Ya os hemos hablado del inesperado final de la temporada 1 de Mano de hierro y es evidente que Netflix no optó por la sutileza en esta serie. Mano de hierro se guarda muchas incógnitas para la temporada 2, pero no será por giros de guion, revelaciones, tiroteos y muertes. Lo cierto es que la serie, como resultado, es muy entretenida. No hay capítulo sin muertes, sin tiroteos, sin traiciones ni revelaciones. Además, las escenas de acción están muy bien ejecutadas y algunas, como la del tiroteo contra los piratas en el barco, muy bien dirigidas.

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El problema es que, conforme van avanzando los capítulos, parece que la serie se pasa. Y no, aquí no tenemos ánimo de censurar a nadie, pero lo que parece un retrato más o menos realista sobre el tráfico de drogas en el puerto de Barcelona acaba perdiendo veracidad. Acierta de pleno cuando aborda el drama del que nadie quiere hablar en España o las conexiones de la mafia con el mundo del fútbol, pero cuesta creer que haya tantas escenas donde los cadáveres no se pueden contar con los dedos de una mano y lo que está pasando allí no se convierta en noticia internacional. Al fin y al cabo, hay un operativo en el cual mueren dos equipos policiales. También varios guardias civiles, decenas de matones... Hay explosiones, disparos con metralleta y peleas a muerte en público y, aún así, parece que nadie se entera de que ahí está pasando algo extraordinario.

Pero la veracidad de la serie puede ser algo digno de sacrificio en favor a crear un contenido épico, no apto para sensibles, pero que se crece en cuanto a la acción. Al fin y al cabo, Mano de hierro no es un sobrio thriller policial, es una serie que empieza con muerte y acaba con muerte. No obstante, no es lo mismo ver morir a través de disparos o peleas a puñetazos igualadas, ver golpes y tiros entre matones y sicarios, que una escena en la que Mano de hierro sí se pasa de frenada.

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Hablamos de aquella en la que Cristina (Marta Belmonte) acaba en el hospital. Cristina es una prostituta de lujo que ofrece sus servicios tanto a Román como a Joaquín Manchado, pero solo el primero se ha enamorado de ella. Cristina nunca le engaña, siempre le pone los pies en la tierra sobre el carácter de su relación y le deja las cosas claras. Sin embargo, aunque tiene poco que ver con el asunto, Cristina es el punto débil de Román que utiliza su sobrino Ricardo para hacerle daño.

La escena en la que Ricardo y sus amigos le dan una paliza a Cristina tiene un objetivo claro, que veamos que Ricardo también ha caído al completo en el lado oscuro. Pero seguimos creyendo que no hacía falta tanto, no hacía falta tantos minutos y tantos golpes, ver cómo le destrozan la cara y el cuerpo entre cuatro a una mujer indefensa en camisón. No hacía falta tanta sangre saliéndole de la boca y menos todavía cuando Cristina tiene varias escenas en la camilla del hospital, destrozada, para que veamos el "después" de esa escena.

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Igual que hasta en el cine erótico existen los desnudos gratuitos, uno no puede evitar pensar que el tono violento de Mano de hierro se va de las manos en una escena que sería mejor si hubiese un corte una vez que empieza la paliza hasta verla a ella de nuevo, desfigurada en el hospital. Podríamos incluso entrar en cómo la serie cae en un tópico muy criticado en torno a otro tipo de escenas, las de violación. El hecho de fijarse en "el dolor" de Ricardo en lugar de en el de ella, la única víctima de la escena, es un tópico que tampoco deja en muy buen lugar esta secuencia.