Con 12 temporadas (la última se estrena el 28 de febrero en VH1 y confiamos en que llegue pronto a Netflix, que en en España tiene hasta la 11), nueve premios Emmy, dos spin-offs y millones de fervientes seguidores en todo el mundo, RuPaul’s Drag Race se ha convertido en el fenómeno televisivo global que mejor representa los cambios sociales y del mundo del espectáculo de la última década. El reality, cuyo objetivo es “encontrar la próxima superestrella drag de América” ha trascendido fronteras y, a lo largo de sus más de 140 entregas, ha creado toda una comunidad de seguidores de todos los colores y géneros.

Pero...¿Cuál es la clave del éxito de RuPaul’s Drag Race? El primero, y más evidente, su responsable último, creador y maestro de ceremonias, RuPaul. Desde los años noventa, este/a modelo, cantante, artista y celebridad ha visibilizado la figura de la drag queen dentro de la cultura popular de masas, relacionándola con el éxito y el glamour.

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Bajo su mando, no es de extrañar que, de manera palpable y, estrictamente pensando en el factor entretenimiento, RuPaul’s Drag Race sea el espectáculo definitivo: hay música, baile, moda y estilismos; hay un factor competición, con pruebas y retos, que despierta rivalidades, alianzas, afinidades y rencores; hay un sentido del humor muy personal e incluso un vocabulario lleno de expresiones propias que han saltado más allá de la pantalla; hay un jurado tremendo, estrellas invitadas (en la temporada 12 estarán Nicki Minaj, Robyn, Whoopi Goldberg, Jeff Goldblum…), todo ello conducido por un performer de altos vuelos.

Diana Villar es jefa de creatividad digital de Hearst Magazines y también una de las mayores fans del show en todo el país. Para ella, la capacidad de sorpresa es uno de los grandes valores del programa: "¿Cómo no va a arrasar un reality tan descacharrante y camp protagonizado por drag queens, en el que pasas de momentos completamente inspiradores (“If you can’t love yourself, how in the hell are you gonna love somebody else! Can I get an amen?”) a la más absoluta mala leche (“You’re so old you’re still on MySpace.com”) sin mediar apenas un parpadeo?", pregunta.

Diana, además, destaca cómo diversión, drama y frases pegadizas "conforman la receta perfecta para que todos caigamos a los pies de RuPaul y su programa, que consigue, al mismo tiempo y entre la hilaridad, hacer visible para el gran público los problemas y procesos de la comunidad LGTBIQ+".

Una combinación ganadora cuyo triunfo, efectivamente, va más allá, y este se refleja en la piel de sus concursantes. Así lo cuenta Agustín Gómez Cascales, redactor jefe de la revista Shangay, disc jockey y agitador cultural: “Para mí, el éxito de RuPaul’s Drag Race radica en la manera en que contribuye a reflejar que vivimos en un tiempo en que se están normalizando las identidades diversas”, cuenta.

Agustín, que incluso teloneó a RuPaul en su actuación en el crucero gay Open Arms, destaca cómo “la posibilidad de tener un alter ego que te permite borrar fronteras entre géneros y que ambos tengan idéntico peso es algo que siempre ha existido en el universo travesti, pero hasta la llegada de RuPaul's Drag Race se veía como algo propio de gueto”.

Convertir en estrellas de la televisión a un colectivo que tradicionalmente se ha visto relegado al underground y ha sufrido todo tipo de ataques y afrentas supone, además, enviar un potente mensaje de reivindicación de lo diferente que trasciende el ámbito estrictamente LGTBIQ+.

Así lo entiende la dibujante e ilustradora Genie Espinosa, fan acérrima del programa: “Ver un grupo de gente que no encaja en lo normativo y resaltando lo que los hace más raros todavía en vez de ocultarlo me fascinó”. La autora destaca cómo el reality trasciende el puro entretenimiento: “Es libertad, atrevimiento y arte todo en uno. Me flipa el love yourself de esa manera tan sincera y visceral”.

RuPaul’s Drag Race triunfa también a la hora de buscar el canon (“la próxima superestrella drag de América”) a través del anticanon, ya que una de las claves para hacerse con la victoria final en el programa es tener una identidad diferenciada y única. El periodista Enrique Aparicio, más conocido por su alter ego Esnórquel DJ y por ser la mitad del dúo de pop electrónico Monterrosa, destaca también cómo “es muy emocionante ver una competición donde ser gorda no es un problema, sino una característica. Prácticamente todas las temporadas tienen concursantes gordas. Esa visibilidad es muy, muy importante”.

Aparicio recuerda cómo “no existe mucha ficción audiovisual o héroes de la cultura popular gordos, porque la gordura siempre se usa como complemento (normalmente cómico). en RuPaul las gordas pueden ser graciosas, pero también pueden no serlo. Pueden ser diosas del glamour que adaptan su vestuario, su maquillaje y su estética a la forma y tamaño de sus cuerpos, y se las juzga por su calidad en ese desempeño, no por sus dimensiones”.

Esa inclusividad, el entretenimiento puro que ofrece el programa y la afinidad con concursantes que, más allá de sus habilidades artísticas o estilísticas no dudan en desnudar los problemas y dificultades personales que conllevan su vida como drags, ha contribuido a crear una fuerte sensación de colectivo que se nota en las muy activas comunidades y conversaciones en redes sociales, así como en los rotundos llenazos de los espectáculos RuPaul's Drag Race', Werq The World, que ya han realizado diversas paradas en nuestro país con gran éxito.

“Es como el fútbol, pero en bien, porque puedes ser de varios equipos (supporting different queens), no hay insultos al árbitro y nadie queda después para pegarse”, asegura la fan total Diana Cubo, que, mientras pasea por su ciudad escuchando a RuPaul, cuenta cómo acostumbra a comentar cada entrega del programa con sus amigos en un grupo de Whatsapp específico. "Si conoces a alguien de primeras y hablando os enteráis de que ambos veis RuPaul... bueno, ya amigos para siempre".

Enrique Aparicio incide también en ese espíritu de comunidad: “En Madrid lo ponen en el Barbanarama, que está en Chueca, al día siguiente de emitirse. Cuando nos juntamos allí cien maricones y gritamos, sufrimos y celebramos a la vez, nos resarcimos un poco de un mundo que no está hecho para nosotrxs”.

La versión para Reino Unido y las, al menos, tres temporadas más confirmadas, garantizan la continuidad del fenómeno RuPaul. El que, a todas luces, parece ser el primer formato de entretenimiento verdaderamente nativo del siglo XXI se ha ganado un rotundo (y merecido) Shantay: you stay.