Solo hay que escuchar una canción de St Woods para captar la esencia de este proyecto musical. Los diez temas de su primer disco recién publicado, titulado Bones, rezuman ese tuétano emocional, trágico y luminoso a la vez, que se entiende igual en cualquier esquina del mundo. Letras dolientes, melodías limpias y un registro vocal al límite que irremediablemente llaman a las puertas creativas de Bon Iver, Damien Rice y esa ola indie folk que inunda las tardes de los festivales, las noches en soledad y las bandas sonoras de series y películas. Hablamos de todo ello con Nacho García, el artífice de una propuesta, impulsada también por las actrices Nadia de Santiago y Anna Castillo, tan ambiciosa como apasionante.

¿Cómo empieza la historia de St Woods?
Cuando era adolescente tenía un grupo punk rock de versiones de Green Day, de los de hacer el canelo. El camino musical que me lleva hasta ahora arranca cuando me fui a estudiar a Bélgica hace unos años. Empecé a tocar en la calle, una experiencia gratificante económica y emocionalmente. Usé ese dinero para viajar a otros países, donde aprovechaba para componer y respirar influencias. Así que viví una transición bizarra del punk rock a un acústico, a un indie, a un folk… Mi sonido se lo debo a lo que escucho y a la necesidad de defenderme con una guitarra acústica.

Así que ese falsete tuyo viene del punk…
No tanto. Voy un poco a ciegas en lo que a capacidad musical concierne. El falsete tiene más que ver con que me flipa Bon Iver, James Vincent McMorrow, James Blake y todos esos artistas que usan las texturas vocales como instrumento. Hay una inspiración muy heavy. Al principio los artistas somos lo que escuchamos, se puede ver un reflejo claro que no es algo negativo, sino un proceso de aprendizaje.

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Sofía Boriosi

¿Eres autodidacta?
Mis padres, que me han aguantado todo, me apuntaron a clases de solfeo y guitarra clásica con vistas a entrar en el conservatorio cuando tenía 10 años. A los tres meses, aunque no iba mal encaminado, dije que yo lo que quería era ser Billie Joe de Green Day y saltar con la guitarra entre llamaradas en el escenario. Así que, en realidad, mi aprendizaje es por internet, por Youtube, con tutoriales de acordes, de hecho ahora estoy con el piano igual. En cuanto a la voz, debería dar clases no tanto para hacerlo mejor sino para no fastidiarme cuando canto.

¿Nos presentas Bones, tu primer disco?
Son diez canciones que resumen una situación complicada de mi vida. Narra un duelo que atravesé durante dos meses porque en mi familia perdimos a gente cercana. Las canciones recorren las etapas de un duelo, con un sonido que se puede catalogar como indie folk, intimista, aunque no me he cerrado a sonidos electrónicos.

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La grabación debió ser intensa…
Es una historia curiosa. Yo quería grabar en Estudio Reno con Luca Petricca porque me gusta mucho lo que ha hecho con Izal, Vetusta Morla, Xoel López, Novedades Carminha… Dos meses antes de entrar, en mi familia fallecen dos personas en dos semanas. A raíz de ahí me encerré mucho, había creencias de mi familia que no compartía, empecé a escribir, a hablar con el productor… Tenía preparadas 14 canciones pero que no quería grabar ninguna de esas sino otras diez que hablaban de esa situación. Los productores jugaron a ser mis psicólogos durante la grabación, de manera directa o metafórica surgían reflexiones complicadas, cosas que yo ya no creo, gente a la que no quiero verle la cara, autocríticas hacia mis comportamientos que son muy destructivas. El disco se llama Bones porque, dentro de todas las ironías, la mayor para mí son los entierros, no entiendo por qué nuestra manera de despedir a una persona es enterrar sus huesos. O cuando vas a los tanatorios y ponen féretro abierto, lo respeto pero no lo entiendo, por qué la manera de despedir a alguien a quien has conocido de una manera es tan físicamente horrible. No compartía nada de eso, toda esa simbología y ritos religiosos, y a raíz de eso salió este disco. Las canciones cuentan con la aprobación y el cariño de mi familia porque entienden que cada uno tiene su camino y su reflexión.

En tus videoclips se ve claramente esa parte trágica. ¿Cómo conseguiste la colaboración de Anna Castillo, Greta Fernández y Nadia de Santiago?
Todo nace porque soy un caradura y un sobrado… Y porque las conozco de antes. Con Nadia de Santiago coincidí en el colegio, en primaria, ella iba a la clase de mi hermano mayor pero no llegamos a hablar. Tiene una productora que se llama La Breve Historia. Hice la música para uno de sus cortos y a raíz de ahí pensamos en conjunto para videoclips. A Anna la conocí hace un par de años. Ella me presentó a la guitarrista de mi grupo, que es Lara, su chica, y al bajista también. Así que la mitad de mi banda es gracias a Anna Castillo. Un día tomando algo le dije que pensaba hacer un videoclip, lo ideamos en conjunto con La Breve Historia y, como faltaba otra pieza, Anna sugirió a Greta Fernández, que es un amor de persona… Ni en mis sueños me imaginaba tener dos vídeos con tres actrices nominadas y galardonadas por la Academia y la crítica, es un lujo. No doy crédito a la suerte que tengo por contar con estas amigas que además entienden la historia de la canción, la sensibilidad con la que actúan es un plus porque al final hablan de un colega al que han visto sufrir.

Tú música suena perfecta como banda sonora de películas o series.
Sí. Es verdad que cuando grabamos el disco había cierta intención de hacer música cinematográfica, no buscando un fin sino como satisfacción personal. Ya ha habido cosillas, por ejemplo un par de canciones mías aparecen en El embarcadero de Movistar+, y parece que de cara a futuro pueden pasar cosas: hay un par de series en Australia que están pidiendo canciones para su catálogo, hay algo en Estados Unidos… Es muy complicado entrar en el mundo de las series, pero es una maravilla porque te da una exposición y un incom de dinero muy guay. Sé que BMG, mi editorial, está haciendo un buen curro.

¿Quién sustenta ahora mismo tu proyecto?
La realidad, sin ser yo nada de eso, mis padres. Me están ayudando mucho, y yo también he ahorrado en los últimos años. Así que es entre mi familia y yo, más la inversión de gente que me ayuda como Live Nation. Es un salto al vacío. Tampoco mi cuenta bancaria está dando saltos de alegría, de hecho estoy pensando coger algún curro que me permita sustentarlo. Ser músico es muy caro.

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Sofía Boriosi

¿Por qué no hay ningún rasgo de españolidad ni en tu música ni en los vídeos?
No creo que haya mucha intención, aunque parezca un pureta al decirlo, detrás de algunas decisiones del proyecto. No estoy cantando en inglés adrede. Es la ambición que tengo por lo que escucho: toda mi vida he seguido a grupos internacionales y el objetivo de mi música es que la escuche todo el mundo. La ambición es muy grande y obviamente hay que hacer un tiro más cerrado. La idea es, y para eso están mis compañeros de viaje como Live Nation, llevarlo fuera. Ese era el plan de este año, lo que pasa es que se nos ha cruzado una pandemia mundial. No quiero adelantarme a los acontecimientos pero se unen partes que empiezan a apuntar al camino correcto. Este mayo íbamos a Reino Unido porque estamos con la agencia booking internacional que trabaja con Lumineers, Passenger, Nick Cave… Si mañana saco una canción y lo mega peta en Rusia y tengo que trazar el camino desde ahí, lo voy a hacer.

¿Cómo manejas el equilibrio entre la expectativa y la realidad?
La realidad es que soy una persona muy insegura. Tengo mis ambiciones y sueños, pero la única razón por la que no he dejado la música es porque mi entorno de familia, amigos y equipo cercano me pone los pies en la tierra. Hay que tener objetivos ambiciosos a futuro pero ser realistas: solo hay un uno por ciento de casos de mega éxito. Suena cursi pero recuerdo una frase de mi manager: "Vamos a intentar que funcione. Si no funciona, lo intentaremos una vez más. Cien veces más. Si después de la cien no funciona, ya veremos si hay que cambiar algo". Es un mundo complicado, con muchas inseguridades, te comparas con gente aunque no deberías porque no es sano. Lo positivo es que la gente que trabaja en el proyecto y la que me rodea confía ciegamente en él.

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Sofía Boriosi