel Marlasca, un rostro muy popular en nuestro país gracias a su trabajo en el periodismo de sucesos. Se identifica como alguien introvertido a pesar de su larga trayectoria frente a las cámaras de televisión y los micrófonos de la radio (desde el año 1988), narrando los crímenes más atroces que se han perpetrado en España y en el mundo en las últimas décadas. Este madrileño del 67 ha colaborado en medios como Onda Cero, Antena 3, Telecinco, La Sexta o Interviú. Periodista por vocación, pues se trataba de una profesión que ya le venía de familia, Marlasca trabaja en la actualidad en el programa TardeAR que presenta Ana Rosa Quintana en la principal cadena de Mediaset y en el ya mítico programa radiofónico Territorio negro en Onda Cero.

Después de escribir seis libros de no ficción en los que indagaba en la historia negra de nuestro país, entre los que se encuentran Cazaré al monstruo por ti (2019), sobre el pederasta de Ciudad Lineal, o Territorio negro (2021) junto a Luis Rendueles (su compadre, tal y como se refiere Marlasca a su querido compañero), ahora publica su primer libro de ficción, Tú bailas y yo disparo. Una novela negra con muchos personajes (la mayoría, policías) que hace vibrar al lector con una trama bien estructurada en el que el suspense va in crescendo. La aparición en una fábrica abandonada del torso de una mujer en un maleta es el punto de partida para que el grupo X de la Brigada de Policía Judicial de Madrid comience a adentrarse en un oscuro callejón que tiene enormes aristas y complejidades.

'Tú bailas y yo disparo' de Manuel Marlasca

'Tú bailas y yo disparo' de Manuel Marlasca

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Lo primero que quería preguntarte es acerca del cambio de registro. ¿Cómo ha sido el paso de la no ficción a la ficción?
Yo había escrito seis libros de no ficción: uno que hice solo, cuatro que hice con Luis Rendueles, mi compadre, y la obra gráfica sobre El Solitario con Lorenzo Silva. Y ahora este paso a la ficción es un cambio que yo no tenía pensado hacer porque le tengo un enorme respeto a la literatura. Pensar, por un solo momento, que voy a estar en un anaquel junto a libros de, por ejemplo, Fernando Aramburu, me provoca un síndrome del impostor gigantesco. Por encima de todo yo soy un gran lector, leo entre treinta y cincuenta libros cada año. Sí es cierto que durante mucho tiempo, en un cuadernito Moleskine que tengo, iba anotando apuntes de la realidad que pensaba que en un futuro me podrían valer para construir una ficción. Y cuando mi agente, Mónica Carmona, me insistió que tenía que escribir una novela, ya tenía algo planificado. Tenía una historia que contar y unos personajes a los que dar a conocer. Pero lo más complicado para mí de este cambio de registro ha sido encerrar al periodista bajo siete candados y no dejarle salir mientras estaba escribiendo ficción, porque la tentación era escribir como un periodista.

¿Y cuáles han sido las principales dificultades en este sentido?
Es verdad que tanto el periodista como el escritor manejan la misma herramienta, que es el lenguaje, pero no tiene nada que ver. Un escritor tiene que construirlo todo, los personajes parten desde cero. Cuando yo escribo true crime y describo a Ana Julia Quezada, todos saben quién es ella, pero cuando haces literatura tienes que crear a los personajes y convencer a los lectores de que esos personajes tengan caracteres propios, perfiles diferenciados, y que con tres palabras ya sepas quién está hablando. Y esto es complicado si no encierras en un baúl al periodista.

¿El método de trabajo también cambió con respecto a los libros de no ficción?
Absolutamente. En los true crime que he escrito lo primero que hacía era una labor de documentación que pasaba por entrevistas, por acceso a sumarios, por visitar los lugares donde se habían producido los crímenes o alguna detención… y luego ya ponerme a escribir con todos los apuntes tomados. Para la novela el método no es así, yo aquí empiezo a crear una historia a partir de esas anotaciones que tenía guardadas y luego, sí es verdad, en algún momento debo parar para documentarme por algo muy en concreto. Por ejemplo, hay un capítulo en la novela en el que se describe una autopsia y para contarla bien hablé con no menos de media docena de personas que son habituales en estas prácticas como forenses, auxiliares, policías científicos… Pero el resto es crear, crear y crear. Escribir, borrar y volver a escribir. Hay mucha orfebrería en la creación de una novela.

"Cuando empecé, los policías fumaban tabaco negro y se bebían sus pelotazos… Ahora toman batidos de proteínas y hablan idiomas"

¿Y cómo surge Tú bailas y yo disparo? ¿Por qué contar esta historia para tu debut en la novela?
Hay dos ítems que son definitivos para crear Tú bailas y yo disparo. Uno es una imagen. La imagen que yo vi hace tiempo, cuando accedí al sumario del asesinato del conocido como Rey del Cachopo, quien asesinó a su novia y metió el cuerpo sin cabeza, sin pechos, sin brazos y sin piernas en una maleta. Esa imagen, que estaba en el atestado, me parecía muy poderosa, muy potente, y esa imagen se encuentra en la novela. Y el otro es un viejo crimen que a mí me obsesionaba desde que yo empecé, que llevo ya desde el 88 en esto de los sucesos. Ocurrió en la calle Juan Bravo de Madrid, donde fue asesinado un médico por encargo. Aquel proceso tuvo muchas ideas y vueltas y casi sin querer fue la inspiración para este libro.

Entiendo que todos estos años de experiencia en el periodismo de sucesos te han servido de mucho para la elaboración de la novela.
Sin duda. Si yo no viniese de este mundo, si por ejemplo viniese del periodismo deportivo, que de pequeño era lo que me imaginaba que iba a ser, tendría que haberme pasado uno o dos años visitando grupos de homicidios y averiguando cómo trabajan. Todo eso me lo he ahorrado. Llevo 36 años conviviendo con policías y eso me ha ayudado bastante. Sin embargo, sí he tenido que consultar algunas cosas muy concretas, como las nuevas tecnologías que utilizan los malos para comunicarse entre ellos.

Tú bailas y yo disparo es también una novela de personajes. Cuéntanos más acerca de sus cuatro protagonistas: Jimmy Valle, Luis Mangas, Paula Vicente y Julia Zaldívar.
Yo quería reflejar el cambio generacional y las distintas sensibilidades que hay en la Policía. Yo he tenido la enorme suerte de ser testigo de ese cambio. Cuando yo empecé a trabajar recuerdo que fumaban tabaco negro, se bebían sus pelotazos cuando acababan la jornada… Y ahora cuando voy a una unidad policial están todos mazaos, beben batidos de proteínas, ninguno fuma, todos hablan idiomas… Ese cambio, esos dos extremos que ahora conviven todavía, a mí me interesaba mucho. Por eso he querido juntar a varias generaciones de policía. Luis Mangas es un policía de la vieja escuela, al borde de la jubilación, que ha hecho la mili y viene de una policía heredera del franquista. El siguiente en generación es Jimmy, que es alguien que roza los cuarenta y tantos años, que es el paso intermedio entre unos y otros. Y luego están Paula y Julia, que son compañeras de promoción, gente muy formada, deportistas, con grados universitarios, idiomas, y que entienden la Policía de una manera distinta. ¿Qué les une a todos? El compromiso, las víctimas, la vocación de servicio… Pero cada uno ve las cosas de forma diferente. Y también quería hacer ver al lector de que nadie es bueno ni malo las 24 horas del día, que todos tenemos matices y sombras. No me gustan los superhéroes. Y si hay alguno que me gusta ese es Batman, porque está lleno de sombras.

"Quiero llamar la atención sobre lo inconscientes que somos acerca del poder que tiene realmente el crimen organizado"

Aparte del cambio generacional, se observan en la novela tres aspectos interesantes sobre la Policía: las diferentes unidades que existen, la precariedad de la Policía Judicial (la que se dedica a la investigación) y la corrupción.
Voy a empezar por el final, por la corrupción. Yo quiero llamar la atención sobre lo inconscientes que somos acerca del poder que tiene realmente el crimen organizado. Tiene algo que lo hace poderosísimo, que es capaz de comprar voluntades, de corromper casi todo, y en ese casi todo también está la Policía, la Guardia Civil y cualquier unidad. El crimen organizado tiene muchísimo dinero y con dinero se corrompe y se pudre todo. Esa parte de la corrupción me interesaba, uno no se corrompe por ninguna convicción, por ningún fin, por una ideología, sino que uno se corrompe exclusivamente por dinero. Si hay dinero, te pueden corromper. Ahora bien, hay que dejar claro que la Policía española no tiene un problema de corrupción, pero es verdad que es tan sensible a corromperse como cualquier otro estamento si llega alguien con el dinero suficiente para torcer o doblegar voluntades. Eso es así. Ha habido casos antes y los hay en la actualidad.

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Álvaro de Luna

¿Y en cuanto a la precariedad en la investigación?
Pues es cierto que, de un tiempo a esta parte, la vida de los policías de Seguridad Ciudadana y de otras muchas unidades han mejorado. Y esto está muy bien. En el momento en el que yo sitúo la novela tenían un turno de seis días de trabajo y cinco libres, y ahora son seis días de trabajo y seis días libres. Es una muy buena vida, que da para hacer cosas más allá del trabajo. Pero, ¿qué ocurre con la Policía Judicial? Que eso no existe. Están pringados 24/7. Por eso a la Brigada Policial se la conoce como la Pringue. Y es cierto que en los últimos tiempos hay un déficit de policías en los grupos de investigación. Antes, los Grupos de Homicidios están formados exclusivamente por inspectores, por gente de la escala ejecutiva. Ahora no es así, también se integran de la escala básica, policías y oficiales que se incorporan a estos grupos porque no se estaban cubriendo las plazas. Entiendo que los gestores de la Policía intentarán solucionar este desequilibrio y mejorar las condiciones de la Policía Judicial. Porque la Seguridad Ciudadana es importantísima, ya que es la primera línea de la Policía que ve el ciudadano, pero la investigación es la que lucha contra el crimen organizado, la que resuelve homicidios… Es importantísimo.

Y el otro aspecto era la diferenciación clara entre las distintas unidades que existen dentro de la Policía, algo que se refleja muy bien esta novela.
Es que a mí no me gustan esos libros en donde se inventan unidades y cuerpos extraños. Yo he querido ser verosímil, explicar qué es la UCRIF y cómo lucha contra la trata, qué es Asuntos Internos, y mostrar bien hasta pequeñas unidades que tienen una presencia colateral como es el GOIT, la gente que se dedica a levantarte una casa entera en busca de vestigios. O, por ejemplo, enseñar cómo trabaja la Policía Científica, que aquí sí que me han ayudado mucho amigos míos para enseñarme cómo es una inspección ocular, cómo funciona la famosa luz forense, etc. Estuve en la sede del DEVI (Grupo de Delitos Violentos) y me sacaron todos los aparatos y me explicaron el funcionamiento de cada uno, cómo se visten, qué pasos siguen y cuál es el orden…

No sólo hay policías en la novela, sino también jueces. ¿Qué importancia tiene la justicia en los casos criminales?
Mucha importancia. Yo soy de los que cree firmemente en nuestro sistema judicial. Hay una reflexión de una jueza en el libro sobre cuestionar dicho sistema. Se trata de algo muy grave y peligroso, porque el sistema judicial es lo que ha mantenido en pie nuestro Estado de derecho y nuestra democracia. Yo me cansé de oír hace unos años que Urdangarin nunca iba a pagar por lo que hizo, que nunca se iba a sentar en un banquillo, y Urdangarin no sólo se sentó en un banquillo, sino que fue condenado y pasó por la cárcel. Y esa es la garantía de nuestro sistema, que nos garantiza la igualdad ante la ley. Pero como en todos los sistemas, estos son imperfectos, a salvedad de los totalitarios en donde sus líderes piensan que son perfectos. Y son imperfectos porque en esos sistemas forman parte personas. Yo sí he querido poner al descubierto esas imperfecciones que a veces tiene el sistema, y a esos impartidores de justicia que todopoderosos con sus togas de juez vuelcan en la administración de justicia sus frustraciones personales, sus complejos o sus fobias. La figura de un juez que sale muy mal parado en esta novela es una figura inspirada en un juez real, que ahora está ya jubilado. Ese juez que echaba a los policías porque llevaban uniforme existió realmente, aquí en la Plaza de Castilla. Y esta es mi pequeña vendetta. Pero en este libro sale, además, una jueza absolutamente comprometida con lo que hace y muy cercana a las víctimas. Ella representa a la inmensa mayoría de los jueces. Luego también aparece otro juez con debilidades mundanas, pero es que, como decía al principio, todos tenemos nuestras zonas de sombras. Ya seas juez, policía, periodista o un señor que reparte paquetes.

"La Policía española no tiene un problema de corrupción, pero es tan sensible a corromperse como cualquier otro estamento si llega alguien con el dinero suficiente para torcer voluntades"

Otro elemento que llama la atención en la lectura del libro es el valor que se le otorga a la música y a la radio.
Esto es una devoción. A mí la radio me ha acompañado toda la vida y lo sigue haciendo a día de hoy. He venido a la entrevista escuchando Hoy empieza todo de Radio 3. Y a primera hora he estado escuchado Radio Clásica. Al final, creo que, sin quererlo, he terminado haciendo un homenaje a la radio, la cual escucho desde pequeño. Yo tenía una radio en mi mesita de noche y me dormía escuchándola, ya sean programas deportivos o música. Y con respecto a esta última, a la música, yo creo que es, junto al olor, lo más evocador que existe. Una canción te lleva de repente a un momento determinado de tu vida. La música me ha servido también en la novela para diferenciar generación y caracteres de unos y otros personajes. Hasta el propio título, Tú bailas y yo disparo, está haciendo referencia a eso. Yo he sido siempre un torpe bailarín, yo en las fiestas era el chaval que siempre ponía la música, porque tenía muchos discos y porque me avergonzaba bailar.

Antes has comentado que de niño soñabas con ser periodista deportivo y en la novela hablas de Carrusel Deportivo. Ha cambiado mucho la radio deportiva de unas décadas atrás a la actualidad.
El componente generacional es fundamental en esta novela. Se nota que yo soy un boomer, que nací en el 67, que vengo de escuchar Carrusel Deportivo de la Ser, cuando todos los partidos de la Liga eran el domingo a las cinco de la tarde menos uno. Esto se plasma en el libro. Ahora mi hijo lo que escucha es Tiempo de Juego en la Cope. Y en esta novela sólo aparece un equipo, que es Real Madrid, porque es mi equipo. ¿Qué le vamos a hacer? Que los atléticos escriban la suya.

¿Cuáles han sido los referentes literarios a la hora de escribir esta novela?
Te voy a hacer una confesión que no se la he hecho a nadie hasta ahora. Durante el tiempo que duró la escritura de la novela yo tenía encima de la mesa los dos tomos del Diccionario de la Real Academia Española, porque prefiero seguir consultándolo en papel, los dos tomos del Diccionario del español actual de Manuel Seco, y luego tenía varias novelas. Una de Eugenio Fuentes, otra de Lorenzo Silva, otra de Domingo Villar, un volumen de cuentos de Raymond Chandler, otro de cuentos de Dashiell Hammett, y una novela de John Connolly, que para mí es uno de los escritores que mejor construye a sus personajes. Como se ve, he bebido de muchísimas lecturas. Es verdad que la novela policiaca me gusta mucho, pero leo de todo. Tengo muchísima devoción por los autores que acabo de citar, pero con el que más disfruto es, sin dudas, con Javier Marías, que poco tiene que ver con la novela negra, aunque las tramas de sus novelas guardan relación con este subgénero, tal y como afirma Eugenio Fuentes en Los bajos fondos del corazón, que se ha editado este mismo año.

Tusquets Los bajos fondos del corazón: Las emociones en la novela negra

Los bajos fondos del corazón: Las emociones en la novela negra

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En el balance anual, ¿lees más ficción o no ficción?
Seguramente el 60% sea ficción y el 40% restante no ficción. Leo mucho ensayo y no siempre tienen que ver con mi mundo profesional. Uno de mis libros favoritos de los últimos tiempos es El evangelio de las anguilas, y también me gustó mucho Los últimos balleneros. Cuando uno llega a cierta edad, al menos eso es lo que a mí me ocurre, cada vez me doy cuenta más de lo poco que sé y de que cada vez sé menos. Y es el hambre por el saber el que me lleva a lecturas de este tipo. Es muy enriquecedor, y hay que tener claro lo poco que sabe uno y las pocas certezas que se poseen pese a lo que piensa mucha gente. Yo cada vez tengo menos certezas. Sé que el Madrid ganará otra Champions y poco más.

"Daniel Sancho tiene ahora mucha atención de los medios, pero cuando se apaguen los focos va estar pudriéndose en una prisión de Tailandia no sé por cuánto tiempo"

Después de 36 años dedicados al periodismo de sucesos, conociendo el lado más terrorífico del ser humano, contando e investigando sobre los crímenes más impresionantes, ¿qué respuestas ha encontrado sobre la naturaleza del asesinato? ¿Existe el mal?
Sí, yo creo que el mal existe. Es más, tengo dudas de que el bien puro exista, pero el mal puro estoy seguro de que existe. Hay gente verdaderamente malvada, pero luego la mayor parte del daño lo provoca gente que no es mala, sino que tiene una explosión en un momento dado, o se salta los límites en una ocasión o toma una mala decisión. Hay un porcentaje altísimo de crímenes que se producen por un estallido puntual. Y por eso se resuelven, la mayoría, tan rápido. Comienza a haber un problema grave cuando la violencia se naturaliza, por esos los países más violentos son aquellos en los que la violencia se ha naturalizado, que forma parte del día a día. Hablo de países de Centroamérica, de Suramérica o de África. Y la violencia y provocar el mal es algo que nunca debiera naturalizarse. Pero las razones por las que se mata no han cambiado desde la Antigüedad; antes se mataba por poder, por celos, por lujuria, por dinero… y se sigue matando hoy día por lo mismo. Sólo hay una excepción a todo esto que es el crimen sin historia, como lo denominaba el doctor García-Andrade, que no es otro que el crimen del loco. Sin ir más lejos, anoche un señor le cortó la cabeza a su padre, la paseó por el pueblo y la tiró finalmente a unos coches. Ese señor es un esquizofrénico diagnosticado y ese crimen no tiene historia. El resto de crímenes siempre tienen unas motivaciones que suelen ser muy parecidas. Pero a veces ni siquiera llegamos a saber cuáles son esas motivaciones. Estoy pensando en casos muy populares, muy mediáticos, como el crimen de la niña Asunta Basterra, que nunca supimos por qué razón la mataron.

No puedo terminar esta entrevista sin preguntarle por el caso de Daniel Sancho, cuyo juicio comienza hoy.
El caso de Daniel Sancho tiene todos los componentes para convertirlo en un bombón mediático. Tiene un efecto que mi compadre Luis Rendueles llama “los ricos también lloran”, y se produce cuando se da un caso que afecta a gente rica o famosa. De esta manera se deja al descubierto que en esa capa de la sociedad también hay debilidades y pasiones tan básicas como esta. Y, claro, Daniel tiene padre famoso, abuelo famoso, es un chaval guapo que quería ser cocinero y hacía vídeos en redes que en televisión aparecen una y otra vez. También, el crimen ha ocurrido en un lugar paradisiaco como es Tailandia, tiene un componente pasional homosexual con alguien que no se había declarado abiertamente homosexual, por lo que también tenemos esa parte morbosa… Tiene, por tanto, un montón de componentes para resultar ser un caso muy mediático, como lo está siendo. Pero de toda esta atención se nos olvidan dos cosas. Una, que hay una víctima, que es un señor que acudió a este lugar y acabó descuartizado y repartido por toda la isla. Es una víctima y siempre hay que estar al lado de ellas. Y dos, que este chaval tiene mucha atención de los medios, pero cuando se apaguen los focos va estar pudriéndose en una prisión de Tailandia no sé por cuánto tiempo. Estos dos apuntes hacen bajar a la tierra, a la realidad, este caso tan mediático. Y la realidad es que hay unos padres y una hermana que ya no tienen hijo ni hermano, y que hay un chaval que, según lo previsto, va a pasar bastantes años en una prisión que no debe ser plato de buen gusto.

¿Piensas que no habrá pena de muerte para él?
Sí, hace tiempo que no se ejecuta a nadie en Tailandia.

Al hilo de todo este asunto que comentas, ¿qué piensas del espectáculo y el morbo que a veces se da en televisión y en prensa de estos crímenes mediáticos?
A mí no me gusta. Mira, yo trabajo en una cadena y en una productora que tiene los medios para ir a Tailandia a cubrir el juicio. Y allí se va a dar información. El entretenimiento es otra cosa, que está para otros espacios, igual de dignos, porque yo no voy a desmerecer a ningún compañero que se dedique al entretenimiento, pero yo lo que hago es información. En la parte del programa en la que yo salgo, todos hacemos información. Luego hay otra parte en el programa que se dedica a entretener y está bien que exista. Lo importante es no sumar a tus crónicas y a tu espacio de información cuestiones que no tienen nada que ver con esta, sino con el folclore, el entretenimiento o lo que sea. Si alguien quiere confundirlo y envolver bajo la apariencia de información lo que es entretenimiento allá ellos. Yo no.

¿Seguiremos teniendo a Manuel Marlasca como novelista? ¿Habrá más libros de ficción?
Eso lo tendrán que decir los lectores, aunque la intención es que este sea el primer libro de una saga, la llamada serie del Grupo X. Ojalá que sea así. Lo que sí puedo confesar es que ya estoy con el segundo libro e, incluso, ya tengo el comienzo.