Poco a poco, y en parte queremos pensar que gracias a nuestros artículos sobre cómo evitar el envejecimiento prematuro, te has ido haciendo con tu neceser de cuidado facial y ya no hay sérum o crema antiedad que no tenga secretos para ti. Eres un experto en saber las diferencias entre el bakuchiol y la vitamina C y sigues a rajatabla tu rutina de grooming. Tu piel seguro que te lo agradece y ya estás notando sus efectos, pero se acerca una de las épocas en las que más sufre nuestra piel: el verano. No solo por la exposición solar mucho más intensa, enemigo número uno de nuestra salud cutánea, sino además por las altas temperaturas que hacen que la deshidratación sea mayor. Por lo que debemos redoblar los cuidados, pero ¿qué pasa con las cremas? ¿Sufren también los efectos de las olas de calor?

Efectivamente, durante el verano, muchos expertos aconsejan guardar nuestras cremas y demás productos de cuidado en la nevera. No es tanto porque la formulación vaya a verse afectada, pues éstas están diseñadas para mantener su estabilidad y sus principios activos, pero sí que hay ciertos ingredientes que podrían perder eficacia, sobre todo si hablamos de productos naturales o con vitamina C o A, que pueden sufrir más.

Además de una cuestión de conservación, mantenerlos en frío puede potenciar sus efectos. Es el caso, por ejemplo, de los contornos de ojos. Al hacerlo el efecto antiinflamatorio será más eficaz, tal y como explica Belén Acero, titular de la Farmacia Avenida de América: “Aportará una acción descongestionante y reducirá las bolsas, las arrugas y las líneas de expresión para una mirada fresca y revitalizada”. Por no hablar de la experiencia sensorial que supondrá aplicar esta crema fría sobre el contorno. Lo mismo ocurre con los sérums o las cremas, sobre todo las que son en textura gel, que multiplicarán esa sensación refrescante al ponerlas sobre la cara.

También es recomendable meter en la nevera las cremas hidratantes corporales. Gracias a este gesto, no solo agradeceremos la sensación refrescante tras un día al sol en la playa o la piscina sino que también estaríamos ayudando a aliviar pequeños problemas de circulación y a realizar un correcto drenaje linfático, tal y como apunta la experta. La clave está, además de tener el producto bien frío, aplicarlo con un masaje ascendente en las piernas para favorecer la eliminación de líquidos y evitar ese efecto de pesadez que con el calor se acentúa.

También es muy recomendable meter en la nevera las cremas específicas para tratar el acné, la rosácea o pieles sensibles. Las crema frías pueden ayudar a reducir la sensación de picor o quemazón que este tipo de problemas suele provocar.

Otro factor a tener en cuenta es que, al aplicar cremas frías, la piel tiende a contraerse, lo que puede ayudar a que los ingredientes activos de las cremas penetren más fácilmente. Esto puede potenciar los beneficios de los productos para el cuidado de la piel, permitiendo una mejor absorción de los ingredientes hidratantes, antioxidantes o antiarrugas presentes en las cremas. Además, las bajas temperaturas pueden ayudar a reafirmar y tonificar la piel.

Por último, sentir el frío en tu cara o cuerpo en plena ola de color, es el punto a favor definitivo para meter tus cremas en la nevera y hacer de tu rutina de cuidado durante el verano un auténtico lujo.