Aunque Charles Chaplin (que nació tal día como hoy hace 134 años) lo decía todo sin palabras, cuando hablaba nos dejaba a todos sin palabras. Pionero de historias conmovedoras e impregnadas de una crítica social llena de ironía y mordacidad, su alter ego, Charlot, fue protagonista de algunas de las mejores películas de la historia del cine como Tiempos modernos, El chico, El circo, La quimera del oro o Luces de la ciudad. Cuando al final de Tiempos Modernos le retaron a hablar interpretó una canción con un idioma inventado que todos entendimos perfectamente. Así despidió a su querido personaje, sabiendo que si hablaba iba a decir algo importante. Su primera película hablada fue nada más y nada menos que El gran dictador. Allí, dividido entre el dictador Astrolfo Hinkel (por supuesto, una alusión paródica a Adolf Hitler) y un humilde barbero judío, Chaplin decidió hablar y no hizo nada más y nada menos que el discurso con el que cierra la película. Todavía hoy, insuperable:

Lo siento pero... yo no quiero ser emperador.
Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres.
El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas. Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco. Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.
Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oírme, les digo: no desesperéis. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano. El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el Hombre exista, la libertad no perecerá.
Soldados: No os entreguéis a ésos que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir. Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina. Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo los que no aman odian, los que nos aman y los inhumanos. Soldados: No luchéis por la esclavitud, sino por la libertad.
En el capítulo 17 de San Lucas se lee: "El Reino de Dios no está en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres..." Vosotros los hombres tenéis el poder. El poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, el poder de hacer esta vida libre y hermosa y convertirla en una maravillosa aventura. En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido sus promesas ni nunca las cumplirán.
Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer realidad lo prometido. Todos a luchar para liberar al mundo. Para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia. Luchemos por el mundo de la razón. Un mundo donde la ciencia, el progreso, nos conduzca a todos a la felicidad.
Soldados: En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.

Frases y palabras dignas de figuras en nuestra recopilación de las palabras más bonitas del español o de las frases filosóficas para reflexionar y pensar. Palabras que siguen encogiendo el corazón como lo hicieron en ese 1940 mientras Hitler invadía Polonia… Que su legado, al igual que el de otros actores como Buster Keaton o Mary Pickford, perdure un siglo después es en parte síntoma de aquel lenguaje universal con el que el cine mudo habló directamente a las miserias de la Gran Depresión, en la que Chaplin, agujeros en los guantes de por medio, convirtió la figura de un torpe vagabundo en un icono cultural que regalaba sonrisas y emoción con cada gesto.

Reconocido con dos Oscar Honoríficos en 1928 y 1971, Chaplin sigue siendo aquel baile de dos hogazas de pan que simulaban un par zapatos, los espasmos fruto del ritmo frenético de una fábrica capitalista y el eterno discurso citado con el que demostró que, a la hora de romper el silencio, también era el mejor.