Los asteroides ocupan un lugar destacado en nuestra imaginación apocalíptica. Al fin y al cabo, los dinosaurios no escaparon a una muerte por bola de fuego espacial. ¿Por qué habrían de pensar los mamíferos que son una excepción? Y hay motivos para preocuparse. Alrededor de 25.000 asteroides mayores de 140 metros zumban en la vecindad de la Tierra, y unos 14.000 aún no han sido encontrados. Así que, si alguna vez la humanidad se encontrara detrás de la bola ocho del destino, sería bueno saber que existe un plan para evitar la extinción.

    Por suerte, la NASA tuvo la misma idea. Por eso, en septiembre de 2022, la agencia espacial estrelló una nave espacial contra el asteroide Dimorphos para alterar su trayectoria. Este impacto cinético a 22.500 kilómetros por hora formaba parte de la misión Double Asteroid Redirection Test (DART), el primer intento de nuestra especie de redirigir intencionadamente un objeto en el espacio. Aunque la misión fue un éxito rotundo, las secuelas de ese choque celeste están produciendo algunas consecuencias imprevistas.

    En un nuevo artículo publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society a mediados de febrero, Marco Fenucci -investigador del Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra (NEOCC) de la Agencia Espacial Europea (ESA)- concluye que, aunque los restos resultantes del impacto del DART no se quemarán en la atmósfera terrestre, algunos se dirigen hacia la órbita de Marte, donde un posible impacto tendría un resultado muy diferente.

    "Es posible que en el futuro impacten contra Marte ", se lee en el artículo. "Dada la rarefacción de la atmósfera marciana, esperamos que los pedruscos lleguen intactos al suelo y excaven un pequeño cráter de impacto".

    En declaraciones a National Geographic, Fenucci señaló que los cráteres de impacto podrían tener hasta 300 metros de ancho. Sin embargo, debido a la delgadez de su atmósfera, Marte no es ajeno a este tipo de impactos; de hecho, Marte es golpeado por basura espacial 3,2 veces más a menudo que incluso la Luna. Estos impactos también palidecen en comparación con el mayor cráter de impacto de Marte, la cuenca Hellas, que tiene aproximadamente el doble del tamaño de Alaska.

    Aunque las estimaciones de decenas de milenios en el futuro pueden ser un poco confusas, estas nuevas rocas espaciales no pasarán cerca de Marte hasta dentro de unos 6.000 años, y de nuevo dentro de 13.000 años.

    Así pues, aunque la misión DART podría tener un impacto (lejano) en el futuro sobre el Planeta Rojo, la preocupación más acuciante es la próxima misión Hera de la ESA, diseñada para investigar los efectos del impacto DART con mayor detalle. Hera, que se lanzará en octubre de este año y llegará al sistema Didymos-Dimorphos en diciembre de 2026, se encontrará probablemente con unas 37 nuevas rocas flotando alrededor de los asteroides binarios en un campo de escombros.

    Si la colisión es inminente, la nave tendrá que maniobrar alrededor de estas nuevas rocas. Pero, afortunadamente, el espacio es grande y la posibilidad de impacto sigue siendo bastante baja.

    Esperemos que Hera llegue sano y salvo a los asteroides gemelos, conozca todos los detalles del impacto de DART y proporcione a la humanidad un muy necesario Plan B para, bueno, seguir el camino de los dinosaurios.

    Vía: Popular Mechanics
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    Darren Orf

    Darren lives in Portland, has a cat, and writes/edits about sci-fi and how our world works. You can find his previous stuff at Gizmodo and Paste if you look hard enough.