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    De los 100.000 millones de estrellas de nuestra galaxia, Betelgeuse es una de las más intrigantes. Esta supergigante roja, que flota a unos 700 años luz de distancia en la constelación de Orión, es unas 2.000 veces mayor que nuestro Sol y tiene un diámetro de 746 millones de millas. Para los que lleven la cuenta, la fotosfera de Betelgeuse -la capa exterior de la estrella- tiene aproximadamente el mismo radio que la órbita de Júpiter en comparación con nuestro Sistema Solar.

    Ah, y algunos científicos pensaron por un momento que iba a explotar allí.

    Sin embargo, el tamaño de Betelgeuse y su hipotética tendencia explosiva no son sus únicos atributos llamativos. Esta voluminosa estrella también gira increíblemente rápido, con una velocidad de rotación de unos 5 kilómetros (3,1 millas) por segundo. Esta velocidad es dos órdenes de magnitud mayor de lo que los científicos creían posible en esta etapa evolutiva concreta, ya que las estrellas suelen girar hacia abajo a medida que se expanden.

    Así pues, o Betelgeuse está haciendo algo que actualmente no podemos explicar, o los datos recogidos por el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) de Chile -el instrumento primario compuesto por 66 antenas que se ha utilizado para analizar la estrella- no están contando toda la historia.

    Un nuevo estudio de científicos del Instituto Max Planck de Astrofísica cree que se trata de esto último, alegando que ALMA podría estar registrando el movimiento de las células de convección de la estrella en lugar de su verdadera velocidad de rotación. Los resultados del estudio se publicaron a mediados de febrero en The Astrophysical Journal Letters.

    "Betelgeuse es tan grande y está tan cerca que, con los mejores telescopios, es una de las pocas estrellas en las que podemos observar y estudiar su superficie en ebullición", declaró Selma de Mink, directora del Instituto Max Planck de Astrofísica y coautora del estudio. Y es precisamente esa superficie en ebullición la que podría estar en el centro de esta confusión estelar".

    Como explican los investigadores, si Betelgeuse fuera una esfera perfectamente redonda, los datos de ALMA sobre su giro vertiginoso serían pan comido. Pero la supergigante roja está lejos de ser una esfera perfecta. En su lugar, la estrella es más bien un miasma hirviente y burbujeante gobernado por un proceso conocido como convección. Este proceso extrae calor del interior de la estrella y forma burbujas, pero a diferencia de las bolsas de aire en una olla de pasta hirviendo, estas "burbujas" pueden ser tan grandes como la órbita de la Tierra alrededor del Sol.

    El equipo Max Planck, dirigido por el estudiante de doctorado Jing-Ze Ma, utilizó una nueva técnica de procesamiento para crear datos sintéticos de ALMA. En el 90 por ciento de los casos generados, no se podía acceder con precisión al movimiento de ebullición, y en su lugar se leía como una rotación superrápida.

    Para resolver este enigma, los científicos necesitarán datos de mayor resolución para determinar si la alta velocidad de rotación de Betelgeuse es en realidad un espejismo convectivo. Por suerte, en 2022 se obtuvieron datos de este tipo, que están siendo procesados. Una vez analizados, los datos podrían resolver uno de los muchos misterios de Betelgeuse.

    Vía: Popular Mechanics
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    Darren Orf

    Darren lives in Portland, has a cat, and writes/edits about sci-fi and how our world works. You can find his previous stuff at Gizmodo and Paste if you look hard enough.