Ser malagueño es mucho más que un gentilicio. Es una forma de pensar, de sentir, de brillar, de exprimir la vida. Cuando alguien te dice que es de Málaga, te está dando ya mucha información. Porque, aunque de todo hay en la viña del Señor, hay que reconocer que Málaga siempre ha dado buenos frutos. De Picasso a Cánovas del Castillo, de María Zambrano a Antonio Banderas o de Antonio Molina a Pepa Flores, por citar a algunos, muchos son los genios nacidos en esta tierra que con su talento la han posicionado en el mundo.

Pero ¿qué tiene Málaga que ahora todos quieren vivir aquí? ¿Por qué las empresas más punteras del globo quieren ocupar alguna de sus parcelas? ¿Qué magia preservan que tanto embruja? Reunimos a otros tres grandes malagueños que hoy marcan el paso de nuestras vidas para que nos den algunas pistas: Antonio de la Torre, actor nominado a 14 Goyas y ganador de dos; Dani García, chef y empresario hostelero que cruza fronteras, y Pablo López, músico y compositor que arrebata y cuelga el cartel de sold out allá por donde va. No es por echarnos flores, pero reunir a estos tres personajazos ilustres en su Málaga natal ha sido toda una odisea. Bueno, también para ellos, que han cuadrado sus complicadísimas agendas con la generosidad y la ilusión de cerrar una cita que pasará a la historia de los grandes encuentros. Gracias por estar aquí.

pablo lopez dani garcia y antonio de la torre en malaga
Ana Marti//Esquire
De izquierda a derecha, Pablo López con camiseta de H&M y traje de Rokh x H&M; Dani García con traje de Felix Ramiro y camisa de Unfeigned, y Antonio de la Torre con traje y mocasines de Boss y jersey de Mango.

¿De qué presume un malagueño?
Antonio de la Torre:
¡Buf! De muchísimas cosas, pero sobre todo del clima. Yo me fui con 18 años y es lo que más echo de menos. Vosotros, ¿qué decís?
Dani García:
Para mí es fácil elegir: presumo de la gastronomía. Mi vida se basa en eso y, como viajo mucho por el mundo, no imagino mi cocina si hubiera nacido por ejemplo en Londres o en EEUU. Tengo la suerte de alardear de eso por toda la cultura que hay detrás de nuestros fogones. Las abuelas y las madres de otros muchos cocineros de otras partes del mundo no podrían presumir tanto como podemos hacerlo nosotros con nuestra gastronomía española.
Pablo López:
Yo, sin duda, del acento. El acento malagueño es imposible no llevárselo cuando haces las maletas. El acento va contigo a todas partes. Y la forma de vivir, por supuesto. Aunque te instales en Helsinki, llegas con tu acento y tu forma de vida.

Dani García: "El malagueño entiende que ahí fuera hay cosas increíbles. Eso te hace ser más competitivo"

¿Os conocíais ya?, ¿os conocéis ahora? O ¿cómo os conocisteis?
ADT: A Dani le conocí hace doce años. Me invitó a su restaurante y fue maravilloso. Yo flipé. De hecho, fue la primera foto que colgué en mi Twitter, con eso me estrené. Era un shawarma en papel de plata que también se comía. A lo mejor es un poco cateto que recuerde eso [risas]… Bueno, también que estuvo supercariñoso, como siempre es él.
PL:
Aún no he tenido esa suerte. Creo que hoy sí me toca, ¿no, Dani? [risas].
ADT:
Es que yo me autoinvité, ahora que lo recuerdo [risas]. Y a Pablo López le conocí en unos Premios Goya. Me dio mucho subidón cuando le vi, porque pensé: “Por fin los Goya tienen actuaciones de nivel”.
PL:
¡Ostia, muchas gracias, Antonio! Sí, toqué el año pasado con Israel Fernández. Yo estaba como un pulpo en un garaje. No era mi medio, pero lo disfruté mucho.
ADT:
¿Es muy diferente actuar en unos premios que dar un concierto junto a otros artistas?
PL:
Sí, es mucho más cómodo hacerlo en una gala de premios porque, además, es novedoso. Es cierto que en ambos estás haciendo música, pero se disfruta mucho más en un evento de esas características porque te sientes un invitado especial.
ADT:
Te voy a hacer una pregunta también muy cateta, soy así, qué le voy a hacer. ¿Te impresionó actuar delante de autoridades y estrellas del cine español o ya estás acostumbrado? Porque yo recuerdo el año que presenté los Goya que, aunque era ante mi gente, me cagué vivo [risas].
PL:
A mí me encantó que aquello fuera una venganza conmigo mismo y con el niño que fui al verme, durante dos minutos, cantándole a los ojos a Penélope Cruz. ¡Madre mía...! No sé si fue por los focos que me envalentoné, pero yo estaba ahí actuando para ella: “El infierno-ooo / de tu gloria-aaa, la, la, la...”, después de 25 años viéndola solo a través de una pantalla [risas].
ADL: Luego te dijeron la verdad: que no era ella, que era una doble [risas].
PL: [Risas]… Nada, ni con esas hubo suerte.

Dani, Pablo, vosotros que no sois de Málaga capital, ¿qué os sorprendía cuando veníais de niños a la gran ciudad?
DG:
La primera vez que vine aquí, mi madre tuvo que firmar un permiso especial en el colegio para que yo saliera antes para poder coger el cercanías y venir a Málaga. Y cuando llegué y me bajé solo por primera vez en Málaga, pensé: “¡Dios mío, la gran ciudad!”. Me bajé en Correos y, al verme allí solo por la calle Carretería, me sentí muy pequeñito. A ver, Marbella es un poquito más grande que Fuengirola [lugar de nacimiento de Pablo López], pero también tiene el carácter de pueblo. Pero en Málaga, ya no solo por una cuestión demográfica, sino también por un tema de actitud, incluso hace 25 años, ya se notaba su carácter urbano. Me impresionó muchísimo mi primera experiencia urbanita: “Cuidadito, que esto no es Marbella”. Yo tengo ya 48 años, pero recuerdo que venir a Málaga de chico con mis padres era el viaje del siglo. Veníamos algún sábado. Salíamos supertemprano. Tardábamos como una hora y pico. Y, claro, como seguro que estáis imaginando todos, veníamos a El Corte Inglés [risas]. Pasábamos el día haciendo compras y luego comíamos arriba en su restaurante. Tenía un buffet impresionante.
ADT: Ah, sí, el sándwich Corty [risas]. ¿Y ahí ya pensabas en ser cocinero, Dani?
DG: No, pero las primeras angulas que me comí en mi vida me las comí en ese Corte Inglés de Málaga.
ADT: A ver, yo soy de Málaga, pero de Ciudad Jardín, que es el primer barrio que te encuentras cuando vienes de Madrid. Y nosotros también decíamos: “¿Tú vas a ir a Málaga?”. Así que soy igual de cateto que ustedes. Recuerdo esa época en la que tu barrio es el mundo. Yo vivía en el bloque de los carteros, en la calle José Carlos Bruna, y ahí venían los gitanos y El Lengua, que era un indigente que nos daba mucho miedo. También bautizamos el Monte Coronado, que era un monte, decíamos, de donde despegaban los ovnis [risas]… Historias de barrio muy divertidas. Todo lo que veis en Netflix ya ocurría allí [risas]. Y cuando íbamos al centro era como salir del pueblo que era mi barrio. Así que reivindico que yo también soy de pueblo como vosotros.

La buena conversación y el buen rollo fluyen entre ellos sin que nadie intervenga, mientras se cambian de ropa y se preparan para la siguiente foto. En esos momentos, otros en su lugar andarían revisando el móvil o compartiendo impresiones con su asistente personal. Ellos no. Se siguen unos a otros, mientras hablan de Putin, de Rusia, del lujosísimo metro de Moscú, de las mujeres eslavas, de lo que Dani García les tiene preparado en su restaurante Tragabuches de Marbella, de la serie The Bear que tanto les ha gustado a los tres, de lo bonito que está el puerto... Parece que ser malagueño une más de lo que se piensa.

pablo lopez dani garcia y antonio de la torre especial malaga
Ana Marti//Esquire
Tras la sesión de fotos, en Málaga, Dani García (centro) se llevó a Antonio de la Torre y a Pablo López a comer a Tragabuches, uno de sus famosos restaurantes de Marbella.

¿Qué tiene Málaga que da tan buenos frutos creativos y artísticos?
DG: Yo creo que el mar, el carácter abierto y las visitas de la gente de fuera.
ADT: Sí, yo también creo que Málaga es atractiva en talentos, y obviamente no lo digo por mí. Pero se habla del parque tecnológico que se va a construir aquí, de que tenemos un clima increíble, de que nuestro aeropuerto internacional es impresionante, de que tenemos grandes comunicaciones para que la gente venga hasta aquí. No tengo tan claro que yo aporte mucho más, aunque sí mis compañeros de mesa, ¿eh? [risas]… Pero sí recuerdo de niño al extranjero. Yo que soy mayor que ellos y nací en el franquismo, que ya es un dato, recuerdo que iba a Torremolinos con mi tío y aquello estaba lleno de guiris. Hoy estamos más que acostumbrados, pero hace 50 años eso resultaba muy exótico. Eso creo que ha ayudado a abrirnos la mente. Aunque también podemos irnos un poco más atrás y hablar de Picasso. ¿Os imagináis que Pablo estuviera ahora mismo sentado aquí con nosotros? ¡Qué locura! “Oye, Pablo, cállate que voy a hablar yo”, [risas]. Por centrar un poco el tiro, creo que esta tierra siempre ha recibido muchos inputs. Yo crecí en esa España cerrada en la que, sin embargo, me daba cuenta de que aquí, en Málaga, pasaban cosas, que aquí venía gente. Hay un viento que sopla y que te mueve. No sé si aporto mucho con esto. ¿Qué decís vosotros?
PL: Yo me sumo a lo que dices, Antonio. Estuve un año tocando en Londres, en la calle, y yo hablaba más inglés en la Costa del Sol cuando actuaba en los hoteles de la zona, que cuando estuve en Inglaterra. Y luego, por añadir, no sé si es una gilipollez pero creo que los malagueños tenemos un carácter bastante competitivo. Y eso hace crecer muchísimo a las personas. Cuando yo tocaba en los bares de Málaga, todos nos fijábamos muchísimo en cómo lo hacían los demás para hacerlo mejor.
ADT: Pablo, ¿y eso no lo has visto en otras partes del mundo?
PL:
La verdad es que no, o no tanto. Cuando he trabajado fuera, he visto mucho más compadreo que aquí, por lo menos en el mundillo de la música. Y eso, creo, ha ayudado a generar un tejido de gente entregada a superarse, a ser mejor. Después de tanto collejeo en los bares, al final se toca fino [risas]. Por eso creo que hay tantos proyectos históricos musicales de Málaga que han trascendido a otras partes de España y del mundo.
DG: Estoy muy de acuerdo con todo lo que decís. Málaga es una ciudad muy abierta. Cuando tú recibes a gente de fuera y ves lo que hacen y, además, viajas, entiendes que no eres nada ni nadie en comparación. Sin querer crear ningún conflicto, ya aviso, en Sevilla la visión es diferente.
ADT: Vaya, ya tiene que salir el tema. Recordad que vivo en Sevilla, ¡por favor! [risas].
DG: Sí, bueno... Y tienes razón, Antonio, cuando dices que el malagueño acepta de una forma más natural a la gente de fuera y también sale más de viaje. A veces, el malagueño no entiende que su sitio es una auténtica pasada, que es lo mejor del mundo, pero porque también entiende que ahí fuera hay cosas muy increíbles. Eso te hace ser más competitivo y luchar, como dice Pablo. Yo, cuando empecé a viajar, fue cuando comprendí todo esto de lo que estamos hablamos. Hasta que no sales de tu barrio, de tu mundo, no descubres.
ADT: Y hay gente que no sale del barrio en su vida. Todos conocemos a gente así. Yo tengo ciudades donde me siento como en casa: aquí, en Málaga; en Sevilla, donde vivo, y en Madrid, donde por trabajo paso mucho tiempo. Y en los tres sitios conozco gente así con nombre y apellido. Tranquilos, no revelaré vuestra identidad y menos en Esquire [risas]. A ver, que a lo mejor a algún sitio han salido, pero me explico, ¿verdad?
PL: Sí, perfectamente, lo que quieres decir es que su alma, su idiosincrasia, sigue siendo la misma, que apenas han crecido, aunque alguna vez hayan salido de su entorno.
ADT: A ver, esto es un concepto. Kant y María Zambrano –por cierto, también malagueña– apenas viajaron y mira qué obras dejaron. Hay gente que hace un viaje personal e intelectual importante, aunque no haya salido nunca de su ciudad. Y luego hay otros que, aunque viajen, los sitios y las experiencias no pasan por ellos. Yo creo que ya con esto nos podemos ir a comer a Tragabuches, ¿no, Dani García? [risas]. Nos estamos poniendo de un profundo...

Antonio de la Torre: "Málaga está preciosa, moderna, vestida de largo, aún más abierta al exterior"

Una pregunta más, o dos o tres: ¿qué es lo primero que hacéis cuando regresáis a Málaga?
DG:
He estado dos meses fueras de casa, a veces me toca hacerlo, y ahora acabo de volver. Pues lo primero que hago cuando aterrizo en Madrid es comerme un bocadillo de jamón del bueno. Es que vengo de Dubái y allí no hay cerdo ibérico [risas]. Y luego, cuando bajo para Málaga, voy directo a Lobito, uno de mis restaurantes. Y ahí me como unas chirlas, unas puntillitas fritas… Es lo que más echo de menos cuando ando fuera de casa, la verdad [risas]. Y luego, a continuación, no perdono disfrutar un buen rato por el paseo marítimo.
PL: Yo lo primero que hago cuando llego al hotel es hacer un estudio psicológico de la gente tan bonita que tengo por aquí para ver a quiénes de ellos puedo citar a la misma hora esa tarde. Porque, claro, hay que estudiar muy bien a quién reúno en el mismo sitio para no salir yo escaldado [risas]. El patrimonio más bonito que tengo yo aquí es la gente. Y lo que más echo de menos.
ADT: ¡Qué sentido eres, Pablo! ¿Y ahora qué digo yo? Porque también soy un poco así, farruquito, de los que les gusta juntar a su gente. Pero también, aunque suene a tópico, me gusta comerme un buen espeto de sardinas. ¡Ah!, y me encanta que mi niña Martina naciera en Málaga. Ese día salí corriendo a registrar a mi niña malagueña. Vivirá en Sevilla, vivirá cuando sea mayor donde quiera, pero mi hija siempre será malagueña.
PL: ¿Os confieso una cosa? Pues que en mi casa, en Madrid, he llenado un rinconcito de la barbacoa con arena y hago unas sardinas que no veas. No huelen igual, pero me hago la ilusión [risas].

pablo lopez dani garcia y antonio de la torre en malaga
Ana Marti//Esquire
Dani García, con camisa y pantalón de Unfeigned; Antonio de la Torre, con camiseta de Mango, chaqueta de H&M, pantalón de Marciano by Guess y cinturón de Boss, y Pablo López, con jersey de Boss.

Oye, ¿y cómo ha cambiado la Málaga de vuestra infancia con respecto a la de hoy?
ADT: Pues ahora que acabo de ver al hermano del exfutbolista Santi Llorente, que está igual que siempre, a lo mejor no ha cambiado tanto [risas]... Es broma. Málaga está preciosa, moderna, vestida de largo, aún más abierta al exterior...
PL: Sí, ha crecido en todos los sentidos. Está multipremiada como una de las ciudades con mayor calidad para vivir, pero también en cultura, infraestructuras. Siempre ha sido puntera, pero ahora está en un momento dulcísimo.
DG: Como he llegado caminando, me he dado cuenta del cambio radical que ha dado en tan poco tiempo. Ha cambiado mucho y para bien.

Compartid con nosotros ese rincón de Málaga donde habéis vivido una historia personal bonita, romántica, entrañable.
PL: Yo escribí una canción que se titula Te espero aquí. Solo diré que fue en una perpendicular de la calle Carretería, cuando yo estudiaba en el conservatorio y viví uno de mis primeros enamoramientos más profundos.
ADT: Pues el mío fue en el cine Astoria, con una novia que tuve, durante una sesión de cine de La guerra de las galaxias. Era una de esas citas que quedabas a las tres de la tarde para sacar las entradas para la sesión de las ocho. Todo muy romántico [risas].
DG: Recuerdo con mucho cariño el año que compartí piso con mi hermana mayor. Ella estudiaba en la universidad y yo en la escuela de hostelería. Vivir solos, cocinar en casa... todo era nuevo.

Pablo López: "Creo que los malagueños tenemos un carácter bastante competitivo. Y eso hace crecer muchísimo a las personas"

Y cuando echáis de menos Málaga, ¿qué es lo que más echáis de menos?
ADT: Nos estamos metiendo en un terreno muy importante para mí: la nostalgia, un sentimiento agridulce que sirve para darle valor a un tiempo vivido. Y yo, cuando siento nostalgia de Málaga, siento nostalgia de mis padres y del niño que fui.
PL:
Lo mismo digo, Antonio. Málaga es el perfume de mi madre, su comida, su mirada, su abrazo, la familia. Y también echo de menos comerme en la playa una tortilla de papas y un filete empanado, sin miedo a que alguien haga una foto. ¿Y tú, Dani?
DG: Os parecerá una tontería pero, como viajo a veces demasiado, echo de menos sobre todo la luz de Málaga, el azul del cielo, el sol y el estar en una ciudad abierta al mar.

El resto de la conversación fue privada, con comida y sobremesa. Por lo visto, todo siguió igual de bien, eso nos contaron. Y que les gustaría repetir, pero que a saber dónde, cómo y cuándo.

Asistente de fotografía Gabo Boza/Asistente de estilismo Martina Tacchinni/ Peluquería y maquillaje María Solans (Mery Makeup) /
Edición de fotografía Carolina Álvarez/ Producción Marta Sánchez/ Agradecimientos Trocadero Casa de Botes (Málaga)


*Este artículo aparece publicado en el número de mayo de 2024 de la revista Esquire, a la venta desde el 23 de abril.

josh oconnor especial malaga
Juank//Esquire