Hay ocasiones en las que la Historia, con mayúsculas, genera una serie de coincidencias temporales que bien podrían haber sido escritas en el tiempo por alguna especie de Nostradamus con ganas de marcha.

Situémonos en el año 1924.

La ciudad de Chamonix-Mont-Blanc, más conocida por el gran público como Chamonix, situada en el este de Francia, en esa pequeña esquina de Europa donde se dan la mano Francia, Italia y Suiza, acoge los que serían los primeros Juegos Olímpicos de Invierno. En aquella época fueron llamados originalmente Semana Internacional de Deportes de Invierno y fue un evento que se organizó como anexo a los que, posteriormente, iban a ser los Juegos Olímpicos de París de 1924. Mil kilómetros más al norte, en Hamburgo (Alemania), ese mismo año Wilhelm Dziambor, Christian Lausen y Claus Johannes Voss desarrollaban la primera gama de instrumentos de escritura Meisterstück, aunque entonces para una empresa de nombre tan impronunciable para un español como Simplo Füllfedergesellschaft (cambiaría su nombre por el de Montblanc-Simplo en 1934).

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Montblanc
Embalaje original de las primeras Meisterstück que se vendieron a partir del año 1924.

Ahora, después de esta regresión, volvamos a 2024.

Han pasado cien años y la Humanidad ha cambiado en este tiempo más que nunca en la Historia, pero hay algunos elementos en este relato que se mantienen inalterables, a saber: el Montblanc, los Juegos Olímpicos (que vuelven a celebrarse en París) y Meisterstück, que continúa escribiendo nuestras vidas.

Perdón. Una cosa sí que se ha alterado en este periodo, quizá lo más inespeerado: la altura del Mont Blanc. Hablaremos de ello más adelante, porque es bastante pertinente.

UNA ‘OBRA MAESTRA’

Así que en 2024 Montblanc está de celebración, y no una cualquiera. La empresa alemana tiene preparado un año plagado de fastos con motivo del centenario de Meisterstück, con grandes eventos en todo el mundo y el lanzamiento de piezas que, sin duda, harán justicia a tan insigne aniversario. No es de extrañar, porque fue precisamente a partir de esta colección de instrumentos de escritura cuando Montblanc construyó su leyenda, siendo partícipe de la Historia a través de miles de protagonistas: desde Ernest Hemingway hasta Kobe Bryant, pasando por Yoko Ono, Nelson Mandela, John Fitzgerald Kennedy o Barack Obama.

kobe bryant announces seven year 137 million dollar contract re signing with the los angeles lakers july 15, 2004
Steve Grayson//Getty Images
La leyenda de la NBA Kobe Bryant, firmando en 2004, con una pluma Meisterstück, la renovación de su contrato con Los Angeles Lakers, por una duración de siete años y un total de 136 millones de dólares, récord absoluto de la liga en aquel momento.

Meisterstück ha superado en estos cien años todas las expectativas de sus creadores. Incluso unas tan optimistas como las suyas, especificadas en el propio nombre que le otorgaron, que significa, ni más ni menos, ‘obra maestra’. Eso sí, la elección de tal nombre no fue al azar, tenía mucho sentido.

En 1906, el banquero Alfred Nehemias, el ingeniero August Eberstein y el comerciante Claus Johannes Voss, todos alemanes, comenzaron un negocio de fabricación y venta de artículos de escritura al que quisieron dotar de un revolucionario sistema antigoteo y en 1909 se presentó la primera pieza que era capaz de evitar las manchas de tinta. Gracias a este sistema, aquella pluma se ganó el apodo de Rouge et Noir, en referencia al juego de la ruleta, en el que si apuestas por el rojo y por el negro, ganas (casi) seguro.

Gracias a este innovador desarrollo, las plumas que fabricaron por aquel entonces (cuando la compañía tenía aún el nombre de Simplo) comenzaron a ser muy solicitadas y, con el paso de los años, los clientes empezaron a observar cómo un aparentemente sencillo instrumento de escritura se convertía en un símbolo de estatus y elegancia. Así pues, algunos de ellos comenzaron a solicitar piezas que fueran “de uso dominical”, es decir, para ocasiones más especiales y que fueran un poco más elevadas que las que acostumbraban a usar a diario.

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Montblanc
Primer diseño de la pluma antigoteo Meisterstück, tanto por partes como montada.

Lo que no sabían aquellos clientes es que eso mismo ya lo llevaban realizando algún tiempo los propios artesanos de la compañía, que aprovechabann su savoir-faire para desarrollar sus propios proyectos personales y crear para sí mismos instrumentos de escritura absolutamente únicos. Debido a que exhibían una artesanía muy avanzada y un detalle inigualable, aquellas creaciones comenzaron a ser conocidas como Meisterstück. Obra maestra. Una bendita coincidencia que ha legado hasta nuestros tiempos no solo un objeto que es ya un icono cultural, sino un nombre reconocible en cualquier rincón del mundo... aunque no tengas ni idea de alemán porque, en algún momento de su historia, esta colección incluso llegó a traducirse para ciertos mercados, pero no cuajó. Y la palabra Meisterstück sobrevivió.

CAMBIOS... PARA SEGUIR IGUAL

Si cierras los ojos y te imaginas una Meisterstück, hay cuatro elementos inconfundibles que aparecerán en tu mente: el color negro, unos destellos dorados, una estrella blanca y un número: 4810. Sí, ¿verdad? Como diría aquella, “evidentemente”. Y es que si algo ha caracterizado la Meisterstück desde sus mismos comienzos es el haber mantenido siempre un aspecto inconfundible, con ligeros cambios estéticos (algunos más acertados que otros), pero siempre manteniendo la misma estructura elegante, sobria, discreta pero llamativa (sí, parecen dos características incompatibles, pero no lo son).

Muchos de los detalles con los que ya nació la Meisterstück siguen existiendo hoy en día, como la famosa estrella blanca de seis puntas en el capuchón, que hace referencia a los seis glaciares nevados del Mont Blanc (y que terminaría convirtiéndose en el emblema de la compañía), los dos anillos de oro que adornan el capuchón, no simplemente como elemento decorativo, sino también para fortalecer esa parte y reducir al máximo el riesgo de grietas, y, por supuesto, el número 4810. ¿Te acuerdas de lo que te había contado antes sobre la altura del Mont Blanc? Sigue leyendo.

Resulta que esa cifra, tan ligada desde el comienzo a Meisterstück, hace referencia a los metros de altura del Mont Blanc. El 4810 aparece muy destacado en los primeros embalajes de las plumas, así como grabado en el capuchón de la propia pieza y, desde 1930, en el plumín. Pero ¿qué ocurrre? Pues que desde 2023 el Mont Blanc, oficialmente, mide 4.805,59 metros sobre el nivel del mar (una medición previa en 2021 lo había dejado ya en 4.807,81 metros). ¿Significa esto que Montblanc vaya a tomar la decisión de, por primera vez en más de un siglo, cambiar la cifra que aparece en los plumines de todas las piezas de la colección Meisterstück? Evidentemente, no. El 4810 es un número que, al margen de mediciones oficiales, está tan unido a la historia de Meisterstück que a nadie se le ocurriría modificarlo. Aunque no sería una mala pregunta para el CEO de la compañía. Nos lo pensaremos.

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Montblanc
En estas dos imágenes, publicidad de las plumas Meisterstück en 1927 (izquierda) y 1949 (derecha).
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Montblanc

Los cambios estéticos a lo largo de este siglo de vida no han sido demasiados, aunque sí relevantes a la hora de terminar de modelar lo que es la Meisterstück que conocemos hoy en día. A mediados de la década de los 30 del siglo pasado se lanzó el primer nuevo diseño de la línea Meisterstück, de forma cilíndrica, con atrevidos diseños de clip y una punta de dos tonos. También se añadió en esta época un tercer anillo dorado, dice la leyenda que para hacer referencia a las tres personas que tuvieron más influencia en la configuración de la empresa en sus años de fundación: Dziambor, Lausen y Voss.

MEISTERSTÜCK 149: EL NACIMIENTO DEL ICONO

Otro de los momentos clave en la historia de Meisterstück ocurrió en 1952, el año del nacimiento del modelo 149, un verdadero clásico del futuro, cuya forma redondeada de puro (o torpedo, según otros) es sin duda la más reconocible de entre todos los modelos que ha habido a lo largo de la historia. La 149 supuso un hito tan fantástico que hoy en día es este modelo el que mejor representa a Meisterstück, el más buscado, el más deseado. Ya nunca se abandonaría este diseño, aunque coincidiera en el tiempo con otros proyectos, como la Linie 60, aparecida en la década de los 60 y que ya se comenzó a fabricar con resina moldeada por inyección (anteriormente, las plumas se fabricaban con celuloide, pero la necesidad de producción en masa debido a la alta demanda obligó a Montblanc a evolucionar en sus métodos de producción con tecnologías más eficientes).

Hubo durante todos estos años tentaciones de subirse a las olas estéticas que lo revolucionaron todo en los años 50 y 60 en el mundo de la moda. Y es que la Meisterstück era en aquellas décadas un accesorio de moda más y, al igual que hoy vemos en otros sectores como el de la relojería, las estilográficas querían también estar a la última de las tendencias del momento. Pero, ay, esa estrategia no funcionó demasiado bien, y poco a poco los diseños más atrevidos de Meisterstück desaparecieron del catálogo de Montblanc con la misma rapidez con la que crecía la gama de modelos clásicos y estilizados.

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Montblanc
Años 60 del siglo XX. Una empleada de la manufactura de Montblanc revisa el plumín de una Meisterstück.

Hoy en día, la fabricación artesanal de una pluma Meisterstück requiere de 35 detallados pasos a manos de un experto solo para el plumín (en oro de 14 o 18 quilates) más otros 70 pasos para ensamblar las piezas y probar la pluma. La silueta del plumín se moldea con una presión de hasta 18 toneladas y después se prensa cuidadosamente hasta que adquiere su forma. Seguidamente, los artesanos de Montblanc pulen a mano la punta de iridio, excepcionalmente dura, hasta obtener el ancho y el tamaño perfectos. Y tras el ensamblaje y el acabado finales, cada plumín debe superar una rigurosa prueba de escritura para que garantice una experiencia de escritura inmejorable.

Meisterstück es la palabra que mejor define la historia escrita del siglo XX y parte del XXI y aunque, ahora, bajo esa denominación se encuentran no solo instrumentos de escritura sino también fundas, tarjeteros, carteras, portadocumentos, estuches y hasta llaveros, todo el que escucha su nombre refleja en su mirada esos tonos negros y dorados y un número, 4810.

*Este artículo aparece publicado en el número de abril de 2024 de la revista Esquire

portada esquire abril 2024 marlon brando
JUAN CARLOS DE MARCOS