Un bamboleo de eses convierte en particular el habla de Juan Betancourt. Tiene 29 años y hace casi media vida que abandonó La Habana para probar suerte a este otro lado del charco. Y su deje, de acompasado sabor caribeño, rubrica esas otras rotundas virtudes que adornan a uno de los maniquíes más solicitados en las pasarelas de medio mundo. Su planta denota que es dignísimo sucesor de esos otros guapos patrios como Andrés Velencoso o Jon Kortajarena. Casi 190 centímetros de habaneras hechuras que lo han llevado a protagonizar algunas de las más suculentas campañas para firmas de moda masculina. Una corta pero prolífica carrera que también le ha llevado participar en una película, a meterse entre los fogones de Masterchef Celebrity (TVE) o a emprender como diseñador, entre otras muchas andanzas. Por segunda temporada consecutiva regresa con Nakaru, la firma de camisas unisex fabricadas en España que comanda junto a un buen amigo. Ahí es nada. Esta es la penúltima aventura de un Quijote cuya futura hazaña aún está por escribirse. ¿Quizá regrese de nuevo al mundo del cine? Solo él conoce las claves.

¿Has tenido tiempo de pensar en nuevos proyectos?

Hacía tiempo que me rondaba la cabeza hacer un curso de nutrición. Mi vida siempre ha estado vinculada al mundo del deporte. De hecho, estudié Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y me apetecía completar mi formación académica con estos estudios. Ya llevo la mitad y estoy muy satisfecho con ello.

Un curso de nutrición que se añade al currículo de un modelo de fama internacional. Pero, ¿cómo fueron tus inicios?

Ser modelo nunca formó parte de mis planes cuando dejé Cuba para venirme a España. Es cierto que tuve un comienzo un poco más lento de lo habitual. En mi caso se debió, en parte, a que durante un tiempo estuve más limitado a la hora de viajar fuera porque no tenía la nacionalidad española. De hecho, con 19 años recuerdo que Steven Meisel me llamó para hacerme unas fotos en Nueva York y tuve que decirle que no ante la imposibilidad de viajar… De ahí que aquellos inicios fueran más despacio.

Después de aquellas ofertas, ¿te viste obligado a buscarte las mañas para poder trabajar?

Sí. De hecho, durante años viajé por toda la Unión Europea con mi carné de conducir. Se convirtió en mi eventual pasaporte para poder desfilar en semanas de la moda como las de Italia o París.

¿Para quién desfilaste por primera vez?

Me estrené en 2012 con Jean Paul Gaultier. Participe en el desfile de Alta Costura del diseñador en 2013. Recuerdo que tenia que caminar con unas plataformas de 10 centímetros. Algo que fue muy raro porque, si a los nervios del primer desfile le sumas aquellos zapatos, la cosa pintaba complicada. Por suerte todo salió bien. Estuve ensayando con ellos media hora antes del show y no me caí. Los zapatos es la nota curiosa a un look compuesto por un esmoquin negro con un pantalón de campana.

Y después de aquello, te conviertes en la imagen global de la línea de cosmética masculina de la firma Tom Ford. ¿Menudo salto, no?

Sí, siempre lo recordaré como una de las mayores alegrías de mi vida. En primer lugar, porque quería trabajar para la marca y, para terminar, siempre le agradeceré el hecho de que contara con alguien que acaba de empezar a trabajar en esto. Gran parte del talento de diseñadores como él, está en esa apuesta que hacen por quienes saben que van a defender su trabajo. Después de aquello llegarían campañas de perfume, gafas, ropa…

¿Cómo fue trabajar con él?

Es un hombre muy perfeccionista, muy detallista. Formó parte de todo el proceso: desde la idea creativa, hasta la ejecución. Es más, pidió que me recortaran la barba de una manera específica y fue él mismo quien acabó haciéndolo. Después, recuerdo cómo fue aquella sesión fotográfica; ya que Ford se encargó de hacer las fotos a pesar de que había más fotógrafos en la sala.

Tu colega de profesión Jon Kortajarena también fue y ha sido imagen de la misma firma. ¿Crees que llevó bien que lo destronaras?

(Risas). Hay que decir que gracias a él tuve la oportunidad de conocer a Tom Ford. Ambos llevaban trabajando mucho años juntos, Jon había participado en su primera película [Un hombre soltero] e, incluso, durante un tiempo, muchas personas me confundían con Kortajarena por la calle. Todo un honor, porque siempre ha sido un referente para mí.

Giorgio Armani o Karl Lagerfeld, entre otras, son algunas de los nombres propios para las que ha trabajado Betancourt. El charme de este hispano-cubano también le llevó a protagonizar sendas campañas para la marca homónima del káiser de la moda. El trabajo y el sacrificio, como no dejará de repetir durante toda la conversación, definen la historia de vida de un Betancourt que ya piensa en nuevos proyectos… amén de seguir cultivando su pasión por la moda desde el otro lado de los focos: como diseñador en Nakaru, la firma de camisas que comparte junto a su amigo el actor Rubén Bernal.

Una idea que surgió como un hobbie y que nació con la vocación de ser sostenible y made in Spain. Un viaje a Kenia bastó para que Betancourt y su socio terminaran de parís su marca. A orillas de el famoso lago Nakuru emergió Nakaru con una primera línea de prendas inspirada en los colores del continente africano. Este 2020, lanzan su segunda colección de camisas producidas en nuestro país. “Nos gusta estar muy pendientes de todos los procesos: desde el diseño hasta las diferentes etapas de producción”, subraya el modelo.

¿Crees que la industria está necesitada de más iniciativas como la vuestra?

Sin duda. Yo creo que las marcas ya son conscientes de que hay que implementar nuevas maneras de producir. Creo que si todos ponemos de nuestra parte, esto funcionará mejor. Si no cuidamos el planeta, ¿quién lo hará? Es por eso que decidimos ponernos manos a la obra con este proyecto aunque conllevara muchos más esfuerzos a nivel logístico. Estamos francamente contentos con el resultado.

¿En qué os inspiráis a la hora de elaborar vuestros diseños?

Tenemos una premisa clara: la de hacer algo diferente a lo que hay en el mercado. Nos gusta apostar por los estampados: desde algo clásico a otros étnicos. También tenemos camisas de corte más clásico, pero siempre hay algo que las hace distintas: un bolsillo, un cuello un poco más alto…

También has coqueteado con el mundo del cine…

Sí, de hecho, ahí sigo. He aprovechado mi estancia en Madrid para formarme más en este mundo. Tengo alguna que otra opción para una película y aunque aún no puedo contar nada, esto me demuestra que no hay que dejar escapar ninguna oportunidad. Mi vida profesional me ha dado muchas sorpresas y no pienso desaprovecharlas.

Tampoco te arredraste para meterte en los fogones Masterchef Celebrity (TVE). Después de aquello, ¿has seguido dándole a eso de la alta cocina?

He bajado el nivel, la verdad. Sobre todo por una cuestión de tiempo, pero los conocimientos que adquirí a mi paso por el programa de televisión ahí están. De hecho, cuando quiero sorprender a alguien, no dudo en ponerlos en práctica.

Y después de aquello, ¿qué crees que es más difícil: hacer una esferificación o posar desnudo para una foto?

A día de hoy, me resulta mucho más difícil hacer una esferificación que posar desnudo. ¿La razón? Después de tantos años de profesión, he perdido la vergüenza. Forma parte de tu trabajo. Al principio me chocaba mucho, pero luego te adaptas. Nunca he hecho un desnudo completo, lo guardo para algún proyecto especial, pero me seguiría resultando más fácil que poner en práctica esa técnica de la alta cocina.

Llevas muchos años trabajando como modelo, ¿cuál crees que será la “nueva normalidad” hacia la que se encamina el sector de la moda?

He tenido ocasión de intercambiar impresiones con mis colegas de profesión y la verdad es que hay cierta incertidumbre. Sinceramente, creo que poco a poco volveremos a la normalidad. Pero, irremediablemente, vamos a adquirir nuevas costumbres cuando todo esto amaine. Por ejemplo, muchas marcas han propuesto a sus modelos que fueran ellos quienes se fotografiaran desde sus casas.

¿Tienes algún plan para cuando se instaure definitivamente esa nueva normalidad?

Lo que más me apetece es volver a trabajar. Han sido muchas semanas en casa. Así que cuando retome mi actividad normal y todo vuelva a su ser en unos meses, quiero viajar con mi novia, con mis amigos a la playa. Vengo de un país rodeado de mar y se echa mucho de menos.