Las primeras horas tras la primera proyección de First Man en el Festival de Venecia fueron insoportables para el mundo tuitero. Los de aquí, por no poder comentar. Los de fuera, por no saber si había gustado o si estaban despedazándola en algún café del Lido veneciano. Por primera vez, el certamen impuso un embargo de críticas y comentarios públicos sobre las películas a competición, que permite que la película llegue virgen a su presentación oficial. Y, bueno, tiene cierto sentido: ¿qué gracia tiene para los asistentes de la proyección de público si horas antes los periodistas la han destrozado (o encumbrado) por Twitter?

Es carne de Oscar. Y, si Chazelle juega bien sus cartas, lo será en 2019.

Sobre la nueva película de Damien Chazelle había mucha, muchísima, expectación. No sólo porque viene después de un éxito como La La Land: La ciudad de las estrellas, la (casi) ganadora del Oscar en 2016 que, aunque no exenta de detractores, se ha ganado un hueco entre los mejores musicales modernos. Precisamente, aquel filme hacía su gran presentación oficial en Venecia, y así lo ha hecho también este biopic de Neil Armstrong que el joven cineasta tenía en mente antes incluso de comenzar a rodar su espectáculo demyniano en las calles de Hollywood. En rueda de prensa, preguntado el porqué de su interés en esta historia, Chazelle ha respondido que para quienes no habían nacido en aquel 1969, como él, este es un evento tan incontestable como desconocido. “No debemos dar esta historia, ni ninguna otra, por sentada”, ha asegurado. ¿El resultado? Una película que dejará de piedra a Iker Casillas y su simpático escepticismo.

Hay algo innegable: los momentos históricos merecen películas a la altura. Quizás no necesariamente innovadoras, quizás no luchando contra los límites narrativos del propio cine, pero sí capaces de contar una pedazo de la Historia -en mayúsculas- con la clarividencia y complejidad que necesitan. Esta sea quizás, si el tiempo lo quiere y los críticos lo permiten, la película definitiva sobre Neil Armstrong. No es que hayan demasiados referentes a batir más allá de un telefilme noventero (Apollo 11) o diferentes y célebres documentales (como En la sombra de la luna de David Sington). Pero, ¿habíamos escuchado alguna vez la historia personal de Neil Armstrong? ¿Por qué llegó a ser el protagonista de uno de los momentos más importantes de la historia norteamericana y mundial? ¿Y a qué precio?

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A esas preguntas intenta responder First man con grandes ideas y conceptos. Es una película, ante todo, solvente en lo que intenta narrar, y que sin duda desecharán aquellos que le piden al séptimo arte algo más que una buena historia y algunos momentos espectaculares. Y, en parte, se estarán equivocando. Hay mucho valor en lo que Chazelle ha hecho en esta película, que combina la grandiosidad de un viaje a la luna (el primero) con los pequeños detalles, las insignificancias henchidas de significado. Es carne de Oscar. Y, si juegan bien sus cartas, lo será en 2019, que es además (¡ojo aquí!) el 50º aniversario de aquel momento histórico de Armstrong. Mejor momento, imposible. Pero no adelantes tantos acontecimientos.

NEIL ARMSTRONG NO ES EL ÚNICO PROTAGONISTA

No, no has leído mal la sinopsis: esta es una película sobre Neil Armstrong y el viaje a la una. Una que abraza la fórmula del biopic, pero la supera con creces en muchos aspectos: no canoniza al personaje, sino que muestra también sus sombras, desde su ausencia habitual en el hogar familiar hasta su introspección casi enfermiza. Está claro que Ryan Gosling es quien guía la narración, y el centro de la misma, pero hay dos protagonistas más en esta historia.

"Siempre he considerado la llegada a la luna un logro de la humanidad, no de América" (Chazelle)

Dicen las personas sabias que lo importante no es llegar al destino, sino el viaje que te lleva hasta él. Una de las mejores bazas de la película de Chazelle es cuánta importancia da al proceso. Ya sabemos como acaba. Ya sabemos qué va a pasar, y que va a ir bien. La Historia ya nos ha hecho el spoiler antes de empezar, y por eso era tan importante impregnar a toda la película de una tensión y realismo que pudieran llenar la ausencia del misterio. Y vaya si lo consigue. Cada viaje que traspasa la atmósfera es una experiencia casi física, con la cámara en estado de descontrol absoluto y el sonido taladrándonos los oídos. Casi como si estuviéramos dentro del casco del propio Armstrong. También la música clásica, con aires de vals, haciendo danzar las naves espaciales como hacía Kubrick en 2001: Una odisea en el espacio (aunque esta se parece más a una Gravity con más épica o una versión más sobria de Interstellar).

Pero en escenas memorables se lleva la palma, claro, ese impresionante alunizaje final, lleno de silencio y solemnidad. Momentos grandiosos que dan ritmo a un filme que se centra mucho en lo científico (la dirección de arte es alucinante), que olvida el patriotismo innecesario ("siempre lo he considerado un logro de la humanidad, no de América", ha dicho Chazelle en Venecia) y se sirve del flashback para introducirnos en la psique de un protagonista que se debate entre el trauma y el heroísmo.

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Aunque, para actos heroicos, el de la segunda gran protagonista en la sombra: Claire Foy, que interpreta a la mujer de Armstrong y a la que los medios internacionales ya dan como nominada al Oscar a Mejor Actriz de Reparto. No es para menos. Ella representa lo que se esconde detrás del gran nombre. El diálogo entre lo profesional y lo personal, lo público y lo privado, lo universal y lo íntimo, es constante en First man, porque para Chazelle ambos son igualmente importantes, como deja claro en esa escena final a través del cristal a lo Pickpocket. Dos mundos, un equilibrio. Sólo que uno es reconocido por los libros de historia y el otro no.

Si esta será una de las candidaturas más fuertes para los próximos Oscars lo sabremos en unos meses. Aún quedan muchos filmes por descubrir y una campaña previa que disputar. Sin embargo, cuesta creer, leyendo las críticas internacionales (la mayoría, buenísimas), sabiendo en qué año se enmarca la ceremonia y viendo los espectaculares resultados del tercer largometraje de Chazelle, que no vaya a estar entre las favoritas. Algunos incluso ya la llaman la Salvar al soldado Ryan de las películas sobre el espacio. Palabras mayores.

Si quieres saber más, no te pierdas en Fotogramas la crítica de First Man.

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