En la canción Treinta y tantos (Wolverines, 2013), Vega arrancaba su descripción de esa etapa de la vida con un

Treinta y tantos
Y el temor es algo crónico
El vértigo a defraudar
Vuelve a ser el tópico
Típico, mágico a la vez

¿Cómo es ese temor ahora que ha entrado en los cuarenta y tantos, tres discos después? "Sigue siendo algo crónico, siempre lo será. Pero cambia. Cuando escribí esa canción no tenía a mi hija y mis temores eran sobrevivir como autónomo, pagar las facturas, mis caprichos… Ahora, el temor crónico es no encontrar el equilibrio entre seguir viviendo de la música sin quitarle un ápice de tiempo a mi familia porque no quiero que mi hija crezca sin su madre al lado".

Hemos querido remarcar este doble salto de década para hablar (más bien escuchar, que el vídeo superior es de visionado obligatorio) con una cantante y compositora que sí, participó en el concurso de talentos, pero Operación Triunfo es una coordenada espacio-temporal que pertenece al pleistoceno de su mundo creativo. De hecho, todas las canciones de sus primeros discos han volado de su repertorio como se puede comprobar en Diario de una noche en Madrid, su noveno álbum, el primero en directo a modo de recopilatorio. "Casi están desaparecidas porque me pillan lejos a nivel de temática. Tengo 41 años y lo que soñaba con 23 me suena pueril. A veces rescatamos alguna en directo pero adaptándolas a nuestro sonido actual, y solo cuando es posible. No pretendo hacerme la quinceañera porque me resulta ridículo, soy consciente de quién soy y, sobre todo, de quién quiero ser. No soy una it girl, ni una instagrammer, ni una youtuber".

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¿Y quién es Vega en 2020? Entre otras muchas cosas, una compositora que ha encontrado su voz, en sentido artístico y también literal: "Me costó creerme que podía ser una buena intérprete… Quizá me lo hicieron pensar al desdeñar mi voz en mis inicios porque era más grave que la de las otras chicas. No sé, era joven cuando empecé. No disfruté de cantar hasta mi tercer disco y poco a poco he ido descubriendo que la forma de hacerlo atribuye una actitud, una raíz. De hecho, donde más se nota que soy cordobesa es en mi forma de cantar, no por los giros aflamencados sino por la garra, el coraje. Al final, la artista que soy hoy es el fruto de 18 años de maduración. Igual he llegado un poco tarde, pero nadie nace sabiendo".

Ya han pasado siete años desde que creó su propio sello independiente, La Madriguera Records, desde donde también compone para otros artistas como David Bisbal o Raphael. ¿Alguna vez se ha arrepentido de dar a sus 'hijos' en adopción? "No, porque son canciones que hago por encargo. Tomé esta decisión cuando vi que algunos compañeros que son intérpretes amontonaban en sus casas montañas de CDs que tenían que escuchar para buscar canciones. Yo les planteo la oportunidad de que se sientan como yo cuando interpreto una canción mía, es decir, las hago a su medida: me siento con ellos para analizar qué quieren contar, con qué melodía… Y me ha ido muy bien gracias a la confianza de grandes artistas que siguen confiando en mí porque vieron que esas canciones llegaron a su público de una manera muy especial".

En su madriguera creativa hay un invitado fijo: Kike Fuentes, coautor de la mayoría de sus canciones y quien le acompaña a la guitarra en todos sus conciertos y en el vídeo que han grabado para Esquire. El temor crónico siempre es más llevadero cuando se está bien acompañado, incluso si fuera por una multinacional, como en sus inicios con Universal y con Sony: "Yo no estaba dispuesta a llevar una carrera en la que los discos no podían ser como yo quería, en la que no pudiera tener un trato directo con el público. En aquel momento, bajo el paraguas de una multinacional, era imposible hacer lo que he hecho. A lo mejor hoy, con carta blanca, sí podría. En definitiva estoy orgullosa de haber tomado las riendas y de haber renunciado a una proyección más masiva. Dije adiós a todo aquello y soy feliz".