Cuando se abrieron las reservas en Amazon de Final Fantasy XVI os dijimos que la nueva entrega de la más mítica saga de rol japonés tenía el deber de saciar a los jugadores de Play Station 5 esta primera mitad de año. Más allá del lanzamiento de PSVR 2, o del fracaso de Forspoken, mientras en Game Pass gozan de Diablo IV o de Hi-Fi Rush, en Play Station este 2023 solo nos saciaban excelentes juegos third party como Resident Evil 4 Remake o Dead Space Remake y superventas como Hogwarts Legacy y Star Wars Jedi: Survivor. Ahora, mientras todo el mundo tiene los ojos puestos todavía en Nintendo y en Zelda Tears of the Kingdom llega este exclusivo temporal de Play Station 5 para dar chicha a esa guerra de consola que, toxicidades aparte, los jugadores multiplataforma podemos disfrutar. Final Fantasy XVI, digámoslo ya, ha salido bien.

Square Enix Final Fantasy XVI Amazon Ed

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Crédito: Amazon

La mítica saga JRPG está sufriendo una accidentada evolución desde Final Fantasy X, último título con Hironobu Sakaguchi, el creador de la saga, implicado. Lo ha hecho peor o mejor, pero siempre ha dado ciertos bandazos. Quizás el más valiente fue el Final Fantasy XV, un juego que apostó por un mundo abierto gigantesco y que ya nos relegaba a un combate por turnos ligado a un único protagonista jugable. La cosa salió solo bien a mitad, la segunda parte del juego se hizo con prisas, el combate era bastante incómodo y el descomunal mundo abierto podía llegar a desesperar. Mejor salieron el XII y, sobre todo, un XIV creado como juego como servicio cuyas actualizaciones han sido magistrales.

Es precisamente ese equipo el que se encuentra a cargo de Final Fantasy XVI, se nota y no lo decimos solo por su ambientación medieval.

'Final Fantasy XVI': Las claves de una historia adulta

final fantasy xvi
Square Enix

Decíamos en el titular de este artículo que Final Fantasy XVI se parece más a Juego de tronos que a The Witcher, no solo porque la estemos viendo para hacer review de la temporada 3 del brujo, si no por su redondez y peso dramático. Hablamos, por supuesto, de la serie de Netflix y no del excelente juego de CD Projekt. Final Fantasy XVI es un título para mayores de 18 años y eso se nota, y mucho. Cuesta recuperarse de ver batallas llenas de sangre en el que los caballeros van a lomo de chocobos, pero no tardamos en entrar en un mundo que tiene más de duro que la sangre o la representación sexual más directa de lo habitual (no tanto, sigue siendo un juego mainstream japonés).

Si la historia de Final Fantasy XVI es lo más apasionante del título es por su organigrama de traiciones. Poco a poco y con una gran dosificación a lo largo de la historia, vamos conociendo Valisthea y todos su conflictos a lo largo de varias décadas. Alrededor de los Cristales Madre y con los Eikons (las clásicas invocaciones como Ifrit, Shiva o Titán) como armas nucleares, se erige una compleja trama de traiciones que nos recuerda a la saga de George R.R. Martin por muchas cosas, incluida toda una Cersei. Sin embargo, lo que nos acaba subyugando con el paso de las horas es el destino de los portadores. Aquí, los bendecidos por los cristales, humanos capaces de hacer magia, son tratados como poco más que objetos, esclavos literalmente marcados en el rostro con los que pequeños niños juegan tranquilamente a dárselos de comer a los lobos.

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Es un mundo duro contra el que hemos de luchar, una sociedad enferma, podrida de racismo y supersticiones, que nos hace estar más al lado que nunca de los buenos y luchar con más ganas que antes contra los villanos. Ya no es simplemente un sueño de dominación mundial o un desdibujado retrato ecologista (que conste que Final Fantasy VII es mi favorito de la saga). Todo parte, además, del predecible suceso traumático que suele servir de inicio a casi todos los JRPGs, y que muchos ya vieron en la demo. Aquí, eso sí, resulta especialmente brutal y cruel. Pero el verdadero arma de Final Fantasy XVI es que esos momentos de peso dramático siguen repartidos, y repitiéndose, a lo largo de la historia, punteados y rodeados por momentos más ligeros que, si bien no abordan la comedia tanto como otros títulos de la saga, también sirven de oasis a quienes quieran algo de relax.

Aunque en este aspecto tenemos que abordar uno de los grandes peros de Square Enix y que aquí tampoco está solucionado. Aunque las misiones secundarias van mejorando, tanto en contenido como en recompensas, conforme avanza el juego, todas son extraordinariamente vagas. Son misiones de recadero de definición enciclopédica, que además abusan de grandes diálogos antes y después que no tardas en saltarte. Al fin y al cabo, nadie quiere perder cinco minutos de escena para coger un trozo de madera al otro lado de la habitación, o recoger tres flores o matar tres escorpiones a quince metros del NPC necesitado de ayuda. Aunque te puedes perder algo de mejoras de equipo, si eres de los que quiere mantener vivo el momentum de la historia principal, aconsejamos saltarlas por completo.

Y vamos a pasar someramente por esto para no destripar nada. No os queremos hacer el más mínimo spoiler, pero os queremos asegurar que, además de personajes clave como Clive, Jill, Cid o Joshua, hay varios secundarios, especialmente los villanos, que no vamos a olvidar.

'Final Fantasy XVI': dando en el clavo con el combate y el gameplay

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Aunque títulos como The Witcher 3: Wild Hunt o Red Dead Redemption 2 afirman lo contrario, centrarse en espacios semiabiertos, a lo dioramas, suele ser un mejor vehículo para canalizar la historia. Aunque los espacios de Final Fantasy XVI son, a veces, tan amplios que necesitaremos echar mano de nuestro chocobo, todos se basan en espacios cerrados, a menudo pasilleros. No es algo malo, aunque tampoco está hecho con la maestría de God of War Ragnarok. Simplemente es una advertencia para no decepcionar al que se gastó varios depósitos de gasolina en Final Fantasy XV. Aquí, eso sí, sigue habiendo contenido de sobra para superar fácilmente las 40 horas de juego lineal.

Lo importante es quedarse con que estamos ante una aproximación más directa, una que se trata de avanzar mientras vencemos enemigos. En ellos hay dos grandes diferencias. Por un lado están los enemigos comunes, casi siempre en grupo, a los que solo tenemos que vapulear para vencer. Los enemigos más duros, sin embargo, tienen una barra de aguante que hemos de agotar para dejarlos unos segundos aturdidos e infligirles verdadero daño. Es con ellos con los que el combate de verdad cobra sentido y profundidad.

Más allá del cuadrado para ataques a corta distancia y el triángulo para disparos a larga distancia (y algún combo muy simple), la clave son las habilidades de eikons. Podemos tener hasta tres eikons equipados, cada uno con dos habilidades a elegir de cuatro. Esos poderes son lo que de verdad hace daño a nuestros enemigos, y su tiempo de recuperación y combinación es la clave. Pero no olvidemos que estamos ante un título de pura acción creado por los mismos encargados del combate en Devil May Cry 5. También es muy importante la esquiva que, efectuada en el momento justo, nos da la posibilidad de contratacar a cámara lenta; o las habilidades de movimiento de los eikons que, dependiendo de cual, nos permiten con círculo teletransportarnos, agarrar y atraer hacia nosotros o incluso sacar un escudo para protegernos.

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Es un combate que empieza simple y efectivo, pero que se va enriqueciendo con el paso de los... eikons. Siempre espectacular, siempre distinto, se apoya también en una amplia variedad de enemigos. Solo falla, como ya es un clásico de la saga, el combate contra unos enemigos comunes que siempre puedes solucionar en automático, dándole al cuadrado casi sin mirar.

Otra de las claves de este nuevo sistema de combate es, aunque parezca mentira, la capacidad de la mochila. Se acabó eso de tener 40 pociones acumuladas en tu inventario que acabas el juego sin usar. No, al más puro estilo Souls, en Final Fantasy XVI solo puedes llevar cuatro pociones y tres ultrapociones y solo te recuperas la vida, sin usarlas, una vez que subes de nivel. Así que tendremos que vigilar nuestra vida a lo largo de las misiones ya que nuestro personaje tampoco dispone de ninguna habilidad de cura.

Por suerte no está solo, y es que se ha exagerado un poco con el combate en solitario de Final Fantasy XVI. Sí, es cierto que nuestro único personaje jugable es Clive, y que solo podemos dar pequeñas órdenes a su fiel perro Torgal. Pero es muy raro el momento a lo largo de la historia en la que no contamos con otro acompañante además de nuestro fiel can. Final Fantasy XVI sigue siendo una aventura de grupo. De hecho, hasta tenemos nuestra propia guarida para nuestra gente, llena de actividades para hacer piña. Entre ellas destacamos la caza de "escorias", búsqueda y combate de monstruos poderos y especiales que nos darán jugosas recompensas y, sobre todo, sirven como mini retos.

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No nos olvidemos tampoco de las anunciadas luchas entre eikons. Sin duda son momentos muy espectaculares, pero también puntuales. Conforme avanza la historia ganan en complejidad y dificultad, aunque nunca dejan de ser un espectacular bonus a la verdadera lucha previa. Es, sin embargo, un intento a aplaudir de llevar las míticas invocaciones de la saga al terreno de la acción en tiempo real y siempre resultan espectaculares.

'Final Fantasy XVI' tiene mucho más que historia y combate

Se nos han quedado muchas cosas en el tintero. La primera es que Kenshi Yonezu nos ha hecho no echar de menos por primera vez a Nobuo Uematsu en la música. Los momentos más épicos de la historia, llenos de coros y sonidos orquestales, son absolutamente increíbles. Tanto que ni el calor o el fragor de la batalla nos hacía querer quitarnos los cascos Pulse 3D. A la misma altura está el diseño artístico y los gráficos. Con algunos problemas de fps y algo de blur al desplazar la cámara si nos ponemos puntillosos, Final Fantasy XVI se ve espectacular. Sus escenarios son tan increíbles como las partículas que componen nuestros ataques con diferentes eikons. Tanto en combate como fuera de él, todo es fluido y no hemos visto ni un bug, clipping o crasheo. Un milagro probando un juego antes de su lanzamiento en los últimos tiempos. Ponemos, eso sí, otro pero a las expresiones faciales de los personajes secundarios, terciarios y NPCs, aunque suponemos que no todo puede ser Horizon Forbidden West.

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Nos quedamos con las ganas de que el DualSense tenga más uso (hay algún detallito leve, eso sí) y, llamadnos puntillosos, pero la barra de vida es realmente fea. Detalles sin importancia que ejemplifican la lupa que hemos tenido que sacar para buscarles defectos a un juego que renueva, esta vez para bien, una saga legendaria. Puede que los tiempos magistrales de finales de los noventa nunca vuelvan, pero con títulos así, Final Fantasy seguirá siendo un titán de la industria sin ayuda de ningún eikon.