Hace menos de un mes, en una entrevista que nos concedió el periodista y escritor Manuel Marlasca, conocido especialista en casos criminales ocurridos en nuestro país, le preguntábamos acerca de la existencia del mal y la naturaleza de los asesinatos. Con más de 35 años de trayectoria, Marlasca respondió afirmativamente, «sí, yo creo que el mal existe». Acto seguido, sostuvo que las razones por las que se mata actualmente son las mismas desde la Antigüedad. Poder, celos, dinero, lujuria… «Sólo hay una excepción a todo esto que es el crimen sin historia, como lo denominaba el doctor García-Andrade, que no es otro que el crimen del loco», continuaba Marlasca, es decir, el crimen cometido por una persona con problemas mentales. Sin embargo, terminaba el periodista de sucesos reconociendo que, en ciertas ocasiones, las motivaciones de un crimen cometido por personas que no tienen ningún diagnóstico acreditado de trastorno mental no las llegamos a saber jamás. Y puso como ejemplo el crimen de la niña Asunta.

Es común entre los espectadores de una película o serie (o lectores de una novela), basados en un crimen real, preguntarse durante el visionado (o la lectura) de la misma acerca de quiénes son los culpables y por qué lo hicieron. En El caso Asunta, el primer interrogante parece respondido, pero el segundo continúa sin tener una respuesta clara. La serie distribuida por Netflix y protagonizada por un encomiable reparto formado por Candela Peña, Tristán Ulloa, Javier Gutiérrez, María León o Alicia Borrachero, entre otros, deja en el aire la gran pregunta de cómo dos padres pudieron dar muerte a su hija de doce años.

Una vez concluido el visionado de los seis episodios de la miniserie es posible responder a dicha cuestión a través de algunas hipótesis planteadas en la obra, pero ninguna de ellas se ofrece como la válida y verdadera. Los enigmas más significativos tienen que ver con Alfonso Basterra. ¿Mató él a Asunta, su hija adoptiva, o únicamente es culpable de encubrir a su exmujer, Rosario Porto? ¿Con qué finalidad le hacía esas fotos en actitud erótica y siniestra a su hija? ¿Por qué le suministró a Asunta durante tantas semanas dosis de Lorazepam que la dejaban en un estado somnoliento?

No obstante, en relación a Rosario Porto también se abren importantes interrogantes. ¿Cuáles fueron las causas reales de la muerte de sus padres, los abuelos de Asunta, fallecidos ambos en un lapso temporal de menos de un año y, tal y como informaron algunos medios, en circunstancias extrañas? ¿Es cierto que su hija le provocaba ansiedad y era un estorbo para su nueva relación sentimental? A estas incógnitas hay que sumarle las dos escalofriantes frases que Rosario le dijo a Alfonso cuando ambos estuvieron en el calabozo y el juez mandó microfonarlos. «No te dio tiempo a eso, ¿verdad?» y, poco tiempo después, «tu imaginación calenturienta nos va a traer muchos problemas». Dicho diálogo es, igualmente, una pieza fundamental en la serie.

Recordemos que tanto Alfonso como Rosario, que siempre se mostraron inocentes del asesinato de su hija, fueron condenados a 18 años de prisión. Él continúa cumpliendo condena en el centro penitenciario de Teixeiro (A Coruña), pero Rosario se suicidó en su celda en noviembre de 2020. ¿Contará Alfonso alguna vez la verdad? Esa que tanto nos inquieta y nos es tan difícil hallar respuesta. ¿Cómo es posible que unos padres decidan matar a su hija?