A punto de la hora de la caña, nos reservamos un momentito en nuestras entrevinstas de Instagram para pasarla con Màxim Huerta, o Máximo, como ha firmado su libro, que es un nombre superlativo, quizás porque a sus 49 años se siente un poco mayor. Màxim (yo le conocí en la tele así, y ahora me hago un lío si le intento llamar de otra forma) el periodista, el presentador de informativos, el presentador de programas, el novelista (¡ya lleva ocho!) y el ministro más breve que España ha tenido nunca, se coló en nuestros directos para hablarnos de su última novela, Con el amor bastaba, de la editorial Planeta.

¿Cómo has pasado el confinamiento?
Solo, dibujando mucho, comiendo en exceso y haciendo aperitivos, poniéndome series sin control, algunas malísimas otras buena (dependía de mi estado de ánimo), escribiendo y llamando por teléfono. Ya va bajando el nivel de ansiedad, ¿eh, Teresa? Es verdad que ha sido un puto drama todo lo que ha pasado, pero al menos ahora empezamos a ver la luz. Bueno, ahora vamos a ver cómo salimos de esta…

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Oye, no es por nada, pero de buena te has librado.
Ay, Teresa, ahora que lo dices lo pienso. ¡¡¡Con lo lejos que me queda en la memoria el episodio de mi dimisión!!! Aunque la verdad, lo de exministro sigue muy presente para algunos.

¿Y qué pasa con tu nombre? ¿Por qué lo has cambiado? Ahora no sabemos cómo llamarte…
(Risas) No es que haya cambiado, si no que he recuperado el nombre de mi DNI, y así dejo de tener problemas con los billetes de avión. Pero, por favor, llamadme como os dé la gana, como me hayáis conocido. Max, Màxim, Máximo…

Con el amor bastaba estuvo confinado y llegó a las librerías a la vez que nosotros a las terrazas.
Sí, y la acogida está siendo sensacional. Ya está entre los más vendidos en El Corte Inglés y en Amazon, aunque me hace especial ilusión que llegue a las librerías. El librero es una figura que no podemos perder. Mi favorita es Laura, la librera de Amapolas en octubre. Es como una farmacéutica para mí, yo voy, le pido que me recete y, según me ve, me va llevando por las portadas (algo que me encanta), y yo le digo “lo que me duele" y ella me receta lo que cree que necesito. Me encanta esa relación.

Nada menos que 200.000 personas han escuchado su lectura del primer capítulo en tu Instagram.
Yo creo que el éxito de este audio y también del libro está en que, igual que te gustan las canciones que hablan de ti (y da lo mismo si es Serrat o Pablo López), o los cuadros, que te parece que te están dibujando porque nos miran igual que nosotros o porque siempre hemos deseado estar en ese paisaje.

Oírte hablar es una gozada. Tienes que leer tu propio audiolibro.
Yo quería que esta novela tuviera ese sonido musical de las historias que te cuentan. La novela suena bonito. Sí, leer la novela me está apeteciendo cada día más.

Con el amor bastaba parece una novela de amor, pero no lo es. Es la historia de un niño que no se atreve a aceptar su singularidad y su familia tampoco, y cuenta el camino hasta que deja de querer ser como los demás y acepta su don. Es una historia preciosa. A los que estamos todavía un poco confinados nos ha hecho volar.
He disfrutado muchísimo escribiéndolo, no podía parar. Tiene una parte más intensa y gris y otra muy luminosa, divertida y colorista en la Provenza francesa.

Pues sí… La primera un poco oscurita.
Sí. Pero como en la vida, hay que utilizar toda la paleta de colores.

Mira, dicen los que están conectados a este directo que han sentido lo mismo que sentía el protagonista, Elio Ícaro.
Creo que por eso esta novela está gustando. Todos nos hemos sentido reflejados en el personaje por esos momentos en que te sientes diferente a los demás, en que notas que no encajas, que te miran raro… Eso nos da miedo y tendemos a escondernos en la multitud. Mira, hasta en un restaurante acabas pidiendo lo mismo que los demás, y si te preguntan por una canción, acabas diciendo la que crees que a los demás les va a gustar. Nos ponemos muchos corsés, y eso nos impide volar. El título viene a decir “todo lo que hicisteis para ayudarme a no destacar, sobraba: con el amor bastaba”.

Se habla mucho en el libro de mochilas, de pesos, de eso que nos colgamos nosotros y que nos cuelgan otros.
La historia que cuento habla de cómo quitarse pesos de encima. Por eso la madre se llama Sol, el hijo Elio Ícaro y el padre Dédalo, como en el mito. La historia se parece, aunque es la madre la que le anima a volar. El padre le dice que si disimula y consigue ser normal, como los demás, estará más tranquilo.

máximo huerta con su novela, con el amor bastaba
Greg Sebastian

¿Tú has sido en algún momento el rarito de tu clase?
¡Jajaja! ¡Y algunos de mis amigos te dirían que sigo siéndolo! Yo de niño tenía gustos de confinamiento, es decir, leer y pintar. Creo que todos, siendo niños, nos hemos sentido diferentes. Y en el libro, el hermano mayor (es una relación entre los dos que me encanta) le dice, “oye, tranquilo Elio, que todos somos raros”. Pues eso mismo digo yo.

Cuánto cuesta disfrutar la diferencia…
¡Sí! Es la gracia de la película de El Bueno, el malo y el feo. O la de las amigas de Sexo en Nueva York o la de tu propio grupo de amigos. La gracia es que cada uno tiene su maldita personalidad.

Pues eso en las redes sociales no se estila.
En las redes sociales no se permite ser diferente, por lo que acabamos censurándonos antes de hablar. Pero los rebaños son peligrosos porque acaban acosando a uno porque lleva una camiseta diferente o por su orientación sexual o porque opina de una forma.

Es el espíritu de la pandilla chunga
Si, la del machito presumido.

Mira, nos pide la gente que hablemos del bullying.
El libro sobrevuela este tema en todo momento. Hay una escena en las que el niño es acosado en el colegio y hay una profesora que marca la clave del libro, porque acalla al acosador. Pasa mucho que el gallito, cuando se le desmonta el chiringuito, se viene abajo. Los profesores son clave en nuestra vida y Felicitas, la profesora del libro, hace algo maravilloso. Le mira como es, le hace respirar y cambian las tornas.

Este libro es súper visual.
Me gusta que el lector entre en la atmósfera. Que se vea y sienta que está en un lugar diferente. Yo cuando escribo, visualizo un lugar. Yo veía la Provenza, veía Cassis y lo describía de una forma muy emocional. Los olores y los sabores siempre llevan emociones colgando.

Empezaste a escribir en el peor capítulo de tu vida, días después de haber dimitido como ministro y con todo el país pendiente de ti.
Sí. Me estalló la bomba en las manos y arrasó todo. En aquellos días previos estaba ilusionado. Mi madre había venido conmigo para disfrutar de los actos. Coño. Imagínate para una madre, ¡su hijo ministro! Eso es un orgullo que hay que disfrutar. Y eso que a ella no le gustaba el asunto, te diré. Se ve en las fotos que ella era la más seria de todos los presentes. Y cuando estalló la bomba yo me dije “No es mi trabajo, ni soy de ningún partido, Soy Máximo Huerta desde 1971. Me voy. A mí nadie me hace dimitir. Dimito yo”. Y me fui a casa de mi madre y al cabo de unos días cogí un coche y me fui a La Provenza francesa. Allí comprendí que tenía que escribir. Escribir es una evasión, así que para mí, después del bofetón, empezar esta novela fue como empezar a volar en un mundo irreal. Para mí aquello fue sanísimo.

¿Por qué la Provenza francesa?
Siempre había querido ir. Sabía que en esas fechas la Provenza está que revienta de belleza. Brihuega también, pero yo quería viajar, porque el viaje te hace sentir mejor. Cuando llegas a esos campos de lavanda kilométricos… es increíble. Llevaba muchos años con el deseo de verlo y mira, tuve que dimitir de ministro para poder ir.

Gastaste la vida, como dices en el libro.
Sí, gasté la vida y la viví a fondo. Esa idea es el motor de esta historia. El libro habla de que la vida hay que vivirla toda, con lo bueno y con lo malo, y no dejarse nada sin vivir, no gastarla a medias. Hay que insistir en la alegría. Como decía Benedetti…