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Las mejores películas de la historia del cine tienen una capacidad increíble para convertirse en icónicas a través de una escena, un personaje, una canción... y sobre todo una frase. O varias. Y es que las palabras cargan poder, y, cuando se pronuncian en la gran pantalla, aún más. Las mejores líneas de diálogo de la historia del cine nos han acompañado durante décadas, listas para saltar al ruedo en cualquier situación de la vida. Y si no solo hace falta echar un vistazo a nuestro listado de las palabras más bonitas del español (y su significa) o nuestra recopilación de las mejores frases filosóficas para reflexionar y pensar.
¿Tu mejor amigo tenía un examen súper difícil? Seguro que le soltaste "Que la fuerza de acompañe" y ambos sonreísteis de forma cómplice. ¿Estabas hasta el moño del teletrabajo perdiendo la cabeza entre páginas de Excel y llamadas de Zoom? Apostamos a que tuiteaste: "Mucho trabajo y poca diversión hacen de *inserta tu nombre* un tipo aburrido". ¿Buscabas una frase inspiradora para acompañar esa foto en la que sales mirando al horizonte desde el pico de una montaña? "Hasta el infinito y más allá". Luego están las variaciones interminables de otras frases, como "En ocasiones, veo muertos". Por ejemplo: "En ocasiones, veo ciclistas respetando las normas de tráfico". Así de bien encajan las frases más famosas del cine en nuestro día a día, y eso es en parte lo que las hace tan especiales. Ellas marcaron el legado, y a partir de ahí los cinéfilos las hemos hecho nuestras.
Para recordarlas, y celebrarlas, e incluso para descubrirlas por primera vez, aquí recopilamos las 35 mejores frases de la historia del cine. Las más populares, las más lúcidas, las más memorables. Las que nos recuerdan el poder de una buena cita célebre.
Las mejores frases de la historia del cine
El padrino (Francis Ford Coppola, 1972)
"Voy a hacerle una oferta que no podrá rechazar"
No, no puede rechazarse la increíble oferta que nos hizo Francis Ford Coppola en El padrino: una historia de mafias italianas en las calles de Nueva York con altos niveles de violencia y guerras de poder, con los valores familiares más férreos convertidos en bandera y naranjas en cada esquina anunciando muerte... Habitualmente considerada una de las mejores películas (si no la mejor) de la historia del cine, su primera escena nos dio la primera en la frente con esta frase repetida y homenajeada hasta la saciedad. La pronuncia un Marlon Brando poseído por su personaje, envuelto en sombras y con un gato en su regazo. ¡Qué más se puede pedir!
La guerra de las galaxias (George Lucas, 1978)
"Que la fuerza te acompañe"
El ahora conocido como Episodio IV: Una nueva esperanza fue la primera vez donde escuchamos esta icónica frase, pero desde luego no sería la última. La película de George Lucas se acabó convirtiendo en una faraónica saga que ya lleva once películas en la gran pantalla, a lo que hay que sumarle las diferentes expansiones de su universo en papel, televisión y streaming. Pero, más allá del éxito de su historia, ¿qué ha hecho perdurar esta frase? ¿Qué la ha convertido en la perfecta despedida de una conversación si eres un friki hasta la médula? Es poderosa, fuera y dentro de su contexto original. ¿Una sustituta a la altura? "Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes". Sin duda, es una de las mejores frases de la historia del cine.
El sexto sentido (M. Night Shyamalan, 1999)
"En ocasiones, veo muertos"
Cómo no vas a ver muertos, ¡si los tenías delante de las narices, Joel Osment! ¿Es demasiado pronto para hacer spoilers de El sexto sentido? Bueno, por si acaso nos guardamos para nosotros el girito de la película de M. Night Shyamalan y nos limitaremos a decir: qué malrollera y sorprendente. En ocasiones vemos películas de terror que nos dejan completamente fríos, pero esta nos dejó con la boca abierta (casi tanto como a Bruce Willis, que es el receptor de esta icónica línea de guion) e instauró la leyenda del plot twist en la filmografía del cineasta. Es una frase de cine que todos conocen.
Toy Story (John Lasseter, 1995)
"Hasta el infinito y más allá"
Tuvieses la edad que tuvieses en aquel 1995, no nos cabe duda de que no te pudiste resistir a las maravillas de Toy Story. El clásico de Pixar marcó a toda una generación de niños y niñas (y también padres y madres) con sus aventuras de juguetes que cobran vida cuando nadie les ve. Entre ellos destaca Buzz Lightyear, un héroe espacial que tiene una de las catchphrases más icónicas de la historia del cine: "¡Hasta el infinito y más allá!". Aunque ahora esté increíblemente gastada de usarla en posts de Instagram, sigue siendo una de esas grandes frases que nunca pasan de moda.
Tiburón (Steven Spielberg, 1975)
"Necesitará otro barco más grande"
A Steven Spielberg solo le hicieron falta unos pocos elementos para montar una de las películas más terroríficas de la historia. Estamos hablando de un tipo que convirtió sus problemas técnicos con el tiburón mecánico durante el rodaje en lo más increíble de su propuesta: lo que no vemos da más miedo que lo que está a plena vista. Y si llega por debajo del agua con una aleta asomando por la superficie, pues más aún. Pero aquí estamos para celebrar su frase estrella, el understatement más famoso de la historia. ¿Un barco más grande? Mejor tráete una grúa marina.
Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959)
"Nadie es perfecto"
Uno de los mejores finales de la historia del cine lo tiene esta película de Billy Wilder, donde Jack Lemmon y Tony Curtis se infiltran en una banda de música disfrazados de mujeres y ambos se acaban prendando de la carismática Marilyn Monroe. Y quién puede culparles. Sin embargo, la última escena del filme la protagoniza un marinero que se ha enamorado de la versión femenina de Lemmon, y al que en realidad no le importa en absoluto ninguna de las pegas que el hombre intenta decirle. Al fin y al cabo, nadie es perfecto. Aunque la verdad, esta frase se acerca. Sin duda, de las mejores frases de la historia del cine.
Love Story (Arthur Hiller, 1970)
"Amar significa no tener que decir nunca lo siento"
En el cine, el amor no es amor de verdad si no duele. Y cómo dolió en esta película, basada en la novela de Erich Segal, que nos mostró a dos jóvenes enamorados diciendo una de las grandes frases de la historia del cine. Y, a ver, también una de las más cuestionables. ¿Cómo no le vas a pedir perdón a tu pareja de vez en cuando si has hecho algo mal? Debates aparte, Love Story contó la historia de dos estudiantes de Harvard, Oliver (Ryan O'Neal) y Jenny (Ali MacGraw), que pertenecen a clases sociales muy diferentes y aun así acaban enamorándose. Pero luego descubren que ese era el menor de sus problemas.
Casablanca (Michael Curtiz, 1940)
"Louis, presiento que este es el comienzo de una gran amistad"
Un clásico como la copa de un pino. Elegimos esta frase con la que Humphrey Bogart y Claude Rains caminan hacia el horizonte para poner punto y final a la película. El protagonista, Rick, acaba de dejar ir al amor de su vida (a la que interpreta Ingrid Bergman) en una Casablanca que se ve invadida por los conflictos derivados de la Segunda Guerra Mundial. Su desenlace (frase incluida) es icónico, pero en este caso teníamos muchas opciones entre las que escoger: "Siempre nos quedará París", "Tócala otra vez, Sam"... Y añádele, para más inri, el temazo inmortal de Louis Armstrong, As time goes by.
Harry el Sucio (Don Siegel, 1971)
"Alégrame el día"
Quién pudiera tener la labia de Harry Callahan para callarle la boca a cualquier mindundi que nos molestase demasiado. Pero sin revólver, por favor, que no queremos un disgusto. El personaje interpretado por Clint Eastwood en esta película de Don Siegel (y las consecuentes secuelas) es uno de los grandes héroes (¿o antihéroes?) del género de acción: un duro policía de San Francisco que lucha contra el crimen con métodos bastante sucios (de ahí su apodo) y entiende que la ley no debe tener miramientos a la hora de atrapar a criminales. En una de sus escenas más famosas, justo antes de que un delincuente haga un movimiento a la desesperada para salvarse, suelta esta frase como diciendo: alégrame el día porque necesito pegarle un tiro a alguien en la cabeza. Salvaje.
Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989)
"Tomaré lo mismo que ella"
¿La mejor comedia romántica de todos los tiempos y una de las mejores escenas jamás paridas en celuloide? Lo firmamos. Este filme de Rob Reiner, escrito por la gran Nora Ephron, exploraba la longeva y cambiante relación entre dos amigos (interpretados por Billy Crystal y Meg Ryan) mientras determinan si el sexo arruina o no la amistad. En esta brillante escena, Harry asegura que puede reconocer si un orgasmo es falso. Y Sally le demuestra, a voz en grito en mitad de un restaurante, cómo de real puede parecer un orgasmo falso. Cuando acaba su exhibición, una señora que está sentada cerca suelta lode "Tomaré lo mismo que ella", cerrando la escena con un punch cómico insuperable.
Blade Runner (Ridley Scott, 1982)
"Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia"
Esta frase, que seguro que has utilizado más de una vez para ponerte filosófico, ha pasado a la historia por razones obvias: es una reflexión preciosa y poética de la pérdida de la memoria por parte del, ojo, antagonista de la película de Ridley Scott. ¡No solo los héroes van a tener las mejores frases! Se trata de Roy Batty, el replicante interpretado por Rutger Hauer, que se enfrenta a su muerte después de salvar al detective Rick Deckard (Harrison Ford), y lo hace con aceptación, pero también mucha melancolía. El discurso completo no tiene desperdicio: "Yo he visto cosas que vosotros no creeríais...".
Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939)
"Francamente querida, me importa un bledo"
La señorita Escarlata (Vivien Leigh) estaría furiosa al saber que hemos elegido la frase que le espeta Rhett Butler (Clark Gable) al final de la película en lugar de sus muchas frases icónicas, desde "Juro que jamás volveré a pasar hambre" hasta el "¡Mañana será otro día!". Y ya lo sentimos, pero es que la contundencia de esta respuesta a la caprichosa protagonista de Lo que el viento se llevó es irresistible. Y la traducción al español no hace más que mejorarla. Puede que ya nadie use eso de "Me importa un bledo", pero por este clásico del cine haríamos una excepción.
Apolo 13 (Ron Howard, 1995)
"Houston, tenemos un problema"
Aunque se ha convertido en una de las frases más citadas fuera de su película de origen, en realidad no es exactamente como el astronauta Jack Swigert se lo dijo a la NASA en 1970 (que era más como "Vale, Houston, hemos tenido un problema aquí"), pero ahí entra la magia de Hollywood para convertir una frase aparentemente mundana en una cita célebre. Dirigida por Ron Howard y protagonizada por Tom Hanks, la película narra el accidentado viaje a la Luna del Apolo XIII, que mantuvo a todo un país (y a tantas otras salas de cine veinticinco años después) en vilo.
Memento (Christopher Nolan, 2000)
"No me acuerdo de olvidarte"
La obsesión de Christopher Nolan por el tiempo empezó bien temprano en su filmografía. Con Memento, el cineasta llevó a cabo una idea loca: contar una historia al revés, empezando por el final y terminando en el principio. Todo gracias a un personaje (interpretado por Guy Pearce) que sufre amnesia y va olvidando todas sus vivencias. De ahí esta frase tan sorprendente y trágica al mismo tiempo, que le dedica a su interés romántico (a la que da vida Carrie-Anne Moss).
El resplandor (Stanley Kubrick, 1980)
"Mucho trabajo y poca diversión hacen de Jack un tipo aburrido"
Esta película de Stanley Kubrick se ha ganado un puesto en la lista de películas más enigmáticas de todos los tiempos. Su adaptación libre (libérrima) de la novela de Stephen King (que odió profundamente lo que el cineasta hizo con su historia) sigue generando teorías y misterios más de 40 años después, y por supuesto nos ha dejado alguna frase frase para el recuerdo. Podría haber sido "¡Aquí está Johnny!", pero nos decantamos por esta frase que el personaje interpretado por Jack Nicholson escribe en su máquina de escribir centenares de veces, demostrando lo mucho que está perdiendo la cabeza. También podemos quedarnos con la versión perfectamente válida de Los Simpsons: "Sin tele y sin cerveza Homer pierde la cabeza".
Braveheart (Mel Gibson, 1995)
"Todos los hombres mueren, pero no todos han vivido"
Vale que Mel Gibson cogió la historia escocesa y se inventó la mitad, pero lo que nadie puede negarle es su talento (o, bueno, más bien el del guionista Randall Wallace) para encontrar frases épicas. Ahí va otra: "Podrán quitarnos la vida, pero nunca podrán arrebatarnos la libertad". Por lo general las pronuncia William Wallace, un icono de la historia de Escocia en el siglo XIV y su lucha contra los ingleses, que en la película le vemos volver al hogar para liderar a sus compatriotas en una rebelión necesaria contra los abusos de la corona británica. Y otra más: "Habéis venido a luchar como hombres libres. Y hombres libres sois. ¿Qué haríais sin libertad?".
Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960)
"El mejor amigo de un chico es su madre"
Quizás recordamos más otras cosas de este clásico de Alfred Hitchcock: la mítica escena de la ducha con Janet Leigh, el asesinato del detective en plano cenital y cayendo por las escaleras, la revelación final en el sótano de la mansión Bates... Pero esta frase encapsula perfectamente la enfermiza relación entre Norman Bates (Anthony Perkins) y su madre. Notorio es también su monólogo final, que escuchamos en voz en off mientras él pone cara de, como dice, no haber matado ni a una mosca.
Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979)
"Me gusta el olor a napalm por la mañana. ¡Huele a victoria!"
Entre lo mejor del cine bélico, y a pesar de lo divisiva que fue en su época, no puede faltar Apocalypse Now. La película de Francis Ford Coppola, basada en la novela El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, fue tan interesante delante de las cámaras como detrás, con un rodaje infernal lleno de problemas y catástrofes. Pero todo valió la pena viendo el resultado final, y también sus elementos más icónicos: la escena de Marlon Brando como el coronel Kurtz y, sí, esta frase en la que podemos intercambiar la palabra napalm por cualquier otra y sigue sonando igual de épica.
El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991)
"Me comí su hígado acompañado de habas y un buen Chianti"
Imagínate a Anthony Hopkins mirándote fijamente a los ojos, pronunciando estas palabras y acto seguido emitir ese escalofriante sonido tan característico de Hannibal Lecter. Como relamiéndose al recordar cómo se comió a un tipo con un buen maridaje. Esta fantástica película de Jonathan Demme sigue dándonos mal rollo treinta años después, y esa es señal de buen thriller. Jodie Foster interpreta a Clarice Starling, una licenciada universitaria que ansía formar parte del FBI y debe enfrentarse a un primer caso de lo más inquietante.
Karate Kid (John G. Avildsen, 1984)
"Dar cera, pulir cera"
Menudo año de clásicos (y frases icónicas) fue 1984. Allí nos encontramos por primera vez con Karate Kid, la primera de una saga de películas (y luego también una serie: Cobra Kai) donde el karate se convertía en la forma de lucha más cool del mundo. La clásica historia de David venciendo a Goliat, con la ayuda, eso sí, del genial señor Miyagi (Pat Morita). En sus duros entrenamientos, el joven Daniel Larusso (Ralph Macchio) aprende que el arte de ganar una pelea empieza limpiando el coche al ritmo de dar cera (mano derecha) y pulir cera (mano izquierda). Prometemos que funciona.
El rey león (Rob Minkoff y Roger Allers, 1994)
"Hakuna Matata"
Ningún problema debe hacerte sufrir. Lo más fácil es saber decir... Hakuna Matata. Las dos palabras que resolverán todos tus problemas, según aseguran Timón y Pumba en El rey león. Y no es verdad, en realidad, pero en algo tienen razón: una actitud positiva y pasota frente a la vida no viene mal de vez en cuando. Vive y deja vivir, vive y sé feliz. La película es todo un clásico de la época dorada de Disney, con temazos increíblemente icónicos como El ciclo sin fin y Es la noche del amor. Pero si hay dos palabras que han perdurado, esas son Hakuna Matata.
Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976)
"¿Hablas conmigo?"
No sabemos cómo de sano es hablar contigo mismo en el espejo, pero para Travis Bickle es una muestra de inestabilidad emocional que se irá demostrando en cada una de las escenas de Joker. Ay, perdón, de Taxi Driver. La película de Martin Scorsese, con guion de Paul Schrader y protagonizada por Robert de Niro, es todo un clásico del Nuevo Hollywood de los años 70, y contiene esta famosísima escena en la que el protagonista ensaya sus amenazas con su reflejo.
El mago de Oz (Victor Fleming, 1939)
"Toto, creo que ya no estamos en Kansas"
Es una de las películas más indiscutiblemente icónicas de la historia del cine y todo un emblema de la época dorada de Hollywood. Para lo bueno y para lo malo. Judy Garland se convirtió en una estrella en el momento en que entonó ese Somewhere over the rainbow, y después cuando abrió una puerta y pasó del color sepia al Technicolor. Es una película mágica, basada en la novela L. Frank Baum, y que nos deja varias frases icónicas. Nos quedamos con la de Totó, pero en segundo puesto: "Se está mejor en casa que en ningún sitio".
Arrebato (Iván Zulueta, 1979)
"No es a mí a quien le gusta el cine, sino el cine a quien le gusto yo"
En el cine español hay joyas, como Arrebato, que siempre merecen tener un puesto en la lista. En cualquier lista. Esta película de culto de Iván Zulueta sigue a un director de cine insatisfecho que recibe un misterioso paquete que le lleva en una espiral extraña entre el celuloide, las drogas, su ex y la locura. Marcó un antes y un después con su radicalismo, su experimentación y su visceralidad. Cine sobre cine, cine que arde en la pantalla. Recomendada para cinéfilos muy entregados.
El viaje de Chihiro (Hayao Miyazaki, 2001)
"Nada de lo que sucede se olvida, incluso si ya no lo recuerdas"
Quizás no sea la frase más famosa de esta lista, pero sin duda es una de las más bonitas. La escuchamos en esta absoluta obra maestra de Hayao Miyazaki, en la que seguimos las aventuras de una adolescente que ha quedado atrapada en un mundo mágico, con sus padres convertidos en cerdos y ella obligada a trabajar en un balneario para dioses apestosos. Entre coming-of-age fantástico y hermosa cápsula de la cultura y mitología japonesas, el filme reflexiona sobre la memoria y la identidad no solo con esta genial frase, sino también con el resto de su emocionante historia.
Terminator: El juicio final (James Cameron,1992)
"Sayonara, baby"
Qué difícil ha sido decidirse por esta frase frente a "Volveré" y "Hasta la vista, baby". Otra cosa no, pero concisión y brevedad con sus frases no le faltaban a Arnold Schwarzenegger en esta secuela de Terminator. La Terminator buena, para entendernos. Exitazo de taquilla y aún considerada una de las grandes películas de acción de la historia de Hollywood, tuvo la capacidad de transmitir al público una serie de frases (o, en realidad, palabras sueltas) que quedarían grabadas en el imaginario colectivo para siempre.
Dirty Dancing (Emile Ardolino, 1986)
"No dejaré que nadie te arrincone"
Sitúate: los enamorados se han despedido, pensando que no se volverán a ver jamás, pero de repente Patrick Swayze entra en el salón de actos y camina hasta Baby, que pega un respingo sentada al lado de sus padres y siente cómo le suben los calores cuando su profesor de salsa favorito le dice "No dejaré que nadie te arrincone". Todos embarazados. Instantáneo. Así de potente es esta frase de la secuencia final de Dirty Dancing, una comedia romántica legendaria en sus canciones, en sus personajes y también en sus frases. Y es que no nos olvidemos de la de: "He traído una sandía".
Forrest Gump (Robert Zemeckis, 1994)
"Mamá siempre decía: "La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar.""
Razón no le faltaba a la madre de Forrest Gump, con la vida en general pero, sobre todo, con la de su muy especial hijo. No, nunca supo lo que le iba a tocar, pero todo lo que le tocó lo sobrellevó de una forma heroica. Y a buen ritmo. "¡Corre, Forrest!". Ahí va otra frase. Basada en la novela de Winston Groom y dirigida por Robert Zemeckis, la película ganó seis oscars de la Academia de Hollywood, incluyendo Mejor Película y Mejor Actor para Tom Hanks.
El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950)
"Cuando quiera, señor Demille, estoy lista para rodar"
Si te descuidas, Hollywood te puede comer vivo. Eso le ocurre a la protagonista de este clásico de Billy Wilder, una vieja gloria del cine mudo incapaz de adaptarse a las novedades de la gran pantalla y que ha creado su propia realidad. Norma Desmond (Gloria Swanson) seguía siendo grande, eran las películas las que se habían hecho pequeñas. O eso decía ella. Una de las mejores películas de Hollywood sobre Hollywood, que inspiraría obras maestras posteriores como Mulholland Drive.
Titanic (James Cameron, 1997)
"¡Soy el rey del mundo!"
Las buenas listas hay que acabarlas con una nota alta. Y cuánto más arriba se puede estar que Leonardo DiCaprio casi tirándose por la borda del Titanic y gritando al océano Atlántico: "¡Soy el rey del mundo!". Bueno, sí se puede estar más arriba: James Cameron haciendo lo propio en el escenario de los Oscars cuando Titanic arrasó en los premios con once estatuillas. No hay duda de que es una frase llena de euforia dedicada a todos aquellos que, en algún momento de sus vidas, sienten como si hubiesen tocado un trozo de paraíso.
El club de la lucha (David Fincher, 1999)
"Somos la mierda cantante y danzante del mundo"
El club de la lucha es una película fascinante de principio a fin. Antes incluso de que comience la trama propiamente dicha, la cinta que terminó de consagrar a David Fincher como un genio de nuestro tiempo y remató el estatus de estrella inalcanzable de Brad Pitt golpea al espectador con una especie de glitch: un discurso anticlimático y distorsionado de Tyler Durden sobre cómo nuestro empleo, el dinero que tengamos en el banco, el coche que conduzcamos o los pantalones que nos compremos no nos definen. Esta afirmación, llena de rabia noventera e ironía escatológica, es el primero de los muchos directos a la mandíbula que lanza la película al espectador y se queda en la memoria como la cicatriz de un hueso roto.
E.T. el extraterrestre (Steven Spielberg, 1982)
"Teléfono, mi casa"
El momento en que el alienígena de Spielberg habla por primera vez con el niño que lo ha acogido en la Tierra, Elliott (a quien dio vida Henry Thomas), es sin duda uno de los más conmovedores de la película, por lo mucho que significa y por la simpleza con que eso se transmite a través del celuloide. Con esta cinta, el cineasta vivo más famoso del mundo demostró que una historia de andamiaje sencillo y completamente entregada al sentido de la maravilla era lo único que necesitaba para conseguir un blockbuster global capaz, como pocos otros, de conectar con espectadores de todas partes del globo.
Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941)
"Rosebud"
Vale, aquí estamos haciendo un poco de trampa, pues no se trata de una frase completa, sino de una única palabra. Pero cuidado: una de las palabras más poderosas de la historia de Hollywood. Poniendo este vocablo en los labios del magnate Charles Foster Kane, interpretado por él mismo, Orson Welles inauguraba una película entendida durante largas décadas como sinónimo de perfección cinematográfica. El enigma que desencadena esta línea de diálogo es, simplemente, historia del medio.
Network, un mundo implacable (Sidney Lumet, 1976)
"Estoy más que harto y no quiero seguir soportándolo"
El momento en el que el presentador de telediarios Howard Beale, interpretado de forma inolvidable por Peter Finch, pronuncia esta frase, el espectador sabe con certeza que la psique del protagonista se ha venido abajo. Repetido como un salmo martilleante —sobre todo en la fonética de su versión original: I'm as mad as hell, and I'm not going to take this anymore!—, el diálogo tiene el poder de transmitir el viaje del protagonista hacia un mundo en descomposición, privado de las viejas certezas y donde solo la explosión furiosa, individual y reaccionaria parece una opción viable.
El gran Gatsby (Baz Luhrmann, 2013)
"Nunca había visto unas camisas tan bonitas"
Casi nunca se hace justicia con la versión que el director de Moulin Rouge realizó de la que quizá sea la gran novela estadounidense, y eso que apenas abarca unos cientos de páginas. Hinchada de histrionismo, música electrónica y cromatismos horteras, la película de Luhrmann encontró la única vía verdadera para trasladar aquella excelsa crónica de los locos años veinte de Fitzgerald a las pantallas contemporáneas: traducirla a los códigos de hoy. Ya que la última frase de Nick Carraway, el narrador de la historia, no conserva la trágica melancolía de las páginas de la novela, nos quedamos con esta otra línea pronunciada por Daisy, que condensa a la perfección la perspectiva desde la que el cineasta observa el exceso decadente de los apoderados de West Egg.
