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A lo largo de milenios, los científicos han avanzado mucho en el conocimiento de nuestro Sistema Solar. Situar el Sol en el centro fue de gran ayuda (gracias Copérnico), y descubrir planetas lejanos como Urano y Neptuno -aunque descartando otros planetas fantasma como Vulcano- ayudó a describir algunas de las extrañas anomalías orbitales de nuestro sistema.

Sin embargo, aunque se ha progresado, el trabajo está lejos de haber terminado, sobre todo porque los bamboleos en las órbitas de nuestros lejanos gigantes de hielo (junto con planetas enanos como Plutón y Sedna) sugieren que hay algo ahí fuera que todavía se nos escapa.

Se han propuesto numerosas explicaciones para intentar comprender este "bamboleo" inexplicable, como cinturones sin descubrir, un agujero negro primordial del tamaño de un pomelo o incluso (lo que es más controvertido) un malentendido de la astrofísica. Sin embargo, la principal teoría es que mucho más allá de la órbita de Neptuno hay otro planeta que está causando estas perturbaciones orbitales: el Planeta Nueve.

Uno de los principales defensores de esta idea es Konstantin Batygin, de Caltech, quien (junto con su colega Mike Brown) reveló lo que se describió como una "hoja de ruta" para encontrar un propuesto noveno planeta de aproximadamente cinco veces el tamaño de la Tierra -una supertierra helada o una mini-Neptuno- en 2016. Ocho años después, Batygin vuelve con más pruebas de que un noveno planeta es la explicación más probable para los datos orbitales recopilados en todo el Sistema Solar.

"Lo que mostramos en este artículo es que no solo el Planeta Nueve está a la altura, es más, es que la... distribución orbital que predice el modelo del Planeta Nueve es perfectamente coherente con lo que vemos en los datos", dijo Batygin en el podcast Event Horizon. "Por el contrario, un Sistema Solar sin un Planeta Nueve puede descartarse con una confianza de cinco sigma (también conocido como descubrimiento estadístico)".

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En el último artículo, publicado en el servidor de preimpresiones arXiv, los investigadores introdujeron fuerzas celestes conocidas -planetas, estrellas y la propia Vía Láctea- y realizaron varias simulaciones, algunas de las cuales incluían un Planeta Nueve (P9) y otras no. Descubrieron que las simulaciones que incluían el P9 reflejaban con mayor exactitud lo que los astrónomos ven en el Sistema Solar, lo que significa que algún cuerpo planetario (posiblemente entre 400 y 800 veces más alejado del Sol que la Tierra) ha evitado nuestra mirada durante milenios.

Y con razón. A tal distancia astronómica, la supuesta debilidad del planeta lo haría increíblemente difícil de detectar, incluso utilizando telescopios como PanSTARRS o el próximo Observatorio Vera C. Rubin. Pero la naturaleza escurridiza del Planeta Nueve no es su único problema. Si el planeta existiera, seguiría una trayectoria extremadamente extraña alrededor del Sol, tan extraña que algunos astrónomos afirman que podría desafiar nuestra comprensión de la ciencia planetaria.

Sencillamente, hay demasiadas cosas sobre nuestro Sistema Solar que aún desconocemos como para estar seguros de una solución frente a otra. Sin embargo, cuando el Observatorio Vera C. Rubin entre en funcionamiento en algún momento de 2025, una de sus misiones proporcionará una claridad sin precedentes sobre lo que se esconde más allá de Neptuno, revelando potencialmente 10 veces más objetos del Sistema Solar de los que se conocen hoy en día.

Durante siglos, los astrónomos han estado alumbrando con una linterna, con la esperanza de tropezar con un misterio cósmico en la oscuridad. Esperemos que la llegada del Observatorio Vera C. Rubin sea como encender un interruptor.

Vía: Popular Mechanics
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Darren Orf

Darren lives in Portland, has a cat, and writes/edits about sci-fi and how our world works. You can find his previous stuff at Gizmodo and Paste if you look hard enough.